Un espacio de 1.200 metros cuadrados en la calle Gómez Ulla de Santiago acoge desde octubre de 2018 el primer mercado gastronómico de Galicia: el Mercado La Galiciana, una iniciativa que surgía para cubrir un vacío en la oferta gastronómica de la capital gallega.
Ante esta ausencia, un grupo de tres amigos se plantearon hace ya tres años la posibilidad de crear un local de estas características siguiendo el modelo que puebla varias grandes capitales: un gran patio central alrededor del que se encuentran cocinas y tiendas que el cliente puede visitar y en las que compra en un formato de autoservicio para después sentarse.
Una vez decidido el modelo a implementar, faltaba encontrar un lugar, para lo que demostró ser perfecta la antigua nave de la Ferretería Villaverde, junto a la Praza de Galicia y a medio camino entre en el Ensanche y el Casco Histórico, una ubicación privilegiada.
Para el interiorismo se trabajaron dos propuestas, pero finalmente fue elegida la que se puede observar a día de hoy, con un diseño industrial que recuerda al anterior uso de la nave.
La estética y la tematización del local son un homenaje a los emigrantes, empezando por su nombre -"galiciana" era el nombre que se daba a hijas de emigrantes gallegos en Cuba-, y a la cultura gallega, desde una fachada de Sargadelos a diferentes elementos que pueblan el mercado, como hórreos, lámparas en forma de gaitas o zuecos.
La oferta gastronómica también está centrada en Galicia, con un total de quince propuestas en las que destaca la apuesta por productos gallegos de Denominación de Origen e Indicación Geográfica Protegida, desde patatas a quesos, pasando por vinos y carnes.
"Buscamos ser una romería gallega del siglo XXI, en la que el cliente tenga esa sensación de estar disfrutando en un mismo día de las distintas ofertas gastronómicas de Galicia", relata el gerente de La Galiciana, Benigno Sánchez.
Si bien la cocina y el producto gallegos centran el 80 % de la oferta, también hay espacio para dos cocinas internacionales -una japonesa y otra italiana- y puntualmente se trabajan la mexicana o la peruana.
El arranque del Mercado La Galiciana fue arrollador: la expectación creada alrededor del modelo fue tal que en los primeros meses había grandes colas de gente esperando para poder entrar.
"Pasados esos primeros meses ya entramos en la realidad, combinando un cliente local, nuestro principal objetivo, y sumando cada día a más peregrinos y turistas; los fines de semana contábamos con muchos grupos y familias, al ser un espacio muy adecuado para ellos", explica el gerente.
El modelo de La Galiciana, orientado al autoservicio y al consumo del producto en grandes mesas compartidas, tuvo que ser repensado a raíz de las exigencias derivadas de las medidas de control de la pandemia.
Lejos de rendirse ante estas dificultades, La Galiciana aprovechó los últimos meses para coger impulso: retrasó su apertura hasta el mes de septiembre para preparar una nueva forma de trabajar, aunando toda su oferta gastronómica en una sola carta.
"Tuvimos que adaptarlo todo para coordinar ocho cocinas y ofrecer un único servicio; ahora, cuando llega el cliente, un acomodador lo acompaña a la mesa, pide de una carta inmensa y nosotros nos encargamos del resto", prosigue Benigno Sánchez.
La buena acogida de este nuevo modelo ha sido tal que, lejos de haber supuesto un shock, se ha convertido en una ventaja a medio plazo que ha llegado para quedarse.