De nombre competo Gerardo Conchado Aguedo, este gallego tiene 41 años y trabaja en el departamento de producción de una empresa de iluminación Led, sin embargo, tiene una afición que ocupa gran parte de su tiempo y a la que sabe sacarle muy buen partido. En su tiempo libre se dedica a la restauración

de zapatillas vintage y de colección
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Calificado por Matías Prats como “tan especial que deja huella”, el coruñés que se ha llevado uno de los típicos chascarrillos del presentador más mítico de los informativos a nivel nacional, nos cuenta cómo surgió Sneakers Hospital.

Gerardo nos asegura que el inicio de este proyecto nace a raíz de su pasión por las zapatillas y su obsesión por conservarlas siempre limpias e impecables, “como si siempre fueran nuevas, a estrenar. En la pandemia se creó un movimiento muy chulo en las redes de gente del mundillo y ahí, animado por mi

novia, empecé a darme a conocer”.

A los apasionados de la moda siempre se les suele preguntar qué significa para ellos esta disciplina. Y, en cierto modo, las zapatillas forman parte de ella. De hecho, las vemos cada vez más en el street style.

En tu caso, ¿por qué esta pasión por las zapatillas? ¿Tienen algún significado especial para ti?

Crecí en los años 90, en esa época fue el boom de las zapatillas y además mi ídolo es Michael Jordan, el responsable de las zapatillas más icónicas de la historia. De ahí empezó mi pasión por ellas”. Pasión, desde luego que sí. Pero creatividad y originalidad tampoco le falta. El cambio de estas Adidas zx700 es espectacular.

¿Podrías contarnos cómo es el proceso de restaurar una zapatilla? Qué es exactamente lo que haces, cuánto tiempo suele llevarte…

Restaurar una zapatilla tiene su complejidad ya que, aunque no lo parezca, no hay dos zapatillas iguales. Empecé restaurando todo tipo de zapatillas, pero ahora estoy más centrado en zapatillas vintage o de colección. Las zapatillas tienen fecha de caducidad y, con los años, muchos de sus materiales se descomponen y hay que sustituirlos, sobre todo las suelas de poliuretano. Además, las suelas no se venden por separado, por lo que hay que quitárselas a otras e intercambiarlas.

Tu taller se encuentra en A Coruña, pero ¿hasta dónde ha llegado Sneakers Hospital?

Me envían pares de toda España. Aquí somos muy pocos los que hacemos esto y, en estos momentos, yo soy el único especializado en Jordan y zapatillas vintage. Las más lejanas han llegado desde Mallorca, así como Valencia, Barcelona, Madrid…

Muchas de las zapatillas que llegan a tu taller son de coleccionistas, lo cual implica que el valor de las mismas puede llegar a ser verdaderamente alto. ¿Sobre qué precio rondan y cuál ha sido la más cara

que has reparado?

Los precios de las zapatillas que restauro son altos, si la zapatilla es barata, es preferible comprarlas nuevas que restaurarlas. Las más caras, desde las Jordan 1 de 1985, hasta las Air Max 1 Amsterdam que rondan los 5.000 euros.

Como verdadero fan de este calzado, ¿tú también las coleccionas?

Yo colecciono zapatillas Jordan vintage. Debo de tener unos 50 pares entre adulto y bebé, además de las zapatillas que tengo para usar a diario, así que en total tendré unos 100 pares.

Tu par de zapatillas favorito, ¿te mojarías?

Mi par favorito… En realidad, son dos: Jordan 1 Chicago y Jordan 1 Bred, ambas originales de 1985.

¿Tienes algún proyecto a corto, medio o largo plazo para Sneakers Hospital, o, por el momento, simplemente se trata de disfrutar mientras duren las peticiones?

Debido a mi trabajo no puedo dedicarle todo el tiempo que necesitaría, por lo que he limitado las restauraciones solo a trabajos que verdaderamente me motiven. Me gustaría formarme en la fabricación artesanal de zapatillas y crear réplicas de las míticas Jordan 1 de 1985, pero por este motivo, el de no tener demasiado tiempo, es algo que de momento tengo aparcado.

Por último y si ello fuera posible, ¿te gustaría dedicarte a este oficio en integridad o prefieres combinarlo con tu trabajo actual?

En España es prácticamente imposible vivir de esto, por lo que prefiero compaginarlo con mi trabajo y tomármelo verdaderamente como lo que es, un hobby.

Una lección muy buena que todos deberíamos interiorizar ya que no siempre hay que pretender monetizar –a veces, ni siquiera es posible– todo aquello que se nos da bien o sea un hobby. Al menos, la idea es que este no sea el objetivo principal. Lo importante es disfrutar haciéndolo. Si se puede vivir de ello, genial, pero, si no, también. Si a lo que hacemos le ponemos pasión, siempre encontraremos una solución y un equilibrio. Una forma de sacarle partido.