Albert Boadella (Barcelona, 1943). Es uno de los creadores más relevantes del teatro español de las últimas décadas. Fue azote, con Els Joglars, de militares y políticos con obras como 'La torna' y 'Ubú president'. Acaba de triunfar con una versión no genuflexa del 'Don Carlo' de Verdi. Prepara una ópera “polémica” sobre Picasso. Denostado en su Cataluña, considera a Madrid “la ciudad europea de la libertad”. A pesar de sus diferencias con Rivera, de quien se considera su “maestro de expresión”, está cerca de Ciudadanos.
El 30 de junio dejo los Teatros del Canal. Es el final de una etapa. Ha sido para mí el conocimiento profundo de Madrid, la gran ciudad europea de la libertad en este momento. Y ha significado poner en pie un teatro desde su origen. Y para mí, que soy de los que gustan acabar arriba, termino en un punto álgido, con niveles de audiencia muy altos.
Cierro mi etapa con el montaje de la ópera Don Carlo, de Verdi. Es una pequeña restitución a la verdad histórica. Y hasta la música ayuda en esta concepción, para expresar la locura de Carlos y la grandeza de Felipe II. Y construyo un Don Carlo anti-operístico, con mucha teatralidad, sin insistir en el manierismo que preocupa a los forofos operísticos. La ópera está llena de manierismo.
La música me fascina. Monté Amadeo. Después, El pimiento Verdi, que he dirigido en Buenos Aires, una ciudad que el populismo ha destruido. Aparte de eso, llevan el teatro en la sangre. Con El pimiento Verdi que me hicieron, quedé boquiabierto. En teatro, chapeau.
Estoy preparando el libreto de una ópera sobre Picasso. Será una ópera polémica. Fue un Atila sostenido por la izquierda.
La música era mi frustración. Yo he pensado: “¿Cuántos años me quedan como director de escena en activo? Pues esos años te tomas el lujo de quitarte la frustración que siempre has tenido con la música”. O sea, que tras el 30 de junio, más música.
Estoy preparando el libreto de una ópera sobre Picasso. Será una ópera polémica. Juanjo Colomer, que está en Los Ángeles, hará la música. Yo le reconozco a Picasso ser el hombre más dotado artísticamente en siglos. Pero por donde el pasó no ha vuelto a crecer nada. Fue un Atila sostenido por la izquierda. Con astucia, se apuntó al Partido Comunista en el 1945. No hay que olvidarlo, no en el 37, cuando pintó el Guernica, un encargo con factura.
Yo haré el libreto de la ópera. Bueno, tengo tres libros en Cátedra, con siete obras. ¿La Academia? Sé que hubo un debate, sobre José Luis Gómez o yo, en la propia Academia. Respiré tranquilo cuando salió Gómez. No desprecio a la Academia, todo lo contrario. Gómez es más útil que yo para la Academia.
La derecha en cultura tiene una ventaja sobre la izquierda. No consideran que son la Cultura
Yo no era un hombre de gestión y sin embargo llevo ocho años en los Teatros del Canal. Dije que por primera vez trabajaba en mi vida porque lo otro había sido jugar. Yo aquí he trabajado, pero he tenido un equipo de gente que se hizo de nuevo, como hice con Els Joglars. He conseguido transmitir la idea de alegría trabajando.
Todos los gobernantes que he tenido han sido respetuosos. La derecha, en este sentido, tiene una enorme ventaja sobre la izquierda. En temas culturales, ellos no consideran que son la Cultura. La izquierda cree que es la Cultura y se ve con el derecho de meter la mano en todo. Jamás se me ha dicho lo que tenía que hacer. Ni Esperanza ni González ni mucho menos Cifuentes.
Voy a buscar alguna fórmula para seguir vinculado activamente a los Teatros del Canal. No quiero nada honorífico ni asesorías ni esas cosas. Pero sí que como director, como dramaturgo, es posible que sea mi teatro de Madrid.
En Cataluña hay un ambiente irrespirable. Nos cortaron unos cipreses, nos han tirado bolsas de basura en el jardín. Madrid es un respiro
Mis hijos viven en China, Ciudad Real y Barcelona. Y para mi mujer, Dolors, Madrid es un respiro porque en Cataluña hay un ambiente irrespirable. Nosotros hemos tenido problemas en el pueblo, en Jafre. Hace pocos días nos cortaron unos cipreses, nos han tirado bolsas de basura en el jardín, etcétera. Allí sólo salimos de casa para coger el AVE o irnos a Francia. Nosotros en Cataluña no tenemos prácticamente relación con nadie. Y no digamos con el mundo cultural. El 99%, es secesionista.
Yo ya no formo parte de la empresa de Els Joglars, pero todo el día estoy con ellos. Tengo una relación muy estrecha con Ramón Fontserè, que es ahora el director. Ellos me consultan muchas cosas de las que hacen, y yo trato de darles el consejo del anciano, que no siempre es bueno.
Lo que sucedió en los últimos 20 años con Els Joglars es la utopía. La forma como trabajábamos, el lugar donde lo hacíamos, cómo nos enfrentábamos a la sociedad, el compañerismo, todo eso configuraba una utopía.
Realicé dos montajes muy controvertidos, La torna y Ubú president. La torna me hizo huir a Francia, perseguido por los militares. Calculé mal el juego “del ratón y el gato”, entre el poder y el comediante. Calculé mal y me pilló el gato. En Ubú president, no me pilló el gato, siendo un montaje muchísimo más directo con la sociedad en la que estaba. Conseguí hacer un montaje eficaz desde el punto de vista no sólo del teatro, sino desde el punto de vista social. La gente veía a Pujol cuando veía a Fontserè.
El problema de los titiriteros es también de calidad. Si el producto hubiera sido de calidad, la discusión habría sido distinta
Vine a Madrid huyendo. Esperanza Aguirre me ofreció este cargo cuatro años antes y yo no acepté porque pensaba que todavía podía resistir en Cataluña. A partir de ese momento, vi que se me bloqueaba todo y me convertí en un muerto civil en Cataluña. Y soy un muerto civil en Cataluña porque yo lo he institucionalizado. Desde el año 2006 no hago ni una sola declaración en ningún medio catalán. Mi vida ha desaparecido de ahí.
Lo de UBÚadella, la obra que se ha montado contra mí en Cataluña, es una prueba de lo que está sucediendo con esta epidemia colectiva que afecta a los propios comediantes. En lugar de colocarse enfrente del poder, que es nuestra posición, hacen como si yo fuera el poder.
Sobre el caso de los titiriteros, creo que hay que ir con un cierto cuidado en las cosas de ficción, porque lo que ellos hacen está en la convención de la ficción. Y mucho cuidado con la legalidad, porque te puedes encontrar que Otelo acabe en un juzgado por violencia de género. Al margen, la cuestión de calidad. El problema de estos chicos es también de la calidad del producto. Si el producto hubiera sido de calidad, la discusión habría sido distinta.
Yo siempre decía de Rivera: ¿A ver quién es capaz de decirme si es de derechas o es de izquierdas?
Fui uno de los cofundadores de Ciudadanos. Luego estuve al lado de UPyD porque Ciudadanos era sólo regional. Y tuve unas diferencias con Rivera, sobre todo porque dio un paso en falso, aliarse con un partido casi de ultraderecha.
El Rivera que yo conocí, yendo juntos a los mítines de Ciudadanos, era un hombre muy ilusionado, pero con la inexperiencia de la juventud. Y yo fui entonces un poco su maestro de expresión. Con los años, ha tomado una dimensión distinta. Yo sigo siendo crítico con él en muchas cosas, pero hay que aceptar que su partido tiene, por lo menos, una dosis de sensatez. En el momento en que Ciudadanos se pasó al ámbito nacional, yo estoy más cerca de Ciudadanos.
La alianza con Pedro Sánchez es positiva. Tratar de estar en una posición en que uno es capaz de poder hacer un pacto con el PP al mismo tiempo que con el PSOE es magnífico. Estratégicamente, eres un privilegiado. Yo siempre decía de Rivera: “¿A ver quién es capaz de decirme si es de derechas o es de izquierdas?”
¿Podemos? El fenómeno político del momento, el populismo, es lanzado por los medios de comunicación. Esto nada tiene que ver con Gutenberg ni con los cuatro apóstoles que contaban, como cuatro periodistas, la historia de Jesucristo. Eso ahora es un fenómeno con unas dimensiones apabullantes. El mercado está exigiendo populismo a los medios, y eso a mí me parece enormemente arriesgado. Eso lleva tras de sí una dosis importante de ignorancia generalizada, y un cierto adoctrinamiento de la ciudadanía.
Ada Colau es pura demagogia populista y se aprovecha de ese momento tan bajo que está pasando Cataluña
En Cataluña hemos entrado en una degradación moral. Todo lo que se promueve es mentira, históricamente, socialmente y económicamente. Y es el estímulo de los bajos sentimientos. Con los bajos sentimientos se pueden hacer muy pocas cosas. Se puede salir con las armas a la calle, y pocas cosas más.
Y con Ada Colau volvemos a lo mismo. Es pura demagogia, es una forma también populista que se aprovecha de ese momento tan bajo desde el punto de vista ético que está pasando Cataluña. Colau es la expresión de que, a río revuelto, ganancia de pescadores.
Desde enero de 2012, adiós a los toros en Cataluña. Y yo lo venía diciendo desde muchos años antes. Ellos tenían que ganar una batalla a España y la ganaron con un cinismo extraordinario porque dejaron blindados los “correbous”, qué es lo menos artístico y lo más cutre. Populismo, populismo taurino.
Defiendo a José Tomás frente a Antoni Tàpies. Tàpies es puro mercado. Y Tomás es un místico… pero también está el comercio
Defiendo a José Tomás frente a Antoni Tàpies. Tàpies es puro mercado y José Tomás… Yo creo que hay algo en José Tomás que no acaba de funcionar. Ha sido un inmenso torero, un caso único, pero tengo la impresión de que tiene un problema. Es un místico… pero también está el comercio.
Yo soy más de Ponce porque me gusta el toro. Y Ponce es el torero que da más juego al toro. Es como el actor que tiene que dar juego al protagonista. ¿Quién es el protagonista de la fiesta? Desde un punto de vista histórico, el toro. Ponce le da protagonismo al toro, y a veces ha indultado a toros que otro torero no hubiera podido indultar.
Mi generación ha derivado en los progres que han acabado montando tabúes por todos lados. Cuando veo alguien de mi generación, ya sé exactamente qué me responderá sobre Israel y Palestina o sobre la violencia de género.
Y he sido bufón enfrentándome a esa sociedad. Yo un día pensé: “Basta ya de reírse de los que están fuera. Ahora nos vamos a reír de los que están dentro”. Y hay gente de mi generación que dice: “No, yo a Boadella no lo voy a ver, porque este tío es un facha”. A la mínima que disientes, por uno de estos tabúes, ya eres facha.