Son de Camagüey nació en A Coruña en 2015. Inicialmente, era un proyecto musical de cinco amigos cubanos que buscaban reconectar con sus raíces y recuperar la esencia de la música con la que se criaron. Sin embargo, diez años después, Son de Camagüey se ha convertido en mucho más.
"Nacimos para brindar Cuba al pueblo gallego", resume Tony, el fundador de la banda. Y sin duda ha conseguido su objetivo: los 11 integrantes de la agrupación recorren Galicia cada semana con el objetivo de poner a la gente a bailar con "los temas que escuchan actualmente los cubanos". Quincemil no ha podido reunir a todo el grupo en un mismo espacio, pero sí a Tony, su director y timbalero; Geovani y Rolando; vocalistas; y Alfredo, pianista y arreglista.
El ritmo isleño con el que se criaron y crecieron es lo que les mueve en cada actuación a dar lo mejor de sí. Y esa energía se traduce al público: "Somos la máquina de la ley", asegura Geovani, uno de los vocalistas. "La ley es algo que tienes que cumplir sí o sí, y quien viene a nuestros shows es inevitable que no baile. Por eso digo que somos la máquina de la ley", explica.
Son de Camagüey no tiene nada en contra de Guantanamera, pero siempre han buscado innovar más. Ronaldo, también vocalista, dice que son "un grupo cubano tocando la música que le gusta al cubano de barrio". El objetivo está claro: bailar. Este año la banda cumple una década encima de los escenarios y, para celebrarlo, trabajan en una gran gala. El evento será, si es posible, en noviembre, y será un homenaje a Pablo Milanés.
¿Cómo nace Son de Camagüey?
T: Nos remontamos al 2015. La idea realmente nace de un batería famoso acá en A Coruña, Antonio Cruz, de Los Tamara. La idea era juntar a los artistas cubanos que estábamos en la ciudad y crear una banda seria y potente centrada en hacer música cubana.
¿Cómo fueron esos primeros pasos?
T: Comencé llamando a mis amigos cercanos que ya habíamos coincidido en otras agrupaciones. Al principio éramos cinco y ahora somos 11, mira cómo creció la cosa (ríe). La verdad es que todos los compañeros me respondieron a la primera, a todos le entusiasmó la idea.
Lo que nació como una banda de amigos ahora es una orquesta de 11 personas. Se dice pronto.
T: Realmente para hacer este tipo de música necesitas tener artistas que estén contigo. En este estilo de música necesitas muchos instrumentos y cantantes porque si no se quedaba corto. Además, el público cada vez te exige más.
R: Una fiesta encima del escenario.
¿Por qué Son de Camagüey?
T: Los cinco que empezamos éramos de Camagüey. Ahora hay tres infiltrados, pero todos somos de Cuba. La decisión de que todos fuéramos cubanos no era por discriminar a nadie, ni mucho menos. Simple y llanamente era para sacar esa pureza en la música, sacar esa cosa tradicional que llevamos por dentro. Queríamos la esencia de Cuba.
Llevan diez años al pie del cañón. Ahora, con perspectiva, ¿cómo ha sido la acogida de A Coruña?
G: Ha sido igual que el número de miembros del grupo, ha ido creciendo con el tiempo. Ahora vamos a Sala Garufa y cierran la puerta. Antes no era así. Empezamos a ir algún jueves, algún viernes que nos daban…
T: Tampoco teníamos la idea de que el público nos iba a aceptar como lo han hecho. Nuestra idea desde el principio fue brindar algo diferente, no quedarnos en Guantanamera o Lágrimas negras. Queríamos hacer algo nuevo: hacer música, pero no solo música tradicional, sino música de la actual que se escucha en Cuba. La que ahora baila el pueblo cubano. Nacimos para brindar Cuba al pueblo gallego.
Y finalmente salió bien.
G: La aceptación del público ha sido brutal. Hacemos música bailable, entonces la gente se lo pasa bien. Lo que intentamos sobre todo es sacar a la gente a bailar, a pasarlo bien y a dejarse llevar.
T: Nuestra característica principal es la interacción con el público y la cercanía. De hecho, cuando comenzamos a tocar en el Garufa, ponían mesas delante del escenario y nos sentíamos incómodos porque el público te queda lejos y este tipo de música es para chocar con el público, para bailar.
R: Tú ves en los conciertos caras que se repiten actuación tras actuación. Eso es porque gusta. De hecho, cuando llegué a A Coruña hace seis años, cada vez que había un concierto de Son de Camagüe, yo iba. Y mírame ahora, soy uno de los cantantes (ríe).
Ronaldo, ¿cómo de importante fue tener ese punto de anclaje con Cuba, gracias a Son de Camagüey, en los primeros meses de tu llegada a Galicia?
Imagínate, sales de Cuba con nuevas ideas y llegas a un país nuevo donde hay un sitio donde hay un grupo cubano tocando la música que le gusta al cubano de barrio. Eso te regresa a tu casa. Es muy duro, pero bonito.
En tu caso eres una incorporación relativamente nueva, pero miembros como Alfredo han visto la evolución de la banda. ¿Cómo es pasar de tocar para 10 a tocar para 300 en una década?
A: Una de las cosas principales de este grupo y de cualquier grupo es tener tu público. Nosotros tenemos nuestro público. Llueva o truene, tenemos gente que viene a vernos tocar. Es complicado hacer un público que te siga y que sea fiel a ti, pero es muy fácil echarlo a perder. Por lo menos nosotros hemos logrado eso.
En 2024 celebran su décimo aniversario. ¿Tienen sorpresas preparadas?
T: Queremos hacer el aniversario justo en el mes de noviembre y festejar con artistas locales, salseros… Además, se da la casualidad de que en ese mes se cumplen dos años de la muerte de Pablo Milanés, entonces queríamos homenajearlo en nuestro aniversario. De ahí lo de hacerlo en noviembre, todo depende de si el Ayuntamiento nos cede un teatro.
Tocar en un teatro y en salas de concierto debe ser una maravilla. Sin embargo, en Cuba es habitual actuar al aire libre, en plazas… ¿Es una experiencia muy distinta como músicos?
T: A mí me gusta mucho tocar al aire libre porque en Cuba hay mucha tradición de tocar al aire libre para que el público pueda desmadrarse y bailar a su antojo. También hay salas de concierto, pero la mayoría de las agrupaciones bailables tocan al aire libre. Es una pasada.
A: Este tipo de música es para tocar en una plaza porque esta música es para bailar. En un espacio pequeño es más difícil, por eso e Garufa quitamos las mesas y las sillas.
G: Es que somos la máquina de la ley.
¿La máquina de la ley?
Una ley que es algo que hay que cumplir, algo que hay que hacer. Si tú vas al Garufa a ver a Son de Camagüey tienes que bailar. Te va a obligar la ley, somos la máquina de la ley.