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Las personas con diabetes pueden desarrollar una enfermedad ocular llamada retinopatía diabética. Esta ocurre, porque los niveles altos de azúcar en la sangre causan daño en los vasos sanguíneos que irrigan la retina, causando visión borrosa y disminución severa de la visión.
La retinopatía diabética, es una de las principales causas de pérdida de visión y ceguera no recuperable en los adultos en edad laboral, siendo responsable del 10% de los nuevos casos de ceguera al año. Puede afectar a las personas diabéticas de tipo 1 y 2, y una de cada cuatro personas afectadas de diabetes tienen algún grado de esta enfermedad.
"En un inicio de la enfermedad, la retinopatía diabética no causa síntomas, por ello un diagnóstico precoz es muy importante para que puedan aplicarse tratamientos para su control. El paciente con diabetes debe realizar como mínimo un examen ocular al año, además de controlar otros factores como sus niveles de azúcar, colesterol y la tensión arterial, evitar el sobrepeso, realizar ejercicio físico de forma regular y dejar de fumar. Una de las principales complicaciones de esta enfermedad es que no presenta síntomas", señala el doctor Emanuel Barberá, oftalmólogo y coordinador del Instituto Oftalmológico Quirónsalud A Coruña.
Diagnóstico y tratamiento
La detección precoz es fundamental y, con los tratamientos actuales aplicados de una forma adecuada, se podría reducir hasta un 90% la pérdida visual grave y disminuir considerablemente los casos de ceguera en la retinopatía proliferativa, que ocurra al progresar la enfermedad. En la fase final de la enfermedad, la retinopatía diabética produce un desprendimiento de retina. "Esto es un daño ya irreversible de la enfermedad, por eso es importante poder solucionar esta complicación antes de llegar a este nivel", explica el doctor Emanuel Barberá
Los vasos sanguíneos dañados por la retinopatía diabética pueden causar una pérdida de visión de dos maneras. Se pueden desarrollar vasos sanguíneos anormales y frágiles que dejan escapar sangre en el centro del ojo, disminuyendo la visión, esto es la retinopatía proliferativa que es la etapa más avanzada de la enfermedad. Otra opción sería que la sangre también puede ir hacia la mácula, la parte del ojo que provee la visión central clara, provocando pérdida de visión central.
Para el diagnóstico se lleva a cabo a través de exploraciones de fondo de ojo y otras exploraciones de evaluación microscópica como la tomografía de coherencia óptica, que es una técnica de imagen que permite el diagnóstico, control y seguimiento de los problemas de la mácula mediante emisión de luz y su reflexión en los tejidos del ojo: "Nos proporciona una imagen de las diferentes estructuras y sus capas a modo de escáner en una resolución de micras, pudiendo valorar la existencia de alteraciones por muy pequeñas que estas sean".
El tratamiento depende de la fase de la enfermedad, siendo necesario en algunos casos el tratamiento con láser, con el objetivo es reducir los vasos sanguíneos anormales, generalmente en varias sesiones, inyecciones intraoculares de medicación, y en los casos más avanzados, debe realizarse una vitrectomía para retirar la sangre, tejido cicatricial y vasos que dañan la retina.
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