En materia capilar, el encrespamiento ha pasado a ser uno de nuestros mayores enemigos. Si vives en A Coruña sabrás que en esta ciudad no hay piedad para las melenas ni recién lavadas ni peinadas, sobre todo aquellas de cabello fino y cuya textura natural es ondulada o rizada –aunque los lisos tampoco se libran, sobre todo cuando llueve–. Esta tendencia al frizz se produce como respuesta a la falta de humedad en el cuero cabelludo, que este mismo absorbe del ambiente, provocando así el efecto de pelo encrespado. Cierto es que un bad hair day lo tiene cualquiera, sí, pero cuando lo sufres de forma continuada, tienes un problema de encrespamiento y no queda otra que luchar contra él.
Además de su propia naturaleza y de vivir en un clima predominantemente húmedo –elementos sobre los que, por desgracia, no podemos ejercer ningún control–, existen otros factores que potencian el pelo encrespado. La falta de hidratación y la ausencia de cuidados adecuados a nuestro tipo de pelo son clave, pero también lo son abusar de los tintes, mechas o decoloraciones –sobre todo si la técnica no es la más adecuada–. A veces, hemos de rendirnos y admitir que resulta incontrolable, pero antes de eso, hay varias cosas que puedes poner en práctica y algunos productos que merece la pena probar.
Hidratación al máximo
Comienza desde los cimientos y aplica productos ultra hidratantes a tu pelo. Para ello podemos usar fórmulas antiencrespamiento, champús o aceites naturales, mascarillas que aporten nutrición (dejando que actúen de 10 a 15 minutos, no dos). Es muy importante –y no tan obvio– frotar solamente el cuero cabelludo, si frotas todo el cabello conseguirás que el roce dañe la cutícula. Pero, además, usar siempre acondicionador: facilita el desenredado, minimiza la electricidad estática, evita que se levante la cutícula que protege el cabello y la entrada de agua en la fibra, lo que evita el encrespamiento. Recuerda que, a la hora del secado con la toalla no se debe frotar, sino presionar suavemente sobre el cabello mojado para retirar el exceso de humedad.
Lavar el pelo con agua templada y prestar atención al secado
El agua caliente reseca el cabello, por lo que lo ideal es utilizar agua tibia y acabar con agua fría porque el agua fresca cierra la cutícula, aportando brillo y un aspecto más suave y liso. Al contrario de lo que suele creerse, dejar secar el pelo al aire no es una buena opción si queremos evitar el frizz pero, antes de aplicar calor debemos aplicar un protector térmico y, además, elegir secadores que eviten la electricidad estática, usarlo a temperatura media, y cuando esté seco aplicar aire frío para fijar el peinado y pulirlo.
Cepillar el pelo todos los días (y todas las noches)
Es fundamental desenredar el cabello para prevenir el daño en la fibra capilar. Esto implica cepillarlo a menudo, por ejemplo, cuando llegas a casa, puesto que con el viento y el roce de la ropa tiende a enredarse más, y por las noches, sobre todo si vas a aplicar para dormir algún sérum o mascarilla. Este gesto tan sencillo de cuidado cotidiano aporta muchísimo brillo al cabello al estimular la microcirculación del cuero cabelludo. Respecto a cómo hacerlo, los expertos recomiendan cepillar el pelo desde las puntas hasta la raíz para evitar tirones y roturas por tracción.
Recoger el cabello cuando hace viento
No solo resulta mucho más cómodo sino que, además protege el cabello del roce que hace que se abra la cutícula y esté mucho más desprotegido frente a las agresiones externas. Recogerlo en un moño o una coleta es una forma sencilla de evitar que se enrede, además, evitamos que se ensucie antes de tiempo a causa del viento.