En un mundo donde la velocidad del contenido se mide por segundos, y donde las redes sociales exigen una atención casi constante, encontramos a una influencer que ha decidido tomarse su tiempo para crear. Con más de 113.000 seguidores en sus redes sociales y una creciente comunidad, la influencer coruñesa My Blueberry Nights ha logrado equilibrar su vida personal y profesional con un mundo que requiere de una atención casi continua.
"Mi rutina la marca mi bebé. Me levanto a las 07:30 horas, desayunamos, nos duchamos, lo llevo a la escuela y vuelvo a casa a trabajar", explica de manera natural y sincera. Su vida profesional consiste en gestionar redes sociales, por lo que su día a día transcurre creando y programando para mantener al día a sus miles de seguidores.
Iria Lata comenzó en el mundo digital a través de un blog de moda en 2011. En ese momento estudiaba Magisterio Infantil en la Universidad: "Yo no quería estudiar eso, pero en mi casa no estaba muy bien visto lo de estudiar moda, por el tema de que no tenía salidas". Es por eso por lo que buscó alternativas. "Empecé a compartir ahí mis looks y fui evolucionando. Así, hasta día de hoy, que incluso me dedico a ello", asegura llena de orgullo.
El nombre del blog, My Blueberry Nights, lo sacó de una película: "Me pareció un nombre muy bonito". Le gustó y lo usó para su cuenta de Instagram cuando comenzó a explorar la plataforma. El proceso de crecimiento desde que se creó el blog hasta día de hoy fue paulatino, "sin un gran "boom" de seguidores". Los "stories" en Instagram ayudaron a aumentar la cercanía con su audiencia. Aunque reconoce que la pandemia fue un punto clave en su carrera, ya que fue un periodo que impulsó mucho las ventas online y favoreció su visibilidad.
Suficiente para mantener a una familia
A los 23 años, Iria empezó a trabajar en el sector de la moda y a gestionar redes sociales para diferentes marcas. "Empecé a trabajar en la empresa de moda de una amiga. Durante año y medio estuve compaginando ambas cosas para poder cobrar las colaboraciones que empezaban a salir en Instagram y a llevar redes sociales", cuenta Iria Lata.
La decisión de hacerse autónoma fue difícil, pues implicaba dejar un trabajo fijo, pero la opción de ser su propia jefa le permitió mantener una seguridad financiera al gestionar redes sociales y diversificar sus ingresos. A día de hoy, sigue trabajando como gestora de redes sociales, además de su actividad en Instagram.
Actualmente, la mayor parte de sus ingresos mensuales provienen de Instagram. "No sé lo que cobran los demás, pero por ejemplo, durante el primer año después de ser madre, yo y mi pareja vivíamos los dos de lo mismo. O sea, montamos una empresa juntos: él me ayudaba a crear mis vídeos y nos ayudábamos mutuamente. Estuvimos los dos viviendo del mismo trabajo. Y eso con 100.000 seguidores", confiesa la influencer.
El día a día
Aunque el trabajo de influencer se suele asociar con la constante creación de contenido y la interacción rápida en plataformas como Instagram o TikTok, Iria Lata ha decidido tomarse un enfoque más reflexivo y personal. "Hay veces que no vuelvo a casa, porque tengo que crear contenido en sus locales, pero generalmente sigo el trabajo desde casa", comenta sobre su día a día.
"A mí no me afecta que me digan que estoy más gorda o que no les gusta mi pelo"
Pero no todo es tan sencillo como parece. La competencia de las plataformas más dinámicas, como TikTok, donde reinan la rapidez y lo espontáneo, no es fácil de manejar para alguien que prefiere tomarse su tiempo para crear contenido de calidad. "Indirectamente le doy prioridad a mi trabajo de redes sociales. Sé que me penaliza en el tema de seguidores porque claro, la gente ahora pide más TikTok, que es mucho más dinámico, todo el rato contenido de cualquier cosa. Y yo soy más del blog, me gusta cuidar más el contenido que hago. Y eso en TikTok ya no funciona. Es como más: 'No, no, yo quiero contenido rápido'", afirma pensativa.
Los 'haters'
La influencer ha aprendido a lidiar con los haters de manera tranquila y madura. "Ahora mismo súper bien", dice sobre cómo gestiona las críticas. Aunque admite que antes le afectaban más cuando se dirigían a su entorno cercano, hoy en día tiene claro qué le molesta y qué no. "A mí no me afecta que me digan que estoy más gorda o que no les gusta mi pelo", comenta, destacando que ha pasado por diferentes tallas y es consciente de su cuerpo: "Si tengo que comprar la 42, la compro, y si luego la 38, también"
Lo que realmente le dolía era que se metieran con su familia, especialmente con su marido. "Lo dejé de sacar en redes sociales porque me afectaba más a mí que a él", explica. Sin embargo, ha aprendido a no entrar al trapo: "Al principio intentaba desmentir todo, pero no funciona. Al final, es mejor dejarlo pasar y no alimentar el bucle." Así, Iria Lata ha logrado mantener la calma ante los ataques, priorizando su bienestar y el de los suyos sobre las críticas ajenas.