La primera y única vez que Alicia se replanteó dejar el tango fue cuando falleció su compañero de baile Manuel el alemán. Ocurrió un año después de abrir su propia escuela de danza, Tangente: un proyecto que creó la bailarina junto con Manuel y su marido Miguel. Pero a los pocos meses de inaugurar la escuela, en 2014, un cáncer galopante le arrebató la vida a su socio: en 12 días la enfermedad se lo llevó.

Fue en el año 1994 cuando la bailarina tuvo su primera toma de contacto con la danza. Alicia tenía unos treinta y pocos años cuando se divorció del padre de sus tres hijas. "Yo estaba muy mal en aquel entonces. Un día iba caminando por la Calle Real, sin saber ni donde tenía los pies, cuando de repente escuché a lo lejos la canción de La Comparsita y algo se encendió en mi interior", cuenta emocionada. En ese momento levantó la cabeza y vio a un padre y una hija bailar aquella canción.

Se trataba de una familia que había emigrado de Argentina a A Coruña hacía no mucho tiempo."La niña conocía a mi hija y se acercó a darle un abrazo" algo que llamó la atención de Alicia. Comenzaron a hablar y enseguida hicieron migas. Como en aquel entonces, tras la separación, Alicia tenía espacio de sobra en casa y no le venía mal la compañía, acogió a la familia en su hogar. Lo que esperaba que fuesen meses de convivencia, terminaron siendo cinco años.

Alicia y el argentino aprovechaban cualquier momento para escaparse al parque de Santa Margarita y practicar aquella danza. Se convirtió así en su primera pareja de baile y su mentor. Pasaron los años y la familia de argentinos tomó otro rumbo. Sin embargo, todo ello fue el inicio de toda una trayectoria profesional.

El segundo compañero de baile de Alicia, y el que la acompañó hasta el último aliento de su vida, fue Manuel el alemán. Realmente no era de Alemania, era gallego, pero se mudó a ese país y de ahí el apodo. Aun así buscaba cualquier hueco para echarse un baile con la bailarina coruñesa.

En cuanto falleció Manuel, Miguel le demostró a Alicia la mayor declaración de amor que le puede hacer un hombre a una mujer: aprendió a bailar tango por ella. "Fue un duro golpe. Me costó mucho retomar la carrera, pero Miguel me dijo que cómo lo iba a dejar después de tantos años dedicándole mi vida al baile", cuenta la bailarina. Miguel no tardó en convertirse en todo un profesional. También es cierto que si algo tenía claro Alicia era que "no quería una pareja que no bailara", así que a Miguel no le quedó otra opción.

Un cúmulo de acontecimientos

Juntos sacaron el negocio adelante, con tan mala suerte de que unos años después de la apertura sufrieron una inundación en la escuela. "Tardaron seis meses en arreglar la sala", cuenta Miguel. Y después llegó la cuarentena. Un cúmulo de factores que obligaron a la pareja a tomar la decisión de prescindir de la sala y pasar a dar clases en salones alquilando por horas.

A día de hoy, Tangente cuenta con una extensa agenda de clientes que siguen los pasos de la pareja. Entre los últimos programas que ofrecen está un curso intensivo junto con los maestros Gustavo Russo y Florencia Lucano el próximo sábado 12 de octubre en el hotel AC by Marriott. Y si algo quieren dejar claro con sus clases es que "el tango no es difícil".

"Mi vida es un tango"

"Mi vida es un tango", ríe Alicia. Quién le diría a ella que el día en el que se encontró con aquella familia de argentinos iba a encontrar el motivo por el que seguir adelante. Todo ello no hubiera sido posible, claro está, sin la ayuda de Miguel, que no dudó en tomar clases en cuanto ella más lo necesitaba: ¿Qué más se puede pedir? "Se lo curró. Tiene mucho éxito, tanto a nivel sentimental como profesional. Y ya no solo bailando conmigo, sino con otros profesores", cuenta la mujer emocionada.

De hecho, Miguel es el claro ejemplo de que nunca es tarde para aprender a bailar. Ambos, a sus 67 años, organizan numerosos eventos. No tienen pensado jubilarse, al fin y al cabo, esta es su pasión. "Mucha gente piensa que es difícil porque tan solo se muestran los vídeos de los profesionales, pero hay más detrás", confiesa Miguel.