La firma gallega elPulpo estrena su nueva sede en la Casa del Agua de A Coruña

ElPulpo estrena nuevas oficinas. La firma gallega, especializada en moda casual, inauguró ayer su nueva sede, bautizada como Casa de elPulpo, en la Casa del Agua de A Coruña en una fiesta a la que asistió el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, y que contó con la presencia de Xosé A. Touriñán y David Amor, quienes aportaron su toque de humor a un evento amenizado por un violinista.

Estas nuevas instalaciones, diseñadas por el arquitecto Marcos Samaniego, ponen en valor la responsabilidad arquitectónica y la innovación. Esta nueva sede, con espacios para oficinas y un showroom para empresas, se suma a la tienda que la marca coruñesa tiene en la plaza de Galicia, también en la ciudad herculina.

Esta nueva sede supone el inicio de un proceso de implantación de mejoras tecnológicas fundamentales para el desarrollo y crecimiento de la firma de moda, que busca convertirse en un referente textil responsable tanto en Galicia como fuera de la Comunidad.

En su discurso tras un recorrido por las instalaciones, el presidente de la Xunta reivindicó la proyección de la moda gallega, a la que considera como "uno de los bastiones que mejor representa el impulso de la comunidad". Rueda, además, quien dijo sentirse cómodo vistiendo prendas de elPulpo, ensalzó esta marca gallega como "símbolo de sostenibilidad y compromiso con el medio ambiente".

Por su parte, José A. Chacón, fundador de la marca gallega, afirmó que “este proyecto supondrá un antes y un después para la compañía, puesto que gracias a las nuevas instalaciones podremos tener capacidad de control total del proceso de producción y de toda de la cadena de valor".

Al acto, al que acudieron numerosas personalidades gallegas de todos los ámbitos, se clausuró con un particular “Conxuro da Queimada” a cargo del actor y humorista Xosé A. Touriñán. Acompañado por el también humorista David Amor y con la ayuda del entrenador del Obradoiro, Moncho Fernández, Touriñán puso el broche final a un acto en el que no faltó la música, de la mano de un violinista; ni tampoco la magia.