En 1962 Óscar de Toro y Mercedes Santos abrieron una cafetería en la Rúa do Hórreo de Santiago de Compostela, una calle muy distinta a la de ahora, con el Ensanche todavía por construir. Hicieron una votación entre sus clientes y de ahí salió el nombre: el Café Venecia.

Ese mismo nombre sigue colgando a día de hoy, 60 años después, en un cartel en el número 27. El apellido del propietario es el mismo, aunque en este caso pertenece al hijo de su fundador: Óscar de Toro, barista reconocido en certámenes tanto de café como de tiraje de cervezas.

El barista ejecutivo del Café Venecia, Óscar de Toro (@venecia.cafe).

"Iba para banquero: con 23 años me habían ofrecido un trabajo en A Coruña e iba de camino, pero me paré en Ordes, lo pensé, llamé a mi padre y le dije que seguiría con el café; no se hubiese puesto más contento ni aunque le hubiese tocado la lotería", explica a Quincemil Óscar de Toro.

En 1994 se puso al frente de un café que mantiene la misma esencia que hace 60 años y se ha convertido en todo un templo del café y de la caña bien tirada que congrega a feligreses tanto locales como visitantes, atraídos por una reputación que les ha llevado a recibir recientemente un Solete Repsol.

Historia

La historia del Café Venecia arranca de la mano de Antonio de Toro, un militar -funcionario de intendencia responsable de los almacenes de Santiago y comarca- que se lanzó al mundo de la hostelería.

Primero lo hizo con el Mañoso, un bar situado en la Rúa de Entrepraciñas, en el bajo que actualmente ocupa Ratiños Coffee Shop. "Aquello era distinto, era más bien un sitio de vinos, así que finalmente se decidió a montar su propio café", explica Óscar, uno de sus seis hijos.

Fue así cómo dio con un bajo situado en una vivienda de 1869 en la Rúa do Hórreo y lo alquiló para convertirlo en su café. A falta de nombre, "Don Antonio" hizo una votación entre los clientes del Mañoso, quienes depositaban sus sufragios en un sombrero. El vencedor fue Venecia.

El Café Venecia siendo bendecido en 1962, con Antonio de Toro tras la barra (Cedida).

"No tenía formación en hostelería, era autodidacta y nada conformista: la noche anterior a abrir se la pasó probando el molino del café, tirando y volviendo a intentarlo, hasta que vio que le gustaba", relata Óscar de Toro, quien heredó también ese amor por el café.

Su padre siempre ponía por delante de todo la satisfacción del cliente, "a veces antes incluso que la de su propia familia". Así, fue el primer local de Santiago en instalar una televisión en color y también en contar con un lavaplatos industrial.

Por aquel entonces la clientela era variada, aunque predominaban los estudiantes que, a falta de teléfonos en sus casas, utilizaban el Venecia para sus llamadas, así como para recibir paquetes.

El barista ejecutivo del Café Venecia, Óscar de Toro (@venecia.cafe).

La calle cambió mucho con respecto a aquellos tiempos: Óscar aún recuerda cómo algunos de sus hermanos mayores llevaban zapatos de recambio para ir al colegio Minerva -posteriormente Peleteiro- porque el camino era un auténtico lodazal.

Los seis hermanos se criaron en el Café Venecia, compaginando el estudio de sus carreras con echar una mano de vez en cuando. El gran sueño de Don Antonio era que siguiesen su legado: Óscar aún recuerda la cara de pena cuando le dijo que se dedicaría a otra cosa.

El relevo

Y es que Óscar de Toro iba para banquero: había conseguido un trabajo en A Coruña y se dirigía allí cuando de camino, en una estación de servicio de Ordes, se lo pensó de nuevo. Desde allí mismo llamó a su padre y le dijo que, finalmente, seguiría con el negocio.

"Él no quería realquilar el bajo, quería que el Venecia siguiese siendo lo mismo: cuando le dije que seguiría se puso más contento que si le hubiese tocado la lotería", relata.

Así, en 1994, con 23 años, Óscar de Toro se puso al frente del Café Venecia, aunque durante años contó con el apoyo de su padre a la hora de tomar decisiones y de aprender a gestionar el día a día.

El altar de un templo del café (@venecia.cafe).

Por aquel entonces los estudiantes ya se habían ido a otras zonas del Ensanche, pero el local tenía una clientela muy heterogénea, desde obreros a diputados del cercano Parlamento de Galicia, pasando por vecinos de la zona o banqueros de las sucursales de la misma calle.

"Mi padre siempre tuvo muy claro, y eso lo seguimos haciendo, que hay que atender a todos por igual, da igual que sea una persona en traje con escolta que un albañil con su funda para trabajar o un niño", relata De Toro, quien se enorgullece de llevar el local de la misma forma que su padre.

Otra máxima de Don Antonio que todavía conserva es la de "no hagas lo que no quieras que te hagan" o "no sirvas lo que no te gustaría que te sirviesen". "Estamos para que la gente venga y disfrute, no para engañar al cliente, así que intentamos ofrecer siempre la mejor calidad en todo, en cada pequeño detalle", relata.

La evolución

Partiendo de esa idea, Óscar de Toro se formó como barista, buscando convertirse en todo un experto en la materia prima sobre la que se sustenta el Venecia: el café.

Así, durante años se presentó a gran cantidad de certámenes, alzándose como ganador o finalista en competiciones a nivel gallego, estatal a internacional. Posteriormente hizo lo propio con el tiraje de cervezas, llegando a ser también campeón nacional.

"Al final es un escaparate: no tenemos una fachada de 20 metros o una gran cristalera, así que hay que atraer a la gente a través de que te vean en los medios o en las redes sociales y conozcan tu historia", prosigue.

Eso sí, atraer a los clientes es solo el principio. "Es muy difícil ganarlos y muy fácil perderlos, el verdadero lujo es que después repitan y tengan ganas de volver, o que pasen por delante de otra cafetería y prefieran venir al Venecia", apunta.

Uno de los reconocimientos de Óscar de Toro (@venecia.cafe).

"Para eso mantengo otra máxima de mi padre, la de ofrecer la mejor calidad al mejor precio, cuidando cada detalle: el croissant va con mantequilla y no con margarina, el pan de molde es de masa madre y de panadería y el café y la leche son de lo mejor", enumera.

Pero no solo del café vive el Venecia: un gran éxito en los últimos tiempos es el chocolate con churros, que hasta tiene receta con historia, ya que se la cedió a Antonio de Toro el antiguo propietario de la Chocolatería Cotos, en Casas Reais, cuando cerró. Hoy se hace igual, aunque "con algo menos de azúcar".

Esa fama de ser un templo del café hace que, más allá de la clientela local que llena el Venecia mañana y tarde, el verano sea también propicio: son muchos los turistas que lo buscan deliberadamente. Ahí también contribuye la cercanía de la estación de tren -ahora intermodal- o la de la actual parada del bus al aeropuerto.

Presente y futuro

Otra particularidad del Café Venecia es que cuenta con una administración de lotería propia desde 1974. En el último año inauguraron página web y repartieron un premio de 165.000 euros de Euromillones, un quinto premio en la Lotería de Navidad y un segundo en la Lotería del Niño.

"Mi padre fue precursor, sellaba en la barra cuando solo había quiniela de fútbol y ahora estamos dando bastantes premios: hace un año sacamos la página web y está funcionando muy bien", recuerda.

Este año también recibieron una sorpresa inesperada: un Solete de la Guía Repsol que los destaca, además de como el consabido "templo del café", como un lugar en el que "se conserva el arte de la tapa compostelana acompañada de una cerveza bien tirada".

Óscar de Toro celebrando un quinto premio de la Lotería de Navidad (Quincemil).

"Es un premio a una trayectoria de 60 años, a padres, hermanos y camareros que fueron los artífices: cuando lo recibimos eso fue lo que pensé, ‘papá, contigo empezó todo’, ya que el servicio, el trato y la calidad eran el baluarte de mi padre y sin esos cimientos nada tendría sentido", explica.

A día de hoy Óscar de Toro no ha pensado en el futuro del Café Venecia, aunque tiene claro que su hijo no seguirá sus pasos. "Mi proyecto de futuro es levantarme cada día teniendo el lujo de trabajar en lo que me gusta y ser feliz haciéndolo, soy un hombre muy afortunado y me siento realizado", sentencia.

Mientras tanto, quienes acudan al lugar donde Óscar de Toro es feliz sirviendo cafés y tirando cañas cada día se encontrarán con la misma propuesta que le ha valido al Café Venecia para cumplir 60 años gozando de buena salud: "Honestidad en el trato y con el producto, sin más florituras", concluye.