Los gatos pueden ser muy buenos animales de compañía, pero cualquiera que tenga gatos sabe que son muy suyos y no les gustan nada los cambios, por lo que situaciones como un viaje o una mudanza pueden resultarles muy estresantes. Gael Contreras, veterinaria de la Clínica Felina Vigo, comparte sus recomendaciones para hacerles más llevadera estas experiencias.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que cada gato, como cada persona, es un mundo. "Depende mucho de su carácter, de cómo de sociable sea, y de cómo haya sido socializado", explica Contreras, ya que hay gatos que desde cachorros "son más confiados y seguros de sí mismos y otros que de entrada son muy desconfiados". Ese carácter influirá en el modo en el que el gato afronte los cambios.
Por tanto, hay una parte que viene "en su genética", pero hay otra que moldea el entorno, y que "depende del ambiente en el que se críe, el estilo de vida que tenga y cuántas veces los expongas a nuevos estímulos". En ese sentido, considera que "cuando se tiene un gatito pequeño es buen momento de acostumbrarlos a nuevas situaciones".
Y es que, en el caso de los gatos, "su ventana de socialización, la capacidad de enfrentarse a estímulos de manera puramente curiosa, se empieza a cortar a partir de las 12 semanas". Eso no significa que después no puedan aprender o adaptarse a distintas situaciones, pero es en esas semanas cuando tienen más facilidad para hacerlo, por lo que se les puede exponer a que "conozcan nuevos olores, nuevas personas, u otros animales, de una forma positiva y relajada", relata.
En estas fases también puede ser buena idea "acostumbrarlos a la manipulación dentro del juego y los mimos", por ejemplo, se les puede "manosear las patitas haciendo como si les fueses a cortar las uñas pero sin hacerlo", propone Contreras, así como "hacer el ejercicio de abrirle la boca cuando se juega con ellos" o "que cuando venga una visita lo acaricien".
Con esos simples ejercicios se les puede hacer la vida mucho más fácil a futuro, y "ayudar un poquito a que aprendan a enfrentarse a situaciones nuevas de una forma más calmada y más confiada", asegura.
Consejos para salir de casa con gatos
Viajes y visitas al veterinario
Una situación estresante que casi todos los gatos van a experimentar es la visita al veterinario. En ese sentido, Contreras recomienda, para empezar, adquirir un buen transportín que sea rígido, no blando, porque estos "se deforman y pueden resultarles más incómodos", y "dejarlo desde el primer momento en una esquina de la casa, con la puerta abierta o sin puerta, para que lo pueda usar a modo de camita" y se familiaricen con él.
Para ello hacerlo aún más acogedor se les puede poner dentro "su manta y alguna chuche o juguete, y así intentar que asocie el transportín con un espacio seguro". La veterinaria también aconseja hacer uso de feromonas felinas, que les resultan relajantes, con las que se puede rociar el transportín o la manta.
A la hora de salir de casa recomienda introducir dentro del transportín esa manta que usa habitualmente, para que el olor le sea familiar y se sienta cómodo, y después, cubrir el transportín para que "el gato viaje a oscuras y lo menos sobreestimulado posible". Si se va a ir en coche, también hay que procurar "conducir de forma tranquila y no poner música, o ponerla bajita".
Además, en las visitas al veterinario, aconseja no apoyar el transportín en el suelo de la clínica, porque puede oler a otros animales, especialmente perros, que le generen incomodidad.
Enfrentar una mudanza
De todas las salidas que puede hacer un gato, probablemente una mudanza pueda ser de las más estresantes, ya que no implica solo el viaje en sí, sino el cambio de residencia, por lo que la veterinaria recomienda preparase con tiempo, dejar al gato en una habitación aparte mientras se mueven muebles y no llevar al animal a la nueva casa hasta que esté todo listo.
"Si tienes una fecha estimada de mudanza, tienes que empezar a prepararte con mucho tiempo y al gato también. Lo ideal es que en el momento en el que vayas a mover muebles, el gato esté en una habitación aparte, tranquilo y cerrado. Y el gato siempre es lo último a moverse de una casa a la otra", subraya.
De este modo, "primero ambientamos toda la casa con los muebles, hacemos toda la parte gorda propiamente de la mudanza y lo último en llegar es el gato". La llegada del felino también se puede preparar llevando a la nueva casa objetos que conozca para "hacerle el ambiente un poquito familiar dentro de lo posible".
"Los gatos son muy sensibles a los cambios y cualquier cosa que empieces a empaquetar o a mover lo van a notar", destaca, por eso también aconseja colocar esas feromonas felinas en las estancias de la antigua y de la nueva casa para que haga "ese efecto puente" y le ayude a relajarse. Además, si el viaje en transporte va a ser largo también se puede consultar con el veterinario para darle un relajante.
Identificar el estrés del gato
Por último, Contreras transmite la importancia de aprender a identificar los cambios en el gato y los signos que pueden indicar que está padeciendo estrés. "Cada gato es un mundo y es esencial identificar esas pequeñas cositas que a veces son cosas que no nos damos cuenta y que van sumando al estrés del gato".
Así, propone presentar atención a pequeños detalles que pueden alterar a los gatos pero pasar desapercibidos para los dueños. Por ejemplo: "Al gato se le puede generar estrés al ir a su arenero porque se lo hemos puesto cerca de la lavadora y cuando va a hacer pis alguna vez el ruido le ha dado un susto", o "si siempre que limpiamos la casa ponemos música muy alta". "Este tipo de rutinas altera la tranquilidad del gato y cada uno es sensible a veces a cosas que no nos esperamos", asegura la veterinaria.
Por ello, considera esencial que antes de iniciar cualquier cambio grande, como puede ser una mudanza, se identifiquen "cuáles son esas pequeñas cosas para reducir ese nivel de estrés, porque eso va a hacer que la mudanza no se haga tan bola y tan complicado".
Algunos de los signos que pueden indicar que el gato está padeciendo estrés es que tenga cambios en el comportamiento, es decir, que haga cosas que antes no hacía o viceversa, como maullar mucho por la noche, estar muy pendiente de los ruidos, o hacerse pis fuera del arenero.
Siempre que se observen cambios de este tipo que se repiten en el tiempo la veterinaria recomienda acudir a un profesional para descartar antes de nada que haya un problema médico. En caso de que se trate de estrés crónico también se puede "hablar con una etóloga para establecer unas pautas un poquito más personalizadas".