Amalia Souto dio a luz a este local. "Literalmente, yo parí este bar", afirma la propietaria de El Bajo de Amalia ubicado en la Plaza de la Constitución en pleno corazón de la Ciudad Vieja de A Coruña. Sus padres fueron los que llegaron primero. "Cuando yo era pequeña, ahora tengo 56 años, los militares del cuartel se movían por la plaza y había más vida por la zona, todo el mundo venía a nuestro local a por los famosos bocadillos de pulpo, de bacon o de pimientos", cuenta la propietaria.
Sin embargo, Amalia consiguió darle una vuelta al negocio familiar eliminando la carta de comida sin perder la fama. El bajo sufrió una reforma de ampliación tras abarcar lo que antes era el Badulaque, y pasó de tener "tan solo dos barriles" a contar con una terraza espectacular y una sala interior para celebraciones y eventos.
"El atractivo del local es el sol", revela la dueña. Tiene la suerte de que, al estar ubicado en la esquina entre la plaza de la Constitución y la calle El Príncipe, los rayos UVA dan a las mesas de la parte exterior del bajo durante toda la tarde desde el mediodía hasta la noche. "La vida es el tardeo, a la gente le encanta alargar el aperitivo", ríe.
El Bajo de Amalia lleva ya 13 años funcionando. "Nadie daba un duro por mí y mírame ahora", dice la propietaria orgullosa. El oficio de la hostelería se lleva en la sangre, y Amalia presume de haberlo heredado. "Siento que le he dado vidilla a la zona y, aunque se trata de una profesión muy esclava, siento que lo he llevado bien", presume.
El resurgir de la zona vieja
La propietaria es consciente de la transformación que sufrió la sociedad tras el confinamiento. A pesar de las restricciones para la hostelería y todo lo que la pandemia supuso, esto significó el inicio de una nueva era para la Ciudad Vieja de A Coruña. "Al tratarse de una zona abierta, triunfaron muchos locales de por aquí y logramos atraer a la gente a nuestra terrazas", indica. De hecho, añade que eso fue uno de los motivos por el que la gente frecuentara "el tardeo".
A raíz de este cambio y con ello la ampliación del local, Amalia dice que está "más feliz que nunca". Es cierto que no tiene carta, pero ni falta que le hace. "Me encanta cocinar, pero si invirtiera demasiado tiempo en la cocina no podría cuidar ni tratar de la misma forma a mis clientes", explica. Como dice el refrán, quien mucho abarca, poco aprieta, y a Amalia ya le llega con lo que tiene, no necesita más.
Aun así, existe la posibilidad de pedir comida por encargo. "Dentro, mucha gente reserva para celebraciones de cumpleaños, prebodas, bautizos, comuniones… Y pueden pedir tortilla, cocido o lo que les apetezca. Todo por encargo", reitera Amalia. Es su forma de cumplir con su pasión, además de ofrecer un buen trato. "Para mí lo principal es la terraza, lo de dentro es algo a mayores y especial", justifica.
Sírvete tú mismo
El bar no ofrece servicio en mesa, se pide en barra y se paga al momento. "Así es más cómodo para todo el mundo: para nosotros es más fácil porque aquí, con el sol, la gente se va cambiando de sitio según donde le apetezca, y para los clientes ya que así no se tienen que andar preocupando de si pagaron o no", afirma. Y al ser el sol el atractivo del local, tan solo tienes que coger tu bebida y sentarte a disfrutar.
Y como no podía faltar para acompañar la bebida, en la barra "hay aceitunas o cacahuetes para que te sirvas tú mismo en unos cazos", apunta Amalia. Además, ofrecen siempre algún pincho "como pueden ser sardinillas o lo que surja en la ocasión". "Los domingos hay callos, hasta que se terminan, porque a veces viene tanta gente que no nos alcanzan", sonríe.
El horario es de miércoles a domingo de 12:00 a 23:30 horas. "Por las mañanas no abro porque hay muchos sitios de desayunos por la zona, nosotros nos especializamos en el aperitivo", dice Amalia. La jornada en verano podría cambiar. Así que si lo que buscas es tomar un aperitivo al sol, eso lo tiene Amalia en su terraza.