Pocas son las prendas que nunca pasan de moda ni se ven afectadas por el ritmo frenético de las tendencias, y el vestido lencero –también conocido como slip dress es una de ellas. Y aunque se reinventa temporada tras temporada a través de escotes pronunciados o drapeados, colas o aberturas, transparencias, texturas satinadas o en seda… la esencia de esta prenda que popularizara Kate Moss en los 90 sigue siendo la misma.

En 1996, John Galliano en su etapa para Dior creó para Lady Di uno de los diseños más icónicos, pero fue la súper modelo británica la que consiguió que esta pieza de líneas sencillas y vocación nocturna pasase a formar parte del imaginario colectivo fashion para siempre convirtiéndolo en seña de identidad de su estilo durante la década de los 90. Inolvidable el que lució en la fiesta de la agencia Elite Model en 1993, un slip dress totalmente transparente que combinó con unas chanclas y cuya imagen continúa tan vigente como entonces.

H&M.

Entre sus looks de archivo también están los que lució en 1995 en una cena homenaje al fotógrafo Richard Avedon, o el que exhibió en la Gala del Met de ese mismo año firmado por Calvin Klein, con la espalda descubierta y en un tono amarillo pálido. O el diseño de Fendi que, 28 años después, con motivo de la Gala del Met 2023 que rendía homenaje a Karl Lagerfeld, la top combinó con una capa rosa empolvado.

Pero Kate no estaba sola. Gwyneth Paltrow apostaba por este diseño cada vez que tenía un evento, incluso cuando recogió el Oscar en 1999 con aquel modelo rosa bebé de Ralph Lauren, y Carolyn Bessette se casó con un diseño de Narciso Rodríguez sencillo hasta decir basta.

Massimo Dutti.

Si hay algo indiscutible es que, con el paso de los años, el slip dress se ha convertido en un clásico del armario femenino, algo que saben muy bien las coruñesas, que lo ha adoptado como uniforme impecable de primavera combinándolo con una chaqueta de piel. Elegancia, feminidad y sensualidad son algunas de las características que definen este diseño de esquema ultrasencillo: tejido ligero con algo de brillo (piel de ángel, satén o seda, preferiblemente), corte al bies y tirantes finísimos.

Y no, no es una prenda solo para el verano. De hecho, una de las ventajas del slip dress es usarlo como base para ir creando looks a base de superposiciones para jugar con las texturas, los colores y las situaciones. Con una camiseta debajo cuando los días sean más frescos, con un cárdigan de punto o incluso con unos pantalones masculinos debajo que descontextualicen el look.

Zara.

Su adaptabilidad permite variar tanto en un estilismo perfecto de trabajo como en uno pensado para las alfombras más exclusivas. Para un día en la oficina, la combinación con una camisa blanca por debajo y unas bailarinas brinda el equilibrio perfecto entre elegancia y profesionalidad.

Si lo que buscamos es un look más relajado, podemos optar por combinarlo con una camiseta básica y unas zapatillas. Añade una chaqueta de piel para demostrar que la moda puede ser cómoda sin necesidad de sacrificar el estilo. En cualquiera de estos casos, los accesorios desempeñan un papel fundamental: la selección adecuada de joyería puede añadir ese toque desenfadado inherente del vestido.

Pero cuando la ocasión requiere un look más especial, permite que el vestido hable por sí mismo. En este contexto, menos siempre es más, y la sutil elegancia de esta prenda no necesita más que un peinado acorde y unos tacones para conseguir un estilismo de impacto. Sí, un slip dress es siempre una buena idea y las tendencias de primavera/ verano 2024 –y las coruñesas– lo confirman.