El viejo sabio lleva 17 años entregado a la disección del comunismo en una (otra) obra descomunal, Los enemigos del comercio (Espasa-Calpe), del que está terminando el tercer tomo. Recibe a EL ESPAÑOL en su casa, gasta ademanes suaves, es amable, hospitalario y proclive a una incorrección libérrima que no deja indiferente a nadie. Pone unas cervezas y un plato de queso y se disculpa antes de zanjar la impertinencia de una avispa.
-No me gusta matar, cuanto más viejo más compasivo, por eso les doy tiempo. (¡Zas!). Lo siento querida, era muy bueno matando moscas, pero mis habilidades tenísticas se han reducido con los años.
¿Cuál es el principal problema de España?
Ser el país más desunido de Europa Occidental. Se nos acercan un poco los belgas, pero no llegan a tanto. Es un país que no quiere ser país prácticamente desde la primera República, el único con cuatro guerras civiles en cien años: las carlistas y la Guerra Civil. Y en las guerras carlistas el contingente catalán fue siempre uno de los destacados. De hecho, el origen de las tres es la llamada Guerra de los Malcontents de 1827, que proclama un Principado de Cataluña por considerar demasiado progresista ¡a Fernando VII! Se le acusa, por ejemplo, de no restablecer la Inquisición.
¿Qué balance hace de estas cuatro décadas de democracia?
Avanzamos a través de crisis, dialécticamente, y soy optimista por temperamento. Pero el Estado autonómico -en origen una concesión al racismo de Sabino Arana a través de Arzalluz- no funciona. Debería asegurar una descentralización, y asegura Reinos de Taifas al estilo siglo XI. Al menos tres Autonomías gastan docenas de miles de millones de dinero público en metas particulares como la inmersión lingüística forzosa, tras recargar vehículos de comunicación doméstica con sintaxis y ortografías tan alambicadas como arbitrarias.
¿Y cómo cree que van a acabar los contenciosos territoriales?
Se pretende que terminen en secesión, mediante fanáticos tan recalcitrantes como los de cualquier otra confesión.
¿Se refiere en exclusiva a Cataluña?
No estoy seguro. En Bélgica, Europa central y las ex repúblicas soviéticas asistimos a un fenómeno de disgregación, que en realidad es concentración nacional. Es difícil pensar en Cataluña o Vascongadas como países independientes, porque la movilidad geográfica ha sido enorme, y las razones esgrimidas para independizarse son pretextos para un complejo de inferioridad lingüística. El regalo primario del país a Cataluña o Euskadi es una lengua hablada por 500 millones de personas; pero sus demagogos se aúpan al mando con un sofrito de victimismo y maquillaje del ayer.
¿Se refiere a la clase política en Cataluña?
Tanto esa casta como la del País Vasco y Galicia copian el modelo mexicano, que todos los años sufraga en el DF una pantomima donde Moctezuma vence a Cortés. Los murales de Siqueiros y Rivera presentan al Imperio azteca como epítome de la armonía social, cuando de hecho exigía y obtenía tributos anuales de 15.000 niños de ambos sexos, para arrancarles el corazón. Cortes ganó ayudado por las tribus disconformes con pagar ese impuesto a dioses-vampiro, ¡y ahora resulta que el bueno se dedicaba por sistema al sacrificio de seres humanos! No menos salvajes fueron los mercenarios almogávares de la llamada Compañía Catalana, especialistas en desventrar primero a los caballos, que devastaron Bizancio y el ducado de Atenas en el siglo XIV. Roger de Flor, su jefe, parece tan heroico como Cortés abyecto, aunque basta informarse para descubrir que Cortés fue un humanista, sencillamente impecable comparado con ellos. Por cierto, todavía no le hemos dedicado una película a esa gloria ibérica, que Prescott -el principal historiador de la Conquista- equipara a Alejandro y Julio César.
¿Qué reformas propondría para solucionar los problemas territoriales de España?
Una agenda guiada por metas de eficacia y ahorro, que en vez de alimentar profusión y rencores evite cualquier doble administración. Ni un céntimo de dinero público para alimentar rencores localistas.
¿Reformaría la Constitución?
Pusilanimidad y sesgo ideológico movieron a evitar el modelo de Estado federal. El autonómico es una especie de churro con reminiscencias de una estructura confederal de tipo helvético, pero no tenemos su grado de civismo. En Suiza hay cuatro lenguas oficiales, una de ellas hablada por el 1% de la población, y cualquier cantón puede independizarse con una mayoría simple en tal sentido. Pero el Juramento de 1291 les vincula a un respeto por la libertad como responsabilidad, y esa madurez no puede fingirse ni darse por supuesta. Singularmente torvo en nuestra Constitución es montar zancadillas a la convocatoria de referendos, y a su carácter vinculante o informativo, cuando estamos ya en la era de internet. Un Estado Federal parece factible.
Esa es la propuesta del PSOE, pero en la práctica no parece que existan muchas diferencias entre un Estado Federal y un Estado autonómico.
Por eso lo digo. Ambos dependen de la buena fe. Si el dato fuese correcto, es curioso que tanto en Cataluña como Vascongadas los recién aclimatados estén entre los principales partidarios de la independencia. Esto merece un estudio profundo.
¿A qué lo achaca?
Quizá al conformismo. Pero todo lo relacionado con esto se ha vuelto tan visceral que da risa, aunque también vergüenza
¿Y entre Monarquía y República?
Desde Benjamin Constant, el teórico de las Monarquías constitucionales, es evidente que una República puede contar entre sus altos cargos con un rey, como Inglaterra, Dinamarca, Suecia y Holanda. Un monarca solo contraviene el Estado de Derecho si ignora la división de Poderes, y mientras la respete será un elemento más del aparato político. Sólo energúmenos confunden al monarca constitucional con un déspota. Es cosa de analfabetos excitados por demagogos.
¿Echa en falta liderazgos políticos sólidos capaces de emprender las reformas que necesita España?
Bueno, un pueblo va teniendo lo que merece. Votaré a Rivera, confiando en alguien todavía no chamuscado por la parrilla, pues en el concierto mundial a España le irá mejor entera que desmembrada, y él añade al enorme voto de castigo que se avecina un factor distinto del odio a esto o lo otro.
¿Merecemos la corrupción?
¡Claro! ¿No ves cuántos piden aquí al vecino que opere en A mientras sigue moviéndose en B? Del grado de arraigo alcanzado por el principio de reciprocidad depende el de educación, prosperidad y dignidad de un país.
Quizá es que ni hay suficientes garantías de transparencia, las leyes son demasiado permisivas y el Código Penal demasiado laxo.
No creas. Derecho y moral deben mantener sus fronteras, so pena de pervertirse ambos. Lo que viene pasando con las drogas es exactamente eso. El derecho no puede protegernos de nosotros mismos sin convertirse en moralina y engendrar desprecio. Como decía ya Tito Livio, el sostén último de cualquier República es la conciencia cívica, la certeza de que la virtud es necesaria. Está en la higuera quien cree que puede preservarse sin su personal colaboración.
¿Entonces el problema de España es que falta virtud ciudadana?
Sí, y por ejemplo se vio cuando estallaron las bombas de Atocha, pues en vez de reaccionar como los anglosajones –uniéndonos para dar su merecido al culpable- buena parte se bajó los calzones. Emitido días antes, el voto en embajadas auguraba una victoria arrasadora del PP, y bastó la ignominia de mentir para que el miedo diese un vuelco a la tortilla. La señora del lavar y marcar, el caballero jubilado, los jóvenes y menos jóvenes, todos diciendo: que a mí y a los míos no nos pase nada.
¿Esta falta de virtud es porque España padece una crisis de valores o porque nunca ha sido un pueblo virtuoso?
Pregunta difícil. No hemos hecho históricamente cosas parecidas a la del pueblo alemán, el inglés o el holandés, y fíjate que omito al francés, porque Robespierre y Napoleón podrían haber prosperado aquí. A efectos de generar amor propio es preciso empezar recobrando nuestro pasado sin sesgos patrioteros ni guerracivilistas. El De Monarquia de Bartolomé de las Casas fue el fundamento alegado por los Países Bajos para reclamar de Felipe II su derecho a existir autónomamente, aunque debieron luchar casi 90 años para confirmarlo. Pero Las Casas no es para nuestras escuelas el gran precursor de los derechos civiles y la democracia, sino un canalla que exageró los abusos cometidos en América.
A los españoles nos gusta felicitarnos por la Transición.
Tuvo muy buena prensa en el mundo porque teníamos muy mala fama, y tranquilizó verla hecha pacíficamente. Bakunin dijo que sólo eslavos y latinos insisten en reconstruir desde cero, y ningún país tuvo un voto anarquista remotamente comparable al ibérico. Cuando se demostró que había algo de civismo, que se legalizaba el PCE y de paso obtenía un margen pequeño de votos, el mundo quedó contento y nosotros asimilamos esa benevolencia como si hubiéramos ido y vuelto de Marte; bueno, es normal. Pero la autocomplacencia es peligrosa.
¿Cree que hay que modificar las reglas del libre mercado para tratar de evitar que vuelvan producirse crisis tan dolorosas como la que estamos atravesando?
El primer gran estadístico, Juglar, adelantó lo comprobado luego por Schumpeter: el origen recurrente de todas las crisis son brotes de prosperidad. Con ellos se dispara una confianza que al desencantarse termina secando la liquidez. Europa sufre pánicos financieros de mayor o menor entidad desde finales del XVII, cuando surge como continente rico por excelencia. Puesto que los beneficios son siempre proporcionales al riesgo asumido, no hay todavía otro desarrollo que el verificado por fluctuaciones. Asfixiar la iniciativa individual nos devuelve a la miseria más rigurosa, aunque en otro caso haya cada cierto tiempo una combinación de estafadores y timados como el de la estampita –un aspirante a estafar por su cuenta-, que volatiliza entre el 25% y el 35% del dinero circulante. La crisis de 2008 no es diferente en substancia de las previas, y estudiar los ciclos económicos nacionales e internacionales resulta vital para rehuir memeces simplistas. Parece mentira seguir yendo de ingenuos, con la masa de datos aportada por nuestra propia Historia.
Quizá no es sólo ingenuidad, sino miedo.
También, también. El amor a la seguridad es uno de los orígenes del comunismo.
¿Qué es lo mejor y lo peor que ha hecho el Gobierno en la gestión de la crisis?
Lo mejor ha sido no hacer, lo peor que nadie asuma lo impopular. El gran Robert Peel era un tory y como tal un defensor de los aranceles agrícolas, pero comprendió que derogarlos permitiría bajar hasta el 30% la cesta de la compra. Como sus electores eran los beneficiarios del proteccionismo, dimitió acto seguido de firmar su derogación. Esto lo han hecho otros políticos, como el holandés Jan de Witt, pero en España no lo hemos visto apenas.
¿Qué valoración el merecen el 15-M y su instrumento político?
Me parece que hay poco estudio, y su nervio es una especie de conjura de lo que llamábamos penenes, profesores no numerarios. El marxismo ha sido siempre mucho más abundante entre docentes que en cualquier otro sector profesional.
¿Y por qué ocurre esto?
Debido a su colosal prestigio en el pasado. Cuando Raymond Aron publicó El opio de los intelectuales, en 1955, fue considerado enemigo del género humano, y diez años antes, cuando Koestler publicó El cero y el infinito, el PC francés organizó una quema de ejemplares en la Sorbona. El marxismo es una religión política, mientras el liberalismo y el conservadurismo constituyen criterios laicos. Una de las ilusiones más infundadas y persistentes es contraponer bolcheviques y nazis cuando son gemelos univitelinos, tanto por su estructura de secta como por depender de rectores mesiánicos.
¿Así ve a Podemos?
Reitero lo de la revuelta de penenes, donde lo novedoso es antediluviano. Llevo tiempo publicitando que me encantaría hablar con Pablo Iglesias de lo que quiera cuando quiera, y sería maravilloso hacerlo con un reloj de ajedrez por medio, pero me sorprende que personas como Azúa o Savater tampoco hablen con él. Podemos ha revocado su fachada con socialistas cristianos como Chávez, Maduro, Correa, Morales y Kirchner, pero no debemos olvidar que los christian socialists fueron decisivos para crear la primera Internacional, y siguen teniendo representantes más allá de Iberoamérica, como J.K. Rowling, autora de la saga Harry Potter, o Toni Blair.
¿Tiene solución el problema de la educación en España?
Está especialmente jodido. El mazazo al prestigio individual en la esfera académica lo asestó la LRU, precisamente de 1982, creando la institución bolchevique del Departamento: un foro donde el mérito investigador y docente lo dilucidan aparatchikis apoyados sobre el voto otorgado a la señora de la limpieza, el delegado de alumnos y la secretaria administrativa. En 37 años de carrera apenas he conocido un profesor que no perdiese la vocación de estudiar nada más obtener la plaza a perpetuidad.
¿Qué podemos hacer frente al terrorismo del Estado Islámico?
Defendernos como propone el primer ministro japonés Abe. Crear dos brigadas internacionales de comandos que se planten en las zonas críticas, y den 24 o 48 horas para que se rindan. En otro caso no habrá cuartel para los varones adultos, aunque quedarán a salvo siempre las mujeres, los ancianos y los niños. De poco sirve demorar la el imperativo kantiano, que aquí es Ley del Talión: diente por diente.
¿Qué le parece el fenómeno internet?
Un cosmos nuevo. Continúa la desmaterialización iniciada con la propiedad intelectual y el papel moneda. Por fin vivimos recibiendo y emitiendo noticias, por más que pasar el día ante la pantalla puede suscitar una sociedad de obesos. Pero paso a paso nos convertimos en reflectores de información, y donde antes había centímetros o kilos la unidad pasa a ser el bit, una medida de conocimiento en definitiva, operándose así una transformación comparable o superior a la derivada de descubrir el fuego y la rueda. Robustece los cauces de Logos y Eros, creando una autonomía que no se deja reprimir, porque sus señales reverberan a la velocidad de la luz, desde incontables nudos, como empezó demostrando la Ruta de la Seda, primero de los imparables supermercados de drogas.