Gabriel vende pastillas de éxtasis en Barcelona. Gabriel es un nombre ficticio porque vender droga es un delito.
Ha pedido que omitiéramos los detalles que podrían identificarle: cuántos puntos le pusieron en una cicatriz en la cabeza, de qué país acaba de volver o qué estudia. A cambio ha contado cómo es su vida de camello o (más moderno) de 'dealer'.
Gabriel es un camello atípico: no vive de pasar droga. En un buen mes, puede vender más de mil pastillas y sacar más de 2.500 euros limpios. Antes probó con la cocaína, pero “era otra liga”, dice, y le salió mal. Su testimonio en primera persona sirve para saber mejor cómo funciona algo cotidiano: la droga.
Los inicios
Siempre he tomado drogas, desde que tenía 17 o 18 años. Empecé con el MDMA [o éxtasis] directo. Luego lo he pensado: me tomé aquello sin saber qué era, pero lo hice y de lujo. Al principio era esporádico, cada tres meses.
Pero claro, si tomas drogas, gastas más. Un amigo me dijo que si comprábamos para dos, salía mas barata. Al principio compraba más no para pulir [vender] sino para mí. Si una pastilla cuesta 10 pavos, si pillas 100, te cuesta 3. Empecé a pulir a los 21, en la uni. Compramos 50 con mi amigo y yo me quedé 10. Cuando empecé a vender, vi que había más gente que quería y fui comprando cada vez más: 50, 100, 150, 500, 1.000 y así.
Los problemas de la cocaína
Entre pulir 100 y pulir 1.000, tuve problemas. Yo pulía también cocaína, ketamina y MDMA en polvo. La coca era muy buena, muy buena. Tenía un 70% o un 80% de pureza. Ese tipo de pureza se usa para fumar en base, que es algo que quien lo fuma vendería a su madre para conseguir. Son adictos.
Mis clientes eran gente que venía a todas horas, que tenían los piños de delante negros de fumar coca. Un día me llamaron por la mañana hacia las nueve y media. Yo estaba en casa. Eran dos que iban como vestidos de la Telefónica. En cuanto abrí, puf, entraron y me sacaron una pistola. Tuvimos un forcejeo, cogí la pistola, disparé al otro, eran dos, pero no salió nada. En ese momento eres tú o ellos. Me dieron un culatazo en la cabeza y me tuvieron que poner un montón de puntos.
Si entras en ese juego, o juegas al 100% o no juegas. Si quieres mover cosas grandes, o juegas o no juegas. Y si juegas es a por todas. Lo dejé porque no estaba a ese nivel. Los tíos que vinieron creían que estaba en una liga que no era. No encontraron nada de lo que buscaban. Querían hacer un vuelco, que es que te roben todo. Pensaban que iban a encontrar kilos y teníamos 20 gramos.
Les salió el tiro por la culata, pero ¿qué haces? ¿Vas a la policía y lo denuncias? No puedes. ¿Vas y los matas? Yo sabía quienes eran. Pero no me iba a jugar toda mi vida por unos chavales que están colgados. Si no los mato yo, los matará otro o acabarán en una esquina enganchados a la heroína. Aquello no era para mí. Si empiezas, hay que seguir. Si atacas, quizá te vuelve y tienes que volver a hacerlo. Es un pez que se muerde la cola.
Después de que me pasara eso, cambié el target: empecé a buscar sólo gente que iba de fiesta. No son adictos: vas de fiesta, te tomas eso, segregas serotonina, estás feliz. No es peña chunga, es peña clubber, que va de fiesta. Se toman su pastillita, les sale más barato que una birra, que en algunas salas te cuesta cinco o seis pavos. Yo las pastillas las vendo a cinco. A cinco entre semana y de fiesta a 10. Te sale igual que una birra y te dura tres horas.
Las tarifas
Una bala de coca (10 gramos) me costaba 470 euros. Esto era hace tres años, pero los precios no varían tanto. De esta bala sacaba 11 gramos porque en cada gramo ponías 0,8 o 0,9 gramos. Vendía cada gramo a 60 euros. Me sacaba 660 euros: 190 de beneficio. No te llevas ni el doble. Las pastillas las compro a 2,5 euros y las vendo a cinco como mínimo. Gano el 100%. La diferencia es que con la coca el dinero se mueve mucho más rápido, hay más adicción.
Las pastillas pueden ser de muchas cosas. Las que yo vendo son de MDMA. Pero un lote que me dieron era CTP, un derivado que es más barato porque usan otros ingredientes. Ese lote me salió mal, tuve que devolverlo y perdí pasta.
El mejor momento de venta de pastillas son las dos semanas que hay entre los festivales Primavera Sound y el Sónar. El año pasado vendí unas 1.200. Cuando voy de fiesta y vendo, sólo vendo a amigos. No voy por ahí diciendo: “Tengo, tengo, tengo”. Mi clientela sólo crece cuando son amigos de amigos.
Tengo menos de 100 clientes. No me preocupa vender más o buscar más clientes. Para mí es una forma de pagar viajes y conseguir lo que de otro modo no conseguiría.
Así es un buen proveedor
Un amigo me dijo quién pasaba. He ido cambiando, pero al final volví al primero. Los conozco porque uno conoce a otro y a otro y así. Cuando voy a pillar, voy con la mochila, camisa, jersey, a pie o en bus. Claro que pueden pararme, pero tienes las mismas probabilidades que en la lotería.
Voy hasta su casa, le doy el dinero, vuelvo al día siguiente y me llevo las pastillas en la mochila. No puedo escoger de un catálogo. A veces puedo escoger de dos tipos, pero normalmente hay lo que tienen entonces.
No tienen mil pastillas en casa. Tienen 24 horas para traerlas de donde sea. No sé de dónde las traen porque si no iría yo a buscarlas. A mi proveedor no le sale a cuenta tampoco coger el dinero y pirarse. Sé que viven allí. De mi proveedor me dio mucha confianza que su piso era de compra.
Este método es bastante sencillo, pero con otros he quedado por ejemplo en la estación de tren del Masnou [cerca de Barcelona] y piensas "agüita tete aquí verás". Por eso dejé ese proveedor porque busco seriedad: quedar en una estación de tren y que por WhatsApp me escriban que todo no es de fiar. Hoy en día la poli te pilla el móvil y lo sabe todo.
Esto es capitalismo
Parece fácil vender pastillas pero hay gente que no tiene la pasta para invertir o que directamente no tiene afición. Yo lo veo claramente como un negocio. Con esto aprendo. Quizá no tanto como en la uni en economía, pero aprendo venta, lo que es el libre mercado, la oferta y demanda.
Cuando mis productos no son perecederos, puedo mantener el precio. El LSD o el speed tienes que conservarlo bien o en frío. No tiene nada que ver con el MDMA. No tengo que hacer rebajas porque se estropee.
Cuando yo empecé, todo el mundo pasaba las pastillas a 10 euros. Yo fui el primero que las pasaba a cinco. Todo el mundo me venía porque las pasaba a cinco. En el ámbito en que me movía reventé el mercado.
En Madrid entre semana por ejemplo las venden a 10. Estuve en Madrid un finde y las compran a 10. Flipé. Si las hubiera empezado a vender a 10, habría ganado más con cada pastilla, pero habría vendido menos: ¿qué prefieres vender dos o no vender ninguna?
Ya te digo, aprendes libre mercado. Yo por ejemplo 10 por una pastilla no pago, pero 10 por dos, sí. Yo antes no tomaba pastillas porque costaban 10 pavos. Por eso compré tantas, para que me costaran tres. Antes tomaba ketamina y alcohol. A cinco pavos ganas menos pero a largo plazo tienes más clientela.
Yo tengo clientela que me pilla 50 o 100 de golpe. Si me compran 50, las dejo a 4,5 euros. Si me pillan 100, a cuatro. Me las compran porque se las pasan luego a amigos. No son para vender. En 20 minutos de paseo me saco 100, 200 pavos.
Este año es más flojo porque he estado 40 días fuera, de viaje. Otros se me han adelantado. Es lo que hay. Luego el invierno es muy flojo. En primavera es el momento, con los guiris a tope. Llego a los guiris por contactos. Conozco a tal dj, que trae a sus amiguetes y así. El año pasado fui un día al Primavera Sound y conocí a unos guiris que iban todos locos. Vendí mucho. A tope. Si vienen bien, si no también. No me agobio.
Hay gente que me pide rebaja cuando me compran 10. Pero a mí me la suda. Son a cinco. La rebaja es sólo a partir de 50 pastillas. Un amigo me ha dicho que otro hace rebaja cuando le compran 10 pero me da igual. Éste es mi precio. Si lo quieren bien y si no, también.
La competencia
Sé quién es mi competencia, pero no me lo tomo mal. Es eso: o juegas o no juegas. Los que vendemos pastillas, no jugamos. No es peña chunga. Mira: aquí en la calle Ferlandina 29, 3º 1ª venden coca y heroína. Es un edificio que está todo okupado y subes y te venden.
El edificio está abandonado y hay muchos skaters crustis pero hay un piso donde pasan. Eso debe ser sólo un punto de venta. La droga la tienen en otro piso. Ese es otro nivel, esa gente vive de eso, están atrapados. No saben hacer nada más que pasar.
El peligro de la policía
No siento tanto miedo como rabia: si me pillan tendría antecedentes. Quizá no podría salir del país. Pero si me pillan una vez, no puedo ir a la cárcel. Es atentado contra la salud pública, es una multa sin cárcel. Juego con esa baza. Tienes una sola vida, como en Super Mario. Después ya es game over.
Es dinero fácil, pero sólo tienes una vida y tienes que aprovecharla. Yo esto lo hago para conseguir un dinerillo de ahorro para hacer mis movidas, pero mi futuro no es ése. Mi futuro es mis proyectos, mi curro. El dinero que yo saco de las drogas no lo uso para el día a día. No es mi trabajo principal ni lo será.
Breaking Bad es otro rollo. En Breaking Bad mueven mucha pasta. El problema que tiene es que ese tío siempre quiere más. Todos los problemas que le llegan es porque el tío es muy ambicioso.
Quedo por la calle. Voy a dar una vuelta con el tío, se lo doy y ya está. Llaman menos la atención dos tíos andando que dos parados y uno le da algo al otro. Para saber cuántas tengo que llevar, antes he preguntado "¿cuántos discos quieres?" o "¿cuántos amigos sois?"
No me da miedo: ¿cuántas veces te han registrado en tu vida? A mí nunca. No voy con pintas. Me ves por la calle y no soy un quinqui de barrio.
Los nombres de las pastillas
Cambian por marketing. Cuando cambian el nombre de una pastilla, las primeras remesas son más potentes. Después rebajan las dosis, pero a la gente ya le gusta. Todo es marketing. Según qué pastilla el morado es distinto. Hay cosas sobre el efecto de las pastillas que no entiendo, pero todo lo demás es márketing.
Yo he tenido manzanas (redondas y rojas) y luego tuve marcianitos, que era el dibujo de la hormiga atómica, azul, redonda, muy pequeña. Al otro lado ponía trance: han sido las más potentes que he tenido. Luego tuve marios (que eran las setas de Mario, amarillas, muy guapas), monos rojos y ahora whatsapp.
Energy Control es una asociación de drogas donde te aconsejan cómo tomarlas, te enseñan panfletos y tal. Yo llevo allí la droga a analizar. Al momento te dicen si es MDMA o no. Al cabo de unos cinco días te mandan un correo con los componentes exactos. No preguntan nada. El problema es que este mercado no está regularizado y tú no sabes qué te metes.
Otra vez sale la economía, el marketing. Yo busco una clientela fiel. Si mi clientela sabe que yo llevo las pastillas a analizar se fiarán más de mí que de otros. Si tú pillas de fiesta y sin conocer, igual te colocan un gelocatil. Yo en cambio puedo enseñarte en el móvil cuánto hay de cada cosa. Es fidelizar al cliente.
Pero en el fondo este mercado debería estar regularizado. Como se ha hecho ahora con el cannabis. Ahora no hay camellos de marihuana. Tienes que ir a una asociación cannábica y ya. Tú vas allí, sabes qué coges, tienes un lugar donde consumirlo sin molestar a los vecinos, a la gente del parque, a los niños.
Las experiencias nuevas
Debes saber cómo te sienta la droga. Yo siempre digo que el MDMA es como en ese típico día de mucho frío en invierno y llegas a casa y te metes dentro del edredón y dices: "¡Ay! ¡Qué de puta madre!". Es así: tener esa sensación toda la noche de fiesta.
Pero por ejemplo hace poco probé el metox (metoxetamina). El primer día que lo probé dije 'uf, qué chungo' y no probé mucho. La semana siguiente volví a probar un poco y es la droga más chunga que he probado en mi vida.
Yo no fumo tabaco, nunca he tenido ansiedad de consumir algo como adicto. Pero nunca había probado una droga con la que estuviera inquieto al ver que se me acababa el pollo [la bolsa donde va la droga]. En ese momento dije no tomo más, y dejé el pollo con lo que quedaba. No tomé más. Es muy chungo. Me puso la cabeza a mil. Yo normalmente pienso mucho, pero ese día veía números y matemáticas por ahí, pensando en cómo conseguir más droga. En ese momento dije basta. Esto ni me va ni me viene. Es una droga muy nueva. Llevará en activo desde 2012. No la conocía antes.
Compré metox en el centro de Madrid. Me dijeron: "Vamos a pillar keta". Y yo: "Pues voy”. A mí la keta me gusta mucho. Dimos muchas vueltas y conseguimos un número. Fuimos y era un piso de chaperos: dos tíos súpermazaos, solo con bóxers, con lucecitas rojas, neones, un piso muy pequeño, sólo dos habitaciones y comedor y cocina todo junto. Los dos tíos en el sofá y les decimos que venimos a por keta. Y no era keta, era metox. Cuando vi que no era, empecé a buscar en el móvil drogas parecidas a la keta.
La educación en la escuela
Hay que conocerse. A mí la coca, si es mala, me pone muy violento y no tomo. Conozco chavales que pasan tripis y que cada día se toman dos y tres y que al final, claro, no bajan [del cuelgue]. Te quedas con trastornos de personalidad. Es lo que hay.
¿Cómo puede ser que de algo que puede conseguirse tan fácil en ningún lugar te den alguna referencia sobre cómo consumirla? Lo mínimo.
El problema viene también del miedo que te meten. Eso de 'empiezas por los porros y acabas en la heroína'. Quien diga eso es el Gobierno del miedo.
Yo conozco a gente que dice: "Yo no tomo drogas porque dicen que son malas, no porque no me apetezca". Esto me jode porque la gente dice que si las drogas fueran legales, mucha gente tomaría. Pues esa gente son gilipollas y si les pasara algo, pues que se jodan. ¿Cómo puede ser que alguien tome o no algo solo porque otro dice que es legal o no es legal?
Si quieres drogarte, drógate, pero no me digas que no te drogas porque en Antena 3 han dicho que las drogas son malas.
Hay gente que se droga por drogarse y yo busco más la psicodelia. Se llama psiconauta. Busco las sensaciones, pasármelo bien con las drogas.
Pero está claro que hay un consumo abusivo. Yo puedo tomarme hasta ocho en una noche. Ya estás allí. No sube serotonina ni sube nada, pero es lo que hay, es la noche. No necesitas fumar tanto. En la escuela sobre drogas no les han dado una buena educación.