Como si de un pequeño tesoro se tratara, La Escondita se oculta en uno de los rincones de María Pita. Su nombre hace referencia a su localización, que como dice uno de sus propietarios, Óscar Asensio a Quincemil, "le venía al pelo".
Junto a su socio Óscar Hermida y su segundo de a bordo en la cocina, Pablo Mancebo, montó este local hace siete años en la emblemática plaza coruñesa. Estos tres amigos consiguieron sacarse la espinita clavada de otro proyecto que no funcionó e hicieron realidad un sueño que los une tras más de 20 años de relación.
"La idea surgió porque teníamos una cuenta pendiente mi socio y yo, que habíamos tenido un restaurante hace años y no había salido bien aquel proyecto. Cuando él volvió de Canarias empezamos a hablar y surgió la idea porque a ambos nos gusta la parrilla".
Comida a la brasa como sello de identidad
La brasa es la seña de identidad del local, en ella se hace casi todo en este restaurante: "El sello es la comida a la brasa y nuestros hornos de brasa, que marcan todo. Intentamos hacer todo en ella, también los postres", explica Óscar.
La Escondita intenta ofrecer a sus clientes sencillez y tradición: "Ahora hay muchas técnicas nuevas en la cocina, pero para nosotros la buena comida necesita un buen producto y fuego. Nuestra apuesta es por la sencillez, en unos tiempos en los que se apuesta por otras cosas".
Pescado y verdura como productos estrella
Aunque en La Escondita se puede degustar uno de los mejores chuletones de la ciudad, el producto estrella es el pescado y concretamente la lubina, el bacalao y el atún rojo, que se pueden encontrar siempre en el local. Otros platos varían según el producto que haya en la lonja de la ciudad, pero a veces también se puede degustar la palometa roja, la caballa o el salmonete, según nos cuentan sus chefs.
Como entrante lo que más funciona en el local es la verdura: "Ahora estamos haciendo puerros a la brasa que los servimos con una vinagreta y pistacho molido. Otro plato que salen mucho son la alcachofa a la brasa con gambones y salsa romesco", señala Óscar Asensio.
Este local es además uno de los pocos de A Coruña en los que degustar los calçots, un plato de temporada emblemático en la cocina catalana. Óscar cuenta que lo empezaron a hacer por "casualidad" y que no tienen ninguna unión con Catalunya, aunque bromea y dice "este (por Pablo) es un poco del Barça".
La innovación de dos pasteleros
Una de las cosas que más llama la atención de este restaurante son sus postres a la brasa. Nadie mejor para prepararlos que Óscar y Pablo, ya que ambos son pasteleros de formación. Estas elaboraciones no son fáciles de por sí, y más complicado aún es a la brasa: "En este horno tienes que meter la mano e ir calculando la temperatura", apunta Óscar.
Los chefs de La Escondita recuerdan aquel proceso de elaboración que tuvo mucho de prueba y error: "Los postres no salieron a la primera, para hacer el brioche tuvimos que tirar unos cuantos y desayunar unos pocos", recuerdan Óscar y Pablo entre risas.
Este brioche junto a la tarta de queso manchego son dos de los postres más destacados, pero Óscar nos habla de un dulce que realizan actualmente y resulta tremendamente apetitoso: "Estamos haciendo una magdalena de almendra, como si fuera el relleno de la tarta de almendra. Las rellenamos con una lámina de pera asada, que también hacemos a la brasa, un poco de canela y la servimos con una crema inglesa, que en vez de nata y leche, usamos una crema de licor café".
Se puede disfrutar de algunos de estos platos en La Escondita por unos 25-30 euros, que puede subir en función de los platos que quiera degustar el comensal. Para poder conseguir una mesa se recomienda reservar con antelación.
La Escondita es un proyecto de tres amigos que han visto su sueño hecho realidad a base de sencillez, buen producto y sobre todo de esa parrilla que se ha convertido en un referente de la comida a la brasa de la ciudad.