Maricarmen Calvo, ahora jubilada a los 67 y antiguamente vendedora en un quiosco de la Once, vive con Xía y su marido en A Coruña. Ambos son invidentes y comparten este perro guía desde hace un año. En concreto, Xía obedece a Maricarmen, pero en casa y en la familia no hay favoritismos: la quieren todos por igual. Antes convivían con Forja, también Labradora. "Hizo su trabajo de lazarillo durante 10 años, pero ahora ya es mayor y no puede hacer bien su labor de guía", explica la dueña.
Forja fue la primera perra guía de Maricarmen. Como ya era muy mayor para ejercer como ayudante, ahora descansa. "Estos perros senior los puedes devolver a la escuela de Madrid, de donde proceden, y le buscan una familia de acogida, o bien te puedes quedar con ellos tú o un familiar. Yo evidentemente me quedé con ella, ahora es mi hermana pequeña la que cuida de mi querida abuelita", dice contenta.
Xía llegó a la casa de este matrimonio con dos años de edad. "Es el tiempo que necesitan en la escuela del perro guía de Madrid para su entrenamiento", explica Maricarmen. Así, cuando ya estaba preparada, se mudó a A Coruña con su profesor de adiestramiento: "Durante una semana estuvimos pateando juntas las calles de A Coruña para que conociese las rutas y mis rutinas de paseo".
Maricarmen cuenta que Xía se adaptó muy bien a la ciudad y a sus hábitos. "Es una perrita muy alegre y cariñosa, que aparte de guiarme eficientemente, me hace mucha compañía", asegura su dueña, que no da lugar a dudas de que la quiere con locura. Además, Xía llegó a su vida para asistirla incondicionalmente. "También cambió mi vida: me ayuda a relacionarme con más gente que sin ella no podría conocer, y me acompaña a hacer actividades sin tener que depender de nadie y ser así más independiente", apunta.
El "match" entre el perro y la persona
Que Xía fuera la elegida para convertirse en la mano derecha de Maricarmen no fue una simple casualidad. "Estos perros no los escoge uno mismo, sino que te adjudican el tuyo después de un riguroso estudio psicológico, médico, análisis de la forma de caminar y de carácter de la persona…", explica esta coruñesa. De esta forma, la escuela del perro guía busca a un can que se adapte mejor a la personalidad de cada usuario: "Una persona tranquila con un perro tranquilo, o un perro más rápido con una persona más activa, por ejemplo".
"En mi familia ya saben que el perro es una prolongación mía. Es la más mimada, hasta en Navidad recibió su regalo de Reyes", ríe Maricarmen. La dueña reconoce que aparte del cariño que se les tiene por la gran labor que hacen, estos perros "son unos peluches muy cariñosos con los niños y con todas las personas". "De hecho, les gustan más los humanos que a otros perros, ya que están acostumbrados a que se les trate muy bien allá donde van", añade.
En eso tiene razón Maricarmen, tanto Xía como sus compañeros son siempre bienvenidos, sin embargo, por el Día Internacional del Perro Guía, celebrado el pasado miércoles 24 de abril, el lema de la Once de este año fue: "No les de comida, solo come la suya". "Efectivamente, y por varias razones, la primera es que los perros se distraen y no se concentran en guiarte bien, con el peligro que eso supone; y otra razón es que cuidamos muy bien a nuestros perros, que son nuestros ojos, dándoles una alimentación de muy buena calidad, por lo que si les dan otro tipo de comida puede afectarles a su salud", responde la coruñesa.
"Recomendaría a una persona ciega estos perros porque aportan mucha independencia y seguridad, aunque hay que recordar que no tienen un botón, ni GPS, ni saben si el semáforo está en verde o en rojo, como mucha gente piensa, sino que es la persona que lo lleva el que tiene que saberlo", afirma. Es decir, el lazarillo "te ayuda a no tropezar en obstáculos, te acerca a los cruces, te indica bordillos de aceras, baches, vallas, escaleras, coches en circulación cercana", pero quien tiene que marcar la ruta es el dueño.
Maricarmen alardea de lo inteligentes que son. "Como anécdota, cuando fui a votar al colegio electoral llevé a Xía, y ahora cada vez que paso por delante me acerca a la puerta para que entre, pero, como ya he dicho, es la persona usuaria la que decide", añade.