La llegada de un cachorro a casa es sin duda un momento ilusionante, pero también puede suponer un gran reto, especialmente en el caso de personas sin experiencia en la convivencia con mascotas que no sepan qué esperar de esas primeras semanas. El educador canino Octavio Villazala comparte algunas pautas para preparar su llegada.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que el cachorro "debería llegar a casa al menos con una vacuna puesta, y haber sido desparasitado dos o tres veces". Y unos días antes de su llegada habrá que acondicionar las estancias de la casa para su adaptación. Lo básico es "tener un sitio fijo donde instalar su colchoneta, su agua y su comida, y comprarle una correa". Teniendo eso cubierto, habrá que seguir algunas recomendaciones para conseguir que el perro se adapte de la mejor forma posible.
Necesidades en la calle
Una de las cuestiones que más suelen preocupar a los nuevos dueños es que el animal aprenda a hacer sus necesidades en la calle. Para ello, el educador aconseja establecer un cercado en casa donde se pongan papeles de periódico o empapadores, de modo que cuando el cachorro acabe de comer tenga al lado el lugar donde realizar sus deposiciones.
"Lo dejamos ahí hasta que las haga y si le vemos hacerlas le damos un premio". Cuando el perro no se encuentre dentro de ese perímetro, "hay que tenerlo vigilado en todo momento", de modo que si el perro fuera a hacer caca o pis en otro lugar "le demos una señal informativa, un aviso de que no estamos contentos con lo que está haciendo, y le llevamos a su sitio para que las haga".
Por lo tanto, hay tres opciones: "Estar en la calle con él y premiarlo cuando haga sus necesidades; tenerlo en casa pero vigilado todo el tiempo, de modo que le regañamos cuando haga pis o caca fuera de su sitio; o tenerlo en casa pero dentro de su corralito". Así, asegura, "si lo hacemos bien en unas dos o tres semanas se habrá acostumbrado a hacerlo en la calle".
En cuanto la comida, Villazala asegura que no es aconsejable dejar el comedero lleno las 24 horas del día, en vez de eso, recomienda darles de comer "tres veces al día". "Se le pone la comida y se le dan 10 minutos para que coma, si en ese tiempo no come, se le retira hasta la vez siguiente". Para facilitar la deglución, propone humedecer con agua un poco el pienso.
Refuerzos positivos
El educador explica asimismo que la familia debe decidir con anterioridad qué cosas se le van a permitir al animal y cuáles no. Por ejemplo, ¿se le va a dejar subir al sofá? En caso negativo se le debería enseñar que no puede subir desde el primer momento. "Lo que no podemos hacer es darles información contradictoria", señala.
Villazala indica que "la educación del perro se realiza desde que nace". "Su propia madre le castiga. ¿Cómo le castiga? Le castiga reteniéndole, cogiéndolo con los dientes… No muy fuerte, pero le castiga". Por ello, el educador aboga por incluir esos "castigos y refuerzos positivos desde que llega a casa el primer día".
A este respecto, recuerda que los perros empiezan a cambiar la dentición a los cuatro meses y "ahí nos puede dar la lata y nos puede morder los muebles". "Tenemos que estar atentos a que no nos muerdan los muebles y tenemos que darles un objeto sustitutivo de juguete", así como "nunca dejar que el perro juegue con nuestras manos y que nos muerda".
Otra cosa que se puede hacer es "jugar con la correa y con el collar para que vaya acostumbrándose a andar con ella", y también "enseñarle la llamada", es decir, a que responda por su nombre. Para ello, "cuando le vamos a dar la comida le podemos ir llamando por su nombre y repetirlo varias veces".
Además, cuando los perros son cachorros es el momento de acostumbrarlos a la manipulación, y que así se encuentren más relajados cuando tengan que ir al veterinario, o haya que cortarles las uñas, lavarlos o darles algún medicamento. "Hay que cepillarlos, tocarles por todos los sitios, sobre todo la parte de los genitales, en las almohadillas, en la parte de la cabeza… para que se dejen manipular, incluso a veces bruscamente, no brutamente, sino bruscamente, que se dejen amasar un poco", detalla.
Ansiedad por separación y socialización
Otro asunto que puede generar mucho malestar entre los perros y sus dueños si no se trata a tiempo es la ansiedad por separación. Para evitar que se genere en la medida de lo posible y que se acabe instalando esa ansiedad, Villazala explica que es necesario "acostumbrar al cachorro a que se quede solo".
"La ansiedad por separación es una patología muy frecuente. Ha pasado mucho con la pandemia y con personas que cogen un cachorro cuando están de vacaciones pero después no lo pueden atender en el día a día", apunta el educador.
Para intentar evitarlo, "es importante dejarlo todos los días solo en algún momento del día. Es importantísimo. Tiene que saber estar en familia, pero también tiene que saber estar solo", subraya. "No hay que caer en sobreprotegerlo, hay que crear con él un vínculo importante, pero no crear apego".
Igualmente, recuerda la importancia de que el cachorro aprenda a socializar también desde pequeño. En ese sentido, recomienda sacarlo a pasear "tres veces al día, y que vaya por hierba y enseñarle distintos sitios, por ejemplo, llevándolo en brazos", y también "juntarlo con otros cachorritos que estén sanos". Eso sí, con cuidado "de no meterlo en aglomeraciones de perros" durante esas primeras semanas.
A este respecto, Villazala recomienda sacar a los cachorros a la calle aunque no se haya completado toda la pauta de vacunación. "Cuando el perro entra en su séptima u octava semana, empieza a abrirse al mundo y ver un montón de cosas que le vienen bien para su aprendizaje. Hay veterinarios que dicen que no se le debe sacar hasta que no tenga toda la tabla de vacunación completa, pero es un error enorme", considera.
Ya que "si la tabla de vacunación acaba a los cuatro meses y no le sacamos hasta entonces creamos un pequeño monstruo, un perro que no ha vivido ninguna experiencia y no sabe lo que es la calle, los ruidos de los coches… entonces tenemos un problema bien gordo", asegura.