El jede de producción de la OSG, José Manuel Queijo.

El jede de producción de la OSG, José Manuel Queijo. Alberte Peiteavel

Música

Queijo deja la Sinfónica de Galicia tras 32 años: "Me gustaría ser recordado con amistad"

José Manuel Queijo se jubila este lunes 7 de octubre tras tres décadas como jefe de producción de la Orquesta Sinfónica de Galicia

5 octubre, 2024 05:00

Si la palabra más buscada en google es "traductor", en la Sinfónica de Galicia el más buscado es Queijo. Es el resolvedor de problemas técnicos, y no técnicos, de la OSG. José Manuel Queijo, vecino de Monte Alto, es el jefe de producción de la OSG y cualquiera que haya colaborado con la Orquesta Sinfónica de Galicia o alguno de sus proyectos, sí o sí ha tenido que conocerlo.

De él depende que el devenir de todo el concierto sea un éxito, ya que para que un músico pueda dar lo mejor de si mismo y el oyente disfrutar de lo que escucha y ve, debe existir un gran equipo detrás encargado de que todo esté en su sitio en el momento preciso. Meticuloso y previsor como pocos, Queijo, como es conocido en el mundillo, siempre tiene un plan B o C en su mente para cada acción que pueda ocurrir, que no son pocas, desde solucionar la falta de luz en el foso de la orquesta una vez empezada una ópera, a encajar a la orquesta en un escenario más pequeño de lo previsto en una gira internacional.

Faltándole un par de añitos para cumplir los 65, tras más de media vida dedicada en cuerpo y alma a la OSG y habiendo trabajado desde los 14 años en otros proyectos, aborda una nueva etapa para disfrutar de su familia y retomar su pasión por el golf. Esta entrevista, como no puede ser de otra manera, sucede en su casa, el Palacio de la Ópera, auditorio que conoce al dedillo. 

José Manuel Queijo.

José Manuel Queijo. Alberte Peiteavel

El lunes 7 de octubre, coincidiendo con el día de la patrona de la ciudad, cumplirás 32 años trabajando para la OSG, los mismos que tiene la orquesta, y será tú último día de trabajo. ¿Cómo fueron esos inicios?

A mi me llama en el 92 el anterior director del Palacio de Congresos explicándome que el 15 de mayo arranca el proyecto de la Sinfónica de Galicia y que le gustaría poder contar conmigo como personal del edificio, pero para trabajar con la Orquesta y acepté. Unos meses después Juan Bosco, el gerente de la orquesta en ese momento, me propuso pasar a plantilla de la orquesta y se hizo efectivo el 7 de octubre. Poco lo tuve de jefe, porque a las tres semanas hubo reemplazo de gerente y ya empezó la etapa con Enrique Rojas de gerente y Víctor Pablo Pérez como director artístico. 

Desde afuera ese cambio lo vivimos como un momento complicado y con mucha incertidumbre del futuro de la OSG.

Igual era la percepción afuera, pero la verdad es que internamente nunca hubo esa sensación de que esto se acababa. Es cierto que hubo problemas internos graves, esos enfrentamientos entre músicos que no fueron ni bien gestionados ni bien atajados, pero el concejal de cultura José Luis Méndez Romeu tomó decisiones rápidas y efectivas, impuso sus normas, hubo despidos y reemplazo de gerente y director y fue ahí cuando la OSG vivió su época dorada. 

Las instrucciones del Ayuntamiento eran claras: es la Orquesta Sinfónica de Galicia y tiene que estar en todas las localidades de Galicia que lo soliciten, como así fue

José Manuel Queijo

¿Cómo fue esa época con el titán Enrique Rojas como gerente?

Enrique tardó unos meses en incorporarse porque estaba de gerente en la Orquesta de Tenerife y desde allí nos daba las instrucciones. Su idea era profesionalizar la orquesta y desburocratizar la administración para ser más ágiles y poco a poco lo fue consiguiendo, aunque fue una época de muchísimo trabajo. Las instrucciones del Ayuntamiento eran claras: es la Orquesta Sinfónica de Galicia y tiene que estar en todas las localidades de Galicia que lo soliciten, como así fue, llegamos a tocar hasta en el cine de O Carballiño. 

En lo económico también iba bien, ¿no?

Sí, quizás fue la mejor época. Era el inicio de la orquesta, había apoyo total del Ayuntamiento, no es que sobrara el dinero, pero era suficiente para lograr todo lo que se pretendía. Poco a poco fueron entrando empresas privadas que aportaban buenas cantidades y también al final entró Caixa Galicia que permitió crecer hasta el punto de poder hacer el Festival Mozart. Fueron momentos económicos y musicales importantes en ese momento, que empezaron a resquebrajarse con la fusión de Caixa Galicia y Caixa Vigo, a partir de ahí fue cuando se empezaron a notar los primeros problemas económicos. 

Imagino llegarías a la orquesta con un bagaje en producción, pero con desconocimiento de música clásica.

No, precisamente me llamaron por mi experiencia en la música clásica. Trabajé previamente durante muchos años en una empresa de iluminación y sonido donde hacíamos montajes de todo tipo y de ahí pasé a una empresa de publicidad que había montado un estudio para grabar cuñas publicitarias, teníamos una empresa que trabajaba con nosotros que gestionaba Allegro conciertos, que era la empresa que organizaba los antiguos Conciertos de palacio, que en ese momento se llamaban Las grandes orquestas del mundo y yo me fui con ellos un par de años organizando este ciclo. Cuando nace la OSG, nos quitan la subvención que teníamos para realizar los conciertos y es cuando me llaman por primera vez para darle servicio a la Orquesta porque no había personal que supiera como funcionaba técnicamente una orquesta.

Cuando hay cualquier problema todo el mundo busca a Queijo. Que falla el teléfono, Queijo; problema logístico, Queijo; no sé si eres imprescindible, pero al menos lo pareces. ¿Cuáles son las funciones del jefe de producción?

La misión es sacar el espectáculo adelante de la mejor forma posible técnica y gastando el menor dinero posible. Controlar y gestionar todas las infraestructuras, también controlar ciertas partes de la telefonía e informática del Consorcio, partes técnicas de la Escuela Municipal, de la Orquesta Joven, las orquestas infantiles, los coros y atender peticiones técnicas de otras entidades como la Banda Municipal, Amigos de la Ópera, la Sociedad Filarmónica y otras instituciones no sólo de A Coruña sino de toda Galicia. 

¿Y más concretamente?

Pues contacto con el director de cada programa con varios meses de antelación y le facilito la información sobre los días de trabajo, la composición de la orquesta, donde son los conciertos y cualquier aspecto técnico. Luego él nos indica el orden de los ensayos y que va a hacer en cada franja horaria, se coordina también con el solista para que tenga toda la información y se remite todo a administración para redactar el contrato y a partir de ahí organizar viaje, transfer, hoteles, montaje de escenarios, sus traslados en camión, etc. 

Digamos que producción se encarga de que en el concierto tanto público como artistas no necesiten nada

Exactamente. Lo mejor que puede pasar es que nadie sepa que existes: si no se percatan de nuestra presencia es que todo está bien y funciona. La idea es que cuando un músico llega a su silla lo único que necesite es su instrumento, que lo demás esté resuelto y al público lo mismo. Tú llegas y hay una azafata que te indica tu asiento, tu programa de mano y te dedicas a disfrutar del concierto. 

Alguna vez habrá fallado, ¿no?

Alguna que otra vez. De hecho, ayer, comiendo con unos amigos, me comentaban que habían leído una crítica del año 1999, de El Barbero de Sevilla de Rossini, primera ópera con la Sinfónica en el Palacio de la Ópera y al rato de comenzar se va la luz del foso donde están los músicos. El cantante empieza a dudar si seguir o parar y como a la hora de hacer los montajes estoy muy encima me di cuenta que había sido un cortocircuito en el foso. Inmediatamente cogí al jefe de eléctricos y me metí en el medio de los músicos mientras ellos seguían tocando hasta que lo encontré rápidamente. 

Hasta ahora estando yo de jefe de producción nunca ha tenido que pararse o cancelarse un concierto y esperemos que pueda jubilarme con ese honor

José Manuel Queijo

¿Y no se interrumpió la ópera? 

No, porque le dimos orden al técnico de luces de que diera la luz de saludo de la orquesta, que es una luz que solamente se utiliza al final de la ópera cuando el maestro levanta a la orquesta, para que los músicos tuvieran la luz suficiente para ver la partitura y no tener que parar. La verdad, fueron un par de minutos eternos hasta que se restableció todo.  

Siempre hay cosillas. Recuerdo una gira por Alemania con Carmina Burana con 250 músicos en gira y llegamos al sitio y el escenario no valía: era pequeño, no tenía alturas para el coro... Un desastre total. Hasta el tour manager que organizaba había llamado comunicando que se cancelaba y nosotros lo sacamos adelante. Hasta ahora estando yo de jefe de producción nunca ha tenido que pararse o cancelarse un concierto y esperemos que pueda jubilarme con ese honor.

32 años dan para mucho, te conocerás al dedillo todos los auditorios de Galicia.

Si tú me enseñas una foto de un auditorio de España donde se vea una silla, una atril o una butaca es fácil que te diga qué auditorio es. Son muchos conciertos y las medidas exactas no, pero ya sabes los problemas que puede tener para acceder, cargar y descargar. Por ejemplo, acústicamente para mi los mejores son Zaragoza y el Auditorio Nacional de Madrid, también me gustan mucho Santiago y el auditorio de Ferrol que es una sala que nos encanta a todos.

Así como Zaragoza y Madrid son acústicamente muy buenas, para trabajar son bastante complejas. La descarga en Madrid es una auténtica tortura, en la acera directamente con el público pasando. Descargas por una puerta lateral y una parte de los instrumentos los tienes que subir por unas escaleras al escenario, ya que está en la primera planta, y la otra parte con un montacargas al primer sótano, atravesar un pasillo enorme para poder llegar al otro montacargas que te sube las cosas hasta el escenario.

Ferrol es una gozada, descargas a pie del escenario directamente, el personal es súper profesional y montas la orquesta en un momento. Es cierto que carece de otras cosas, falta de camerinos y que hace un frío tremendo porque el aire acondicionado falla muchísimo, pero la orquesta se siente muy cómoda y los músicos escuchan cosas que en el Palacio de la Ópera son imposibles por su penosa calidad acústica.

En tu experiencia, ¿se ha deteriorado mucho el estado del Palacio de la Ópera?

Bajo mi punto de vista tiene un problema de personal interno bastante grave. Un edificio de este tamaño no puede tener dos personas de mantenimiento. A partir de ahí el edificio sufre y hay ciertas cosas que ya no se pueden reparar. A esto le sumas que es un edificio municipal con una concesión a una empresa privada, que obviamente lo que quiere es gastar menos dinero para ganar más, la concesionaria no lo arregla porque el edificio no es suyo y el Ayuntamiento porque lo gestiona una empresa privada y así se llegó al actual estado.

Parece ser que ahora se está entrando en una fase de inversión por las dos partes. La semana pasada estuve en la cubierta y prácticamente ya están finalizados los trabajos de impermeabilización y esperamos que a partir de ahora deje de llover dentro. Ciertas cosas que no se podían arreglar por esa entrada de agua ahora sí podrán hacerse. 

Intentaré ir a conciertos aunque dejaré pasar un tiempo para disfrutar de esta gran orquesta como un aficionado más y poder dejar de ver conciertos desde la parte técnica

José Manuel Queijo

Te jubilas anticipadamente con una salud y aspecto inmejorable, imagino es una profesión de mucho sacrificio personal y familiar.

Yo empecé en la producción con 14 años y ya con 63 son muchos años en esto. Es cierto que los retos estimulan y tenía pensado jubilarme el año que viene, que teníamos una gira muy potente con la orquesta por España, pero se ha cambiado el programa y se ha transformado en una gira de las normales y lo que me animaba era hacer una gira con casi 200 personas.

Así que decidí anticiparlo. El lunes cumplo 32 años trabajando con la OSG y es el mejor momento. Esta vida requiere que estés mucho tiempo fuera de casa, conectado a todas horas, todo el mundo detrás de ti para resolver cosas y es hora de devolver ese tiempo a mi familia, a mi nieta y retomar la lectura y sobre todo el golf. En su momento fui subcampeón de Galicia en mi categoría y 18º de España. 

Y para viajar 

Sí, sí, pero a mi ritmo, no al de 120 personas (risas). 

¿Echarás de menos esto?

La Sinfónica de Galicia somos una gran familia y me imagino que no al día siguiente, pero pasada una semana ya los echaré de menos. Intentaré ir a conciertos aunque dejaré pasar un tiempo para disfrutar de esta gran orquesta como un aficionado más y poder dejar de ver conciertos desde la parte técnica. En 32 años no he disfrutado ningún concierto porque siempre debía estar atento por si surgía algo que solucionar. 

Aún así te saldrá música por las orejas y tendrás un compositor preferido

Me dirás que estoy loco, pero no me gusta Beethoven. Lo demás me gusta todo: desde la música contemporánea hasta Bach, pero a Beethoven no he llegado a cogerle el punto. 

¿Con qué momento te quedarías? 

Pues la verdad nunca me había hecho esta pregunta y no sabría decirte, me salen más los malos momentos (se ríe). Quizás uno a nivel técnico de un concierto hace años en las cuevas de Zugarramurdi en Navarra para la Quincena Musical Donostiarra. Fue un reto súper complicado, quizás el concierto más difícil hasta hoy.

Me fui una semana antes para preparar todo porque era una plantilla grande y muy complejo todo. Había una parte del escenario que era flotante y debía apoyarse sobre el propio escenario, ya que no podías apoyarlo sobre la orografía. A ello había que añadirle luz, sonido, organizar prensa de toda España y Francia... un gran reto que salió muy bien. 

¿Cómo te gustaría ser recordado por tus compañeros de la Sinfónica de Galicia?

A mí simplemente con que me recuerden con amistad me vale. Para mi la amistad es lo más importante y creo dejo muy buenos amigos dentro de la orquesta.