Los perros de alerta médica son animales que han sido seleccionados, educados y adiestrados para ayudar a personas con patologías como la diabetes tipo 1 o la epilepsia en su día a día. CANEM Perros de Alerta Médica es un centro especializado en esta labor con sede en Zaragoza y Barcelona pero que presta servicio a personas de toda España, también de Galicia, y en países del extranjero. Acumulan 10 años de trayectoria a sus espaldas, en los que han educado y entregado un total de 265 perros.
Es popularmente conocido que los perros disponen de un gran sentido del olfato, y es esa particularidad la que puede ser potenciada para ayudar a personas que sufren diabetes o epilepsia, enseñándoles a detectar la segregación de distintas sustancias en el organismo de los pacientes.
"Preparamos perros para la diabetes y la epilepsia, pero también tenemos varios perros entrenados para otras patologías que provocan bajadas de glucosa y que no son la diabetes", explica Lidia Nicuesa, psicopedagoga y codirectora de CANEM, quien explica que además preparan perros para "asma y para narcolepsia".
Nicuesa forma junto al adiestrador Paco Martín el equipo de este proyecto que lleva una década preparando a perros de alerta. Ella misma tiene diabetes y convive con la primera perrita que adiestraron, y asegura que el mayor cambio que experimentó es "la independencia" y la "autonomía" que da la compañía de uno de estos animales.
"La diabates o la epilepsia son completamente invisibles. Normalmente toda la familia está súper pendiente por si se produce una hipoglucemia inadvertida o una crisis de epilepsia que no se puede prever, por lo que toda la familia se vuelca para que no ocurra y el hecho de tener al perro provoca que toda la familia se relaje, por lo que el usuario gana mucha autonomía", asegura.
Para que ello sea posible y lograr que los perros puedan realizar esa labor se realiza un minucioso entrenamiento que comienza en el laboratorio y termina junto a la familia que adoptará al animal, que se convertirá en su compañero de vida.
El entrenamiento con los perros
Los perros adiestrados por CANEM son elegidos por el equipo y pertenecen a la raza Jack Russell Terrier, debido a ala gran capacidad de aprendizaje que los caracteriza, además de por ser perros longevos, sociables y de un tamaño ideal para ir con ellos a todas partes. Durante el periodo de adiestramiento los perros viven con familias de acogida que se encargan de cuidar del animal hasta que éste se mude con su familia definitiva.
El trabajo con ellos comienza en el laboratorio, entrenando su olfato y enseñándoles a detectar olores que les permitirán alertar a sus acompañantes humanos antes de una crisis. "Es un trabajo 100% en positivo en el que les enseñamos a discriminar el isopreno en el caso de las bajadas de glucosa; los cuerpos cetónicos, en el caso de la subida; y la liberación de neurohormonas en el caso de la epilepsia", relata Nicuesa.
En el laboratorio tienen esos olores "aislados" y se le explica al perro como marcarlos cuando los detecten, algo que hacen normalmente "mirando fijamente y dando varios ladridos". "Le enseñamos al perro que da igual cual sea el olor que haya en el mundo, que lo nos interesa es que en el momento que aparezca alguno de estos olores nos dé el aviso", indica.
Una vez que el animal ha aprendido a identificar esos olores, se sale con ellos a "entornos simulados", es decir, espacios que simulan "una pequeña oficina, una casa con un sofá, una pequeña cocina o un dormitorio, y que van a ser muy similares a aquellos lugares donde el perro va a tener que trabajar".
Cuando los perros ya lo tienen controlado llega el momento de poner a prueba esos conocimientos en el mundo exterior: "Nos vamos a la calle, a un parque o a una cafetería, exponiéndolos a situaciones reales donde el perro nos tiene que dar los avisos".
Finalmente, se realiza un curso de formación con la familia definitiva, para que sean capaces "de premiar al perro, de convivir con él, de mantener las rutinas más habituales para que siga trabajando". A su término se les hace entrega del cachorro y desde el centro realizan tres semanas de seguimiento para asegurarse de que el perro y la familia se adaptan bien.
Una vez completado este proceso, el perro se convertirá no solo en un miembro más de la familia, sino que será un ayudante esencial para salvaguardar la salud y aumentar el bienestar de la persona a su cuidado.
El problema de la legislación
En España no existe actualmente una ley a nivel nacional que ampare a las personas que conviven con un perro de asistencia, y han sido las Comunidades Autónomas las que han ido estableciendo sus propias regulaciones de forma más o menos exhaustiva. "En España tenemos un problema enorme", lamenta Nicuesa, ya que hay "17 legislaciones diferentes" al respecto.
Esa disparidad de legislaciones, y la falta de una normal general que ampare a los usuarios de perros de asistencia, implica en la práctica que las personas que conviven con uno de estos animales puedan ver impedido el desarrollo de actividades diarias o la entrada en determinados espacios en compañía de sus perros.
Así, según recoge la Organización Nacional de Ciegos de España (ONCE), todas las comunidades reconocen el derecho de acceso, es decir, "el derecho del usuario de perro guía de acceder, permanecer y deambular en compañía del mismo en cualquier espacio, lugar, establecimiento o transporte público o de uso público, con independencia de su titularidad pública o privada". No obstante, existen importantes matices entre territorios.
Así, algunas comunidades "solo reconocen el derecho de acceso a los usuarios de perro guía", es decir, a los perros que asisten a personas con problemas visuales, mientras que en otras "se ha extendido ya a las personas con discapacidad usuarias de otros tipos de perros de asistencia", como pueden ser los de personas con diabetes o epilepsia, si bien, también con diferencias.
Por ejemplo, en algunas comunidades "el derecho se sigue limitando a lugares y espacios de uso o acceso público", y otras incluyen ya "el derecho de acceso al entorno laboral y a espacios privados de uso colectivo no público".
Otras diferencias que señala la ONCE se refieren "a cuestiones como si el perro computa o no como ocupante en cuanto al máximo de plazas autorizadas en un vehículo, la documentación que el usuario debe portar consigo, quién puede requerirle esa identificación, los controles veterinarios del perro a que queda obligado el usuario, etc.". También son relevantes, "las diferencias en cuanto al régimen sancionador aplicable en caso de infracción del derecho de acceso".
Por ello, desde CANEM demandan que se llegue a un "consenso" y se elabore "una ley nacional". "Ya hay un borrador que unifica un poco la situación, pero que sería necesario que los derechos de los perros de asistencia fuesen los mismos para todos los españoles", señala Nicuesa, para que las/os residentes de cualquier comunidad "tengan los mismos derechos".