Los cremas de verduras son uno de los platos más consumidos en la gastronomía española. Son una opción perfecta para cuando las temperaturas no superan los 10 grados, ya que son súper nutritivas y, además, nos ayudan a entrar en calor. Las cremas forman una parte esencial de la cocina tradicional gallega y existen múltiples formas de preparar este plato, muy económico y fácil de hacer.
No hace faltar ser un experto para cocinar un una crema de verduras, puesto que el secreto no reside en el dominio de complejas técnicas, sino en el uso de ingredientes de calidad que sean tratados con mucho mimo. Los platos de cuchara apetecen más que nunca con la bajada de las temperaturas y aunque podemos usar diferentes métodos, hay un truco en particular que se lleva empleando desde hace décadas y nunca falla.
Las abuelas gallegas conocen los mejores trucos para elaborar recetas llenas de sabor al tiempo que nutritivas; de hecho, existe un truco que ha pasado de generación en generación y de boca en boca para que los cremas de verduras, así como potajes e incluso los caldos más sosos, tengan matices más intensos. En Galicia, las cremas se preparan de manera similar a otras regiones de España, pero con un toque propio que a menudo incluye productos locales y una cocción lenta al estilo tradicional.
El ingrediente para que los caldos te queden perfectos
El ingrediente secreto que no debería faltar en cualquier crema de verduras que prepares este otoño o invierno no es otro que la corteza del queso parmesano. El Parmigiano Reggiano de verdad, con su sello DOP, es un famoso queso italiano de consistencia dura, granulosa y grasa; de ahí que muchos usuarios lo empleen gratinado o rallado, aunque para la elaboración de caldos o cremas, la mejor opción es utilizar su corteza para aportar un extra de sabor.
A veces no es fácil conseguir este producto en el supermercado, pero en su lugar podemos utilizar el Grana Padano, también algo más económico.
Aunque algunas personas sí lo hacen, la corteza del queso no suele ser comestible, aunque sí se puede aprovechar en algunas recetas como caldos, guisos y cremas de verduras. Una vez que hayamos apurado al máximo el Parmigiano Reggiano o en su defecto, el Grana Padano, deberemos guardarlo en un recipiente hermético en la nevera para su conservación.
A la hora de cocinar un caldo o crema de verduras, podemos emplear la corteza durante la elaboración del sofrito o rehogo de los ingredientes, o al comienzo de la cocción. Para que el sabor de la corteza se libere lentamente y, además, agregue pequeñas cantidades de grasa láctea, la recomendación es que esté el mayor tiempo posible en la olla.
Al finalizar la cocción, solo hay que retirar la corteza o bien triturarla o batirla antes de emplatar. Es una manera muy útil de aprovechar los alimentos y no desperdiciarlos; además, darás un toque extra de sabor a tus recetas.
Propiedades nutricionales de las cremas de verduras
En pleno otoño las cremas de cabalaza son las grandes triunfadoras, aunque este plato puede incorporar una larga lista de ingredientes: calabacín, berenjena, espinacas... Es un plato muy nutritivo y equilibrado que ofrece múltiples beneficios para la salud. La calabaza, por ejemplo, posee un bajo aporte en calorías y grasas, mientras que el aporte vitamínico más significativo es el de la vitamina C; de hecho, con una ración, se cubre un 31/ de las ingestas recomendadas al día.
Si utilizamos calabacín, la Fundación Española de la Nutrición (FEN) indica que esta planta herbácea de la familia de las cucurbitáceas es rica en carotenos. "Su consumo contribuye a cubrir las necesidades de vitaminas y minerales, especialmente las de vitamina C y potasio, siendo los aportes de vitamina C los más significativos. Además, la presencia de mucílagos resulta de gran ayuda a personas con problemas digestivos y de estreñimiento.
Existen múltiples recetas de cremas de verduras, pero las espinacas constituyen un ingrediente básico en muchas de ellas. Su valor nutritivo radica en su contenido en vitaminas y minerales; en concreto, este alimento es fuente de folatos, vitamina C, vitamina A y vitamina E, que contribuye a la protección de las células frente al daño oxidativo. En cuanto a los minerales, cabe destacar que es fuente de potasio y hierro.
En último lugar, y no por ello menos importante, la corteza del queso ayuda a aportar un extra de sabor a nuestras cremas de verduras. Su consumo debe ser moderado a su contenido de calorías, si bien es fuente de proteínas. El parmesano contiene alrededor de 1159 miligramos de calcio por cada 100 gramos de producto, lo que resulta fundamental para cuidar nuestra salud ósea; solo 50 gramos de este queso cubren el 75% del requerimiento de calcio para adultos; el 60% de la cantidad recomendada para niños.