El Bico bar, surgió de la idea de combinar vino y cócteles, todo unido al juego de palabras con la palabra beso en gallego, lo que dio lugar al nacimiento del restaurante. Abrió hace seis años en el barrio coruñés de Orillamar de la mano del dueño natural de Sri Lanka, Anthony Rodrigo y el italiano Daniel, cocinero profesional, además de otras dos personas que conforman el equipo. El secreto del local se basa en que "al 80% de la clientela la conocen por su nombre", una fidelidad que han conseguido gracias a un ambiente acogedor y cercano y una cocina diferente que utiliza productos locales adaptados a recetas internacionales, además de platos vegetarianos y veganos y otros aptos para intolerantes al gluten.
Los responsables del establecimiento comentan que la intención que persiguen es "transmitir con una propuesta cosmopolita sus experiencias vitales y viajes a través de sus platos", ya que ambos han vivido en distintos lugares del mundo hasta juntar sus caminos en la ciudad herculina en su propio negocio. Los comienzos no fueron fáciles porque ninguno de los dos controlaba el castellano a la perfección, pero contaron con ayuda de su entorno más cercano, sobre todo en la decoración y aspecto interior, que corrieron a cargo de la familia de Anthony, en la que hay muchos artistas, y su mujer, que es arquitecta. Además, el dueño del bar es especialista en cócteles y tiene formación como sommelier, lo que le aporta un toque diferencial a la oferta gastronómica del Bico bar.
El símbolo más reconocible del local es una escultura de madera que representa un beso y están expuestas fotografías que formaron parte de exposiciones callejeras en Tolouse o Berlín y que han cosechado premios. A su vez, los clientes del restaurante que repiten pueden disfrutar siempre de especialidades diferentes, ya que la carta varía cada cuatro o seis meses además de que ofrecen menú del día por semana (por 6, 50 euros) y multitud de platos fuera de carta, en especial los sábados y domingos.
"Amigos que lo pasan bien" y multitud de platos fuera de carta
El equipo del Bico Bar se declara como "multitarea" porque "todos hacen de todo cuando es necesario" y confiesan que más que tener una relación entre dueño y trabajadores "son amigos que trabajan juntos y lo pasan bien". La oferta del local abarca desde el desayuno hasta la primera copa y buscan "la autenticidad". La extensa carta conserva clásicos que tienen desde los inicios y que son una victoria segura entre los clientes. Dos buenos ejemplos son: la Parmigiana di Melanzane y el Kottu Roti de ternera.
El primero es una especialidad típica del sur de Italia que consiste en una especie de milhojas de berenjena, salsa de tomate, jamón y queso y el segundo es un plato típico de Sri Lanka hecho con verduras, huevos, carne y roti (pan de coco), es decir, una especie de guiso de ternera. Otras variedades demandadas son las croquetas veganas (con 13 tipos de verdura, patata y sin bechamel), falafel (mezcla triturada de lentejas biológicas en agua con cebolla, ajo, hierbas y especias) o gnocchi de calabaza con salsa cuatro quesos.
Entre las opciones para niños se recomienda la pizza Margarita, que por su gran tamaño es ideal para compartir, y para los clientes más tradicionales hay platos como los rollos de cecina con queso fresco y espinacas y tablas de embutidos o quesos. Según los dueños del Bico bar, para aquellos "que quieren ir más allá y probar algo nuevo" disponen de burrata con jamón y tomate en ensalada o secreto gallego con zumo de naranja natural y soja "que le da un toque agridulce y a la gente en general le gusta". A su vez, el restaurante ofrece muchas especialidades fuera de carta que varían en función de los productos frescos disponibles en cada momento.
Por ejemplo, la semana pasada estuvo en carta un plato vietnamita con el pez espada como protagonista principal e infusionado con té verde y blanco, salsa de pescado y tamarindo. "Queremos hacer platos que se puedan comer en pocos sitios", reconocen los trabajadores del restaurante, y cuentan que la semana pasada tuvieron pulpo que sirvieron templado (cocido a baja temperatura) en contraste con una ensalada de tomate cherry, apio y cebolla roja, aparte de otros buenos productos como bacalao.
"Al lado" del cliente y 13 tipos de postres
Los clientes del Bico Bar abarcan un rango de edad muy amplio, a partir de 25 años y hasta incluso los 80. "Aconsejamos la comida a la gente en función de adonde quiere llegar", explican, y subrayan que aprovecharon la pandemia para buscar recetas de países de todo el mundo para tenerlas como recurso cuando volviesen a la actividad frenética del restaurante. Entre los platos que suelen aconsejar en función de las preferencias del público, está el tartar de salmón con aguacate y tomate, el magret de pato o rape infusionado con té verde y blanco y tamarindo, a la vez que cuentan que mucha gente les visita para probar su risotto especial, que está elaborado con cava, fresas y salmón ahumado.
Las opciones para los postres son muy variadas, nada menos que 13 posibilidades, y todos elaborados de manera casera. Las opciones se dividen en: tartas (de pera y chocolate, vegana de manzana o de queso al horno), varios tipos de helado (siempre intentan tener uno vegano y sabores como vainilla, pistacho, avellana..), filloas con nutella, crema pastelera y fresas: tiramisú de té matcha, frappé de café, sorbetes de sabores variados o una de las especialidades, la mousse de chocolate y frambuesa. Este postre se sirve en forma de bola, sobre la que se vierte chocolate caliente que derrite el conjunto y abre la bola, lo que llama la atención de la clientela. Además, improvisan sorbetes al momento los días de calor con fresa, manzana o fruta de la pasión y con frutas de temporada elaboran una tarta hindú vegana sin lácteos y con ingredientes como el coco y especias como el cardamomo, anís y azúcar moreno.
"Intentamos que la gente se sienta cómoda y lo que le apetezca al cliente intentamos hacerlo. Nos ponemos a su lado y les tratamos como nos gustaría que nos tratasen, un trato personalizado", dicen.
Cócteles y vinos variados y diferentes ambientes
Anthony es un experto y amante de los cócteles y pone toda su sabiduría y cariño en las elaboraciones. Las principales son: Aperol Spritz, Mai Tai (ron, fruta de la pasión, zumo natural y piña), mojitos con fruta de la temporada con y sin alcohol, además de esta misma bebida al estilo cubano y hasta de chocolate. En los últimos días una de las bebidas estrella ha sido un cóctel hecho con mango, vodka y un toque de jengibre.
Los vinos son variados, desde vinos italianos e italo-austríacos hasta blancos, albariños, ribeiros, godellos o riojas, y junto a la comida estas bebidas suponen que el restaurante tenga una calidad-precio de "nivel medio", según sus responsables, que concretan que "se puede comer bien por entre 10 y 15 euros por persona", salvo que se pidan vinos determinados o elaboraciones como codillo, ya que se sirve la pierna entera y el precio del plato es de 15 euros.
La pandemia provocó algunos cambios en el Bico bar y les hizo estar cerrados durante los meses más duros de 2020 para volver con fuerzas renovadas en verano. Una de las reinvenciones fue que incluyeron sus especialidades en plataformas como Glovo para el servicio a domicilio aunque evidentemente prefieren el trato cercano en el local con los clientes. "La gente viene por el trato, la música y el ambiente, que cambia totalmente de día y de noche sobre todo gracias al sonido y la iluminación", cuenta Anthony.
El futuro se plantea ilusionante para el Bico bar y el equipo apostará por seguir en la misma línea de cocina que hasta ahora y realizando "prueba y error" con platos nuevos. "Vivimos al momento y la idea es que la gente vuelva. Cada vez tenemos más ganas de hacerlo mejor y echamos aquí muchas horas por todos estamos detrás de todo, no hay nada dejado al azar", afirman, resumiendo de esta manera el secreto de un éxito que esperan que perdure durante muchos años más.