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Con el inicio del curso escolar es más frecuente una mayor interacción de los niños, por lo tanto, hay un mayor riesgo de contagio de enfermedades infecciosas, muchas de ellas de carácter viral y autolimitado y que no revisten gravedad.
Por todo ello, es importante insistir en la prevención, que incluye además de la recomendación de vacunación a toda la población infantil, la enseñanza y la práctica de hábitos de higiene, algunos tan sencillos como el lavado de manos a los más pequeños, para así protegerse de posibles contagios.
En esta etapa infantil se da una enfermedad conocida como el Síndrome o enfermedad mano-boca-pie. La doctora Yolanda Saldeño Pérez, pediatra del Hospital Quirónsalud A Coruña, nos aclara como puede cursar esta enfermedad y nos da algunas pautas para un correcto abordaje.
¿Qué es la enfermedad mano-boca-pie?
Es un proceso vírico propio de la infancia, más propio entre los 12 meses y los tres años. Suele cursar en brotes y puede aparecer en cualquier momento del año, pero es más común en verano y primavera, pero sobre todo cuando hay un mayor contacto entre los niños. El virus que lo provoca es el Coxsackie, que pertenece a la familia de los enterovirus.
¿Cómo se suele manifestar esta enfermedad?
Entre que un niño se contagia y tiene los primeros síntomas pasa un periodo de incubación que está entre los tres y los seis días. Aparecen síntomas como son la fiebre, ampollas y/o pápulas alrededor y dentro de la boca, así como en las plantas de las manos y de los pies. Hay algunos niños que la pueden pasar sin síntomas, pero aun así pueden contagiar a otros niños. Estas ampollas y/o pápulas pasan entre los cinco y los siete días de forma espontánea.
Hay que estar alerta si el niño presenta síntomas como mal estado general, le cuesta respirar o deja de comer
¿Es contagiosa? ¿Cómo se suele contagiar?
El niño puede contagiar tanto en el periodo de incubación de la enfermedad, durante esta o incluso en semanas posteriores a estar infectado. Además, es un virus que se queda muy fácilmente en lo objetos, como juguetes, mesas, toallas... y esto hace que si no tomamos medidas de precaución pueda haber una mayor transmisión.
¿Cómo podemos prevenirla?
Actualmente no hay vacunas específicas para este virus. Lo que podemos hacer para su prevención es extremar las precauciones y lavarse mucho las manos, sobre todo después de cambiar el pañal en aquellos bebés que tengan la infección, ya que el virus se transmite por las heces, por la saliva y por las secreciones nasales.
Tener cuidado cuando el niño tosa y desinfectar muy bien todas las superficies con las que ha estado en contacto: los juguetes, la mesa y el resto de objetos. Procurar que las toallitas y pañuelos sean desechables y no volver a utilizarlas después de un uso. Las toallas también deben ser de un solo uso.
¿Cuándo debo acudir al pediatra?
Aunque es una enfermedad leve y se resuelve sola, hay que acudir al pediatra para que diagnostique que es esta enfermedad y no otra que tenga síntomas similares. Hay que estar alerta si el niño presenta síntomas como mal estado general, le cuesta respirar o deja de comer. A veces al aparecer lesiones dentro de la boca, les cuesta masticar y dejan de comer. Entonces hay que acudir al médico.
¿Cuál es su tratamiento?
No existe un tratamiento médico específico, la mayoría de los niños mejoran por sí solos en 7 o 10 días. Pero pueden tomarse medidas para aliviar los síntomas y, ante todo, para prevenir la deshidratación. Los niños con la enfermedad podrán volver a la guardería o al colegio cuando la fiebre desaparezca y las llagas en la boca se hayan curado.