Luis Feijóo es "zootógrafo", es decir, fotógrafo de animales. Una profesión que realiza por vocación y que le convierte en uno de los pocos fotógrafos especializados en esta temática en Galicia. En su estudio recibe a muchas personas interesadas en llevarse un bonito recuerdo de sus mascotas, y explica que lo más importante no es la técnica fotográfica sino aprender a relacionarse con los animales para lograr que estén a gusto y así poder captar su verdadera personalidad. "Lo complicado de esto es la mirada. La mirada tiene que transmitir algo, eso es lo que uno trata, y si no sabes hacerlo, no te sale", asegura.
Feijóo se dedicaba a la fotografía gastronómica, pero en 2019 él y su familia decidieron adoptar a una perra, Indi, y esa decisión lo cambió todo. "Empecé a sacarle fotos y me di cuenta de que no tenía ni idea de cómo sacarle fotos a un perro y de que había pocos fotógrafos de perros", rememora. Entonces se puso en contacto con un fotógrafo de Madrid con el que realizó un curso de fotografía de animales.
A la vuelta de ese viaje, a principios de 2020, decidió montar un estudio en Carril, en el municipio pontevedrés de Vilagarcía de Arousa, con la mala suerte de que justo estalló la pandemia. "Me agarró la pandemia con todo preparado, pero aún así empecé a moverlo en redes y a ponerme a ello", cuenta. Cuatro años después todo eso es historia y actualmente compagina la fotografía gastronómica con la de animales, aunque esta última es a la que le dedica más tiempo.
Este camino ha sido para Feijóo un gran aprendizaje, ya que para hacer fotos a un animal no basta con situarlo delante del objetivo, sino que hay que aprender a relacionarse con él y entenderlo. "La gente no sabe cómo es una sesión de fotos, piensa que es traer al perro, obligarlo a que se ponga ahí y hacerle fotos. Pero no es así, es un juego", explica.
Normalmente, fotografía a perros, pero también realiza fotos a gatos y a otros animales. Entre sus experiencias más peculiares recuerda una sesión con dos águilas, y otra con un perro lobo y un cuervo. Además, una chica de una aldea de Lugo contactó con él para pedirle que acudiera a su casa realizarle una sesión a sus caballos. Fue un reto porque "tuve que ir hasta allí y montar el estudio dentro del establo", además de "fotografiar a animales muy grandes", pero "me gustó muchísimo", asegura.
Las sesiones de fotos: juego y exploración
Aunque en ocasiones se ha desplazado para hacer sus sesiones, normalmente, Feijóo realiza su trabajo en el estudio que tiene en Carril. Estas sesiones duran habitualmente entre una hora u hora y media, "dependiendo del carácter que tenga el perro", y su forma de trabajar recuerda al de los fotógrafos de documentales de animales en la naturaleza, ya que consiste en jugar con el espacio y comenzar a sacar las fotos desde la distancia, permitiendo que el perro se mueva y se exprese.
"El perro entra, empieza a reconocer el lugar y yo no interactúo con él en ningún momento para no invadir su espacio. Saco fotos de muy atrás y, a medida que me deja acercarme, me voy acercando. Si veo que no me deja acercarme, me voy para atrás hasta que, al final, termina soltándose", detalla el fotógrafo, y recuerda: "Es un animal y hay que tener paciencia y respetarlo, porque él no entiende lo qué está haciendo, tiene que ver que es un juego e ir guiándolo".
Por ello, Feijóo asegura que para este tipo de fotografía lo más importante no es la cámara utilizada o la técnica, sino, aprender a conocer a los animales porque, "cada perro es diferente, como las personas, tienen su carácter y hay que aprender a tratar con cada uno de ellos".
Además, igual que les pasa a las personas, "hay perros más fotogénicos que otros", pero siempre intenta retratarlos en su esencia. De cada sesión salen alrededor de 1.800 fotografías, con difrentes poses y fondos, de las cuales la persona elige las que más le gusten.
"Voy interactuando con el perro y voy sacando diferentes tipos de fondos y usando premios para que abra la boca y ponga diferentes caras, también juego con la iluminación para que cambie la expresión de su cara. Sobre todo trato de respetar al animal e ir haciendo según me deje el perro", cuenta. Finalmente, realiza una foto de familia en la que salen humanos y perros para inmortalizar así un bonito recuerdo.