La calle Olmos de A Coruña cuenta con un nuevo y especial inquilino desde la semana pasada: el Mesón El Minero. El alma de este restaurante familiar es Yasmina Fernández, cuyo socio es su marido, y ambos son asturianos, de un ayuntamiento cercano a Cangas de Narcea, donde se enamoraron. Hace ocho ella se trasladó a la ciudad herculina y le arrastró a él y juntos han iniciado esta nueva aventura gastronómica que apuesta por los mejores productos de la cocina gallega y asturiana en raciones abundantes como principal atractivo.

Fabada asturiana y callos cada 15 días, cachopo de rulo de cabra y cecina, rayo de pulpo a la plancha, zamburiñas y hasta risoto de puerro son algunas de las opciones que forman parte de la extensa y apetecible carta, aderezada con dulces para dejar un buen sabor de boca tras el banquete como arroz con leche o coulant de chocolate con helado de guindas. Todos los detalles están cuidados, ya que Fernández y su pareja provienen de familias de larga tradición minera (él trabajaba en una mina que acabó cerrando) y ella perdió a su abuelo materno en un accidente mientras trabajaba en la mina El Travesal (Asturias).

Por ello y como homenaje, las paredes del local están decoradas en tonos neutros donde predomina el gris y el negro para emular el interior de las minas, además de que los comensales mientras comen pueden observar otros detalles como los cascos, las linternas y el cinturón que usaba su padre en este duro trabajo, además de fotos antiguas de su marido cuando comenzó a trabajar bajo tierra cuando tenía apenas 18 años.

Adicionalmente, en el Minero se sirve también el vino La Jatera (la mina donde trabajó el abuelo de su marido) y cerveza 1270, originaria de Castilla y León y que "representa a todos los hombres que perdieron la vida en la mina", detalla una emocionada Yasmina. "Siempre tuve claro el nombre de mi negocio y no hay nada mejor que sentirse a gusto donde trabajas y llevar a los tuyos contigo siempre. Sé muy bien cómo lo pasamos las mujeres cuando los hombres van a la mina y yo soy lo que soy hoy gracias a que ellos han sido mineros", asegura la responsable del restaurante.

Corazón dividido y raciones "abundantes y de calidad"

"Me vine a Galicia para ser feliz, llegué un 13 de abril y el 14 ya estaba trabajando", rememora, a la vez que hace hincapié en sus más de 13 años de experiencia en hostelería, aunque considera a El Minero "su primer bebé", ya que es la primera vez que está al frente de su propio negocio. "Tengo el corazón dividido, mitad asturiano y mitad gallego", confiesa, mientras se muestra esperanzada con este proyecto personal con el que se lanzó a emprender porque considera que "a peor con la pandemia ya no podemos ir y que este 2021 puede ser un año de nuevas oportunidades".

Todos los platos de la carta para ella son "estrellas" y le es difícil escoger lo mejor, aunque el denominador común de todas las especialidades es Gustavo, el cocinero, que pone todo su cariño y empeño en cada elaboración con productos de primera línea que adquieren a través de proveedores locales. Cachopo de jamón ibérico, croca a la plancha, secreto ibérico, solomillo de bacalao a la plancha con salteado de pimientos, arroz caldoso de mejillones y zamburiñas, pulpo con cachelos, mejillones al vapor o ensalada templada de pulpo y chipirón son algunas de las opciones presentes en la carta.

En cuanto a vinos, la oferta irá cambiando "para que la gente vaya conociendo y probando", según Fernández y para acompañar la comida se puede optar entre Mencías gallegos, Albariño, Ribeiro, Godellos, Riojas, o Ribera del Duero. La calidad-precio es equitativa, ya que en el Minero sostienen que dos personas comen bien con dos raciones y un comensal con una y los precios son, por ejemplo, 17 euros por un solomillo, arroces a 15 o chipirones a 12.

Fuente: Facebook El Minero

"Acogida espectacular" y comida para recoger

Yasmina califica la acogida de El Minero en la coruñesa calle Olmos como "espectacular" y destaca sobre todo la actitud de los compañeros de locales cercanos a los que define como gente maravillosa. "En general todo el mundo es muy reacio a probar cosas nuevas, pero en la situación que estamos y cómo está yendo todo estoy encantada, lo importante es el boca a boca, que hace mucho, y además traemos aires nuevos", argumenta.

De cara al futuro, desde el restaurante se plantean la opción de tener el servicio de comida para recoger y no enviar los platos a domicilio, ya que consideran esta manera de trabajar "muy impersonal" y prefieren que la gente tenga que ir a local y así aproveche para verlo y conocerles. Asimismo, quienes se animen a hacer encargos podrán deleitarse con dos pinchos diferentes con cada consumición y así hacer la espera más amena.