El Bar Rogelio es un clásico de A Coruña y es difícil encontrar a alguien que no haya probado al menos una vez uno de sus famosos bocadillos. Los inicios del local se remontan a 1979, cuando regentaban el bar los padres del actual dueño (naturales de Val do Dubra y que cambiaron la agricultura por la hostelería), Juan Manuel González, en la anterior ubicación, frente al Cuartel de Atocha.
Unos años gloriosos antes de la eliminación de la mili obligatoria, momento en el que tuvieron que reinventarse debido a la falta de soldados y cambiaron de localización a la calle San Roque, 1. En este tiempo, según el hijo de los anteriores propietarios, han podido llegar a despachar miles de bocadillos, los más famosos los "caníbales" y los "guerrilleros".
González cogió el testigo del bar en los 90 y sigue al frente de manera incombustible, aunque recuerda con cariño la época en la que sus padres llevaban el negocio, cuando decenas de soldados se sentaban a media tarde o a la hora de la cena a consumir estos bocadillos, fácilmente los más famosos de la ciudad herculina. La carta actual es extensa, de hasta 60 variedades de bocadillos, sándwiches o hamburguesas, y parte de las opciones se han ido incorporando gracias a la clientela, por demandar mucho ciertas elaboraciones a su gusto que acabaron convenciendo a los dueños para incorporar permanentemente.
Todos los ingredientes son productos frescos y locales y en el bar, según su propietario, llegó a parar en su tiempo hasta la escolta del dictador Franco en sus visitas a la ciudad. La variedad y la rapidez en el servicio son algunos de los secretos de décadas de éxito en el Rogelio, al que acuden tanto nostálgicos que vieron nacer el bar, como jóvenes estudiantes y obreros, que son el público mayoritario a día de hoy, sobre todo al mediodía. El horario es de lunes a sábado de 11:00 a 00:00 horas.
Caníbal 8: A base de criollo, patatas fritas y salsa brava
A pesar del paso del tiempo y las nuevas incorporaciones a la carta, los bocadillos que más siguen triunfando son los clásicos de siempre, pero en especial el Caníbal 8, a base de chorizo criollo, patatas fritas y salsa brava. Otros muy demandados son el Caníbal 9, con zorza y patatas fritas o el Milanesa (que inventó un cliente de manera fortuita) a base de filete empanado, jamón york, queso, ensalada y mayonesa.
Otros más nuevos y que también están teniendo éxito entre los clientes son el Caníbal 3, con calamares, queso y mayonesa o un "guerrillero" de tortilla de patata con criollo. En las hamburguesas también hay variedad: con bacon, bacon y huevo, simples o con queso, entre otras opciones, además de sándwiches de lomo y queso, de bonito, ensalada y mayonesa, vegetariano con huevo…"Los clientes pueden pedir al gusto y quitar o poner los ingredientes que deseen", asegura el dueño.
El menú del día es otro de los motores del establecimiento, que cuenta con tres primeros, tres segundos, postre y café. Estos meses de invierno, con esta opción se incluyen platos de cuchara como fabada, lentejas o caldo, además de siempre una carne o un pescado. El precio es de 10,50 euros con café o postre y de 11 euros con ambas y los bocadillos tienen un coste en general de entre 3 y 5 euros, que puede aumentar si se añaden ingredientes extra.
"Yo no noto a nivel trabajo si es invierno o verano, funcionamos igual todo el año, en los meses de calor igual hay más clientela de noche porque la gente está más en la calle, pero en general no hay altibajos", concreta el responsable. Quienes deseen comer estos populares bocadillos en casa también pueden hacerlo llamando directamente al local y yendo a recoger el pedido. Debido al buen ritmo de trabajo del Rogelio, se ha puesto sobre la mesa la posibilidad de ampliar el espacio con el local de al lado, pero finalmente esa opción no llegó a término.
Sobre la evolución de los gustos, González detalla que en los 90 los bocadillos que más se pedían eran los de bacon, lomo o tortilla, algo que ha cambiado con los años, por lo que la carta es cada vez más extensa y variada. "En cualquier momento podemos incorporar cosa nuevas a la carta porque funcionarán, además Internet y el boca a boca nos hacen una buena publicidad porque incluso acuden extranjeros a probar nuestros bocadillos", concluye orgulloso y agradecido a sus empleados, Meli, Noelia, Susana y Valeria, y a su mujer Isabel, que estuvieron al pie del cañón durante las restricciones.