Así vamos los gallegos a las bodas de otoño, discretos pero elegantes. Nunca fuimos muy amantes de llamar la atención. Vecinos de otras comunidades del país exageran más ante cualquier disculpa de sarao mientras que nosotros somos prudentes, hay quien dice que tímidos, aunque no creo que sea el caso, ¡lo que nos sobra es estilo!
El típico traje de americana masculino, combinado en el mismo estampado negro o marino, ha dejado paso a las mezclas de tejidos en burdeos, marrones o beiges, donde se dejan ver desde lunares, hasta cuadros en diversidad de tamaños (escoceses, vichy…).
Del mismo modo, el calzado va aportando mayor comodidad e incluso empiezan a destacar deportivas, pero, ¡ojo! ¡No es un partido de baloncesto! Así que mejor dejarse aconsejar por un estilista profesional antes de aparecer con tal descuido que puedas dar pie a que parezca que te olvidaste los zapatos en la preboda.
Un maquillaje discreto, cada vez más unisex, sí, ellos también lo usan. Una crema con color para unificar el tono de piel masculino es más habitual de lo que muchos y muchas imaginamos. No se trata de pintar los ojos a modo Marilyn Manson, simplemente es aportar a la imagen un aspecto más fresco que disimule pequeñas arrugas u otros defectillos.
Las pamelas siguen acompañando a las damas, los tocados y melenas sencillas. Atrás quedaron esos recogidos que aportaban horas de peluquería y se estropeaban en el primer baile.
Trátese de boda civil o religiosa, no acostumbramos a excedernos con los escotes, vamos seductoras con discreción, se puede enseñar más con pequeñas aberturas laterales, cortes asimétricos y palabras de honor adornados de grandes mangas que aportan volumen y elegancia. Y si arriesgamos con los vestidos es muy oportuno aportar un chal, una toquilla o un fino abrigo para las primeras horas de la mañana y últimas de la noche pues, por muy buen día que esté, acabará refrescando.
Los vestidos tienen un largo midi, normalmente tapa la rodilla, no abusamos de brillos, que las bodas tengan que ser de día por normativa de horarios, nos hace ir más neutras en abalorios y estampados. Y en cuanto a colores se refiere, dejamos los tonos fuertes que tanto favorecen en verano para añadir a la paleta del enlace: ocres, beiges y incluso algún pastel suave.
Lleva años en alza la tendencia a las celebraciones de bodas en la temporada de otoño. ¿A quién no le ha llegado en los últimos meses una invitación sorpresa que anuncia un evento de este tipo?
Galicia se ofrece como paisaje idílico para aquellos que se quieren dar el sí quiero en un clima estable, puede incluso que más estable que la primavera en nuestra región. Eso no quiere decir que en el último momento salgamos de casa con un paraguas o que nos sobre tanto el abrigo que nos demos cuenta al día siguiente que quedó olvidado.
Si al clima le sumamos que por fin los aforos en hostelería han aumentado y ya no solo es un momento familiar reducido por causa de la pandemia, sino que puedes disfrutar de este día único con todos tus amigos… Es la hora de unir alianzas por todo lo alto.
Y si los novios le dan importancia al clima, paisaje, menú… Nosotros, los invitados, meditamos mucho ese look, que no quite protagonismo a los anfitriones, pero que resalte lo que nos gusta arreglarnos, y más ahora que hacía tiempo que no asistíamos a eventos públicos.