Caroline, la inglesa que prestó su vientre a la española Liz
"Para mí, Alice, la niña, es la hija de mi amiga", dice la enfermera británica que aportó un óvulo y su útero en el embarazo. "De forma altruista, si no se pierde todo", añade la que es ahora madre de Alice.
12 febrero, 2017 01:31Caroline es una enfermera británica que ejerce como vientre de alquiler. Le parece una buena noticia que en España se haya reabierto el debate de la maternidad subrogada. Como ella, Liz, la mallorquina para la que tuvo un bebé hace tres años, también considera positivo que esta técnica de reproducción asistida por fin se vaya a llevar al Congreso de los Diputados de la mano de CS.
A la hora de referirse a sí misma Caroline rechaza el término “gestante profesional”, ya que aunque ha ejercido de vientre de alquiler en dos ocasiones —ahora mismo está embarazada de 36 semanas— y no descarta seguir haciéndolo en un futuro, no recibe compensación económica. En Inglaterra la gestación subrogada comercial no está permitida, y también es ilegal hacer publicidad de los vientres de alquiler. Por lo tanto solo organizaciones sin ánimo de lucro pueden ayudar a parejas a encontrar a una gestante.
Una de las plataformas más conocidas para parejas que buscan esta solución es Surrogacy UK, una organización creada y dirigida por mujeres que han ejercido o siguen ejerciendo de vientres de alquiler. Fue aquí donde Caroline y Liz se conocieron en 2013.
La amistad como base de la gestación
El lema de Surrogacy UK es “gestación a través de amistad”. “Es muy importante esperar a conocer a la persona adecuada”, explica Caroline. “Porque esto es algo para toda la vida”. Para esta enfermera, lo más importante es “conectar” con la pareja para la que vas a tener un hijo. “En la universidad aprendí a hablar español y viví unos años en Cataluña, así que Liz y yo hablábamos español la una con la otra. Eso nos hizo conectar enseguida. Tenían muchísimas ganas de tener un hijo y me parecieron honestos y sinceros. Eran la pareja perfecta para mí”
Liz, una española que lleva veinte años viviendo en Reino Unido con su marido británico, tiene síndrome de Larsen, por lo que siempre ha sabido que no podría tener hijos. “Todo esto proceso se basa en la confianza”, explica a este periódico. “La ley británica establece que en casos de gestación subrogada la gestante es la madre legal del recién nacido. Los futuros padres debemos solicitar una resolución judicial para registrar al niño como hijo nuestro. Por lo tanto tienes que confiar en que la gestante no vaya a querer quedarse con el bebé, porque si lo hace no hay manera de impedirlo”.
Surrogacy UK no conecta directamente a gestantes con parejas, sino que proporciona una comunidad online en la que personas interesadas en ejercer de vientres de alquiler o ser padres pueden conversar libremente. Cualquier persona puede entrar en este foro y conversar con los demás miembros. Sin embargo, sólo una vez que la gestante está registrada con la organización pueden iniciarse los trámites para comenzar el proceso.
“La verdad es que siempre he querido ser gestante”, recuerda Caroline. “Estoy soltera y tengo una hija de 12 años, y no me puedo imaginar el dolor que debe ser no poder tener un hijo propio. Desde adolescente siempre me han interesado los temas de infertilidad y me encanta la idea de la gestación subrogada altruista. Pero primero quería tener mis propios hijos. Después de dar a luz a mi hija con 22 años decidí que quería ser vientre de alquiler, pero a mi pareja de entonces no le gustaba la idea”.
Caroline empezó a hablar con Liz en los chats de este foro. Tras varias semanas de conversación decidió registrarse. “Es un proceso muy largo. Para empezar tienen que mirar si tienes antecedentes penales y necesitas una carta de médico que confirme que no tienes problemas de salud. También te hacen varias entrevistas. Pueden tardar hasta tres meses en darte el visto bueno”.
Una vez la gestante está registrada y ha elegido a la pareja, un miembro de la organización se pone en contacto con los futuros padres. “A esto se le conoce como ‘recibir la llamada’, explica Caroline. “Una vez la pareja ha recibido la llamada tiene que dejar pasar un periodo de tres meses, en el que tanto la persona que va a ejercer de vientre de alquiler como los futuros padres reflexionan sobre su decisión y se conocen un poco más”.
Si ambas partes quieren seguir adelante tras este periodo de reflexión, el siguiente paso es firmar un acuerdo. “Este documento es indicativo, no es de carácter legal”, dice Liz. “En él se establece qué tipo de relación va a tener la gestante con la familia del niño/a. Cuántas veces se van a ver al año, cosas así. También se acuerdan los gastos que van a sufragar los futuros padres. Una gestante no recibe compensación económica, pero tampoco debería perder dinero a cuenta del embarazo”.
La gestación subrogada no es para todos
Hay dos tipos de gestación subrogada. La subrogación tradicional es la más simple, y también la menos cara. La gestante utiliza un kit de inseminación para quedar embarazada usando el esperma del padre, por lo que el bebé será concebido utilizando el óvulo de la persona que hace de vientre de alquiler. Algunas personas prefieren hacer la inseminación en una clínica, pero también puede hacerse desde casa.
El segundo tipo es la subrogación gestacional. En este caso tanto el óvulo como el espermatozoide son aportados por la pareja que solicita la subrogación, por lo que la gestante no tiene relación genética con el feto. Este tipo de gestación subrogada es más cara que la tradicional.
Caroline calcula que una subrogación tradicional puede costar entre 15.000 y 20.000 libras, incluyendo los intentos de inseminación y costes del embarazo. La subrogación gestacional puede costar mucho más. Durante el embarazo de Caroline, Liz y su marido pagaron los gastos de desplazamiento al médico y al hospital, la ropa de maternidad y alimentos sanos para la embarazada.
El coste no es el único factor a tener en cuenta a la hora de considerar la gestación subrogada. Caroline insiste en que este tipo de procedimiento no es para todos, ya que requiere una mentalidad específica por parte de aquellos que quieren ser vientres de alquiler o futuros padres. Liz coincide en que ser gestante requiere tener un tipo de mentalidad que te permita estar embarazada sin desarrollar un instinto maternal hacia el niño.
“Sin embargo esto tampoco es tan raro. Antiguamente cuando las madres tenían demasiados hijos y no los podían mantener los mandaban a vivir con otros familiares o incluso con desconocidos”, pone Liz como ejemplo.
Dos familias en vez de una
Caroline llevó a cabo una subrogación tradicional. Esto quiere decir que comparte carga genética con la niña que dio a luz. Sin embargo, afirma que nunca ha pensado en ella como su hija.
“Llevaba años planeando tener el hijo de otra persona, así que nunca la sentí como mía”, explica. “Durante los meses del embarazo Liz y yo nos hicimos muy amigas, conocí a su familia, ella conoció a la mía… para mí Alice es la hija de mi amiga, aunque físicamente se parezca a mí. Hablamos por teléfono una vez por semana y voy de visita cada varios meses. Es bonito tener dos familias en vez de una”.
Liz afirma que la relación entre Caroline y la niña que ha tenido para ellos no es la que una madre tiene con su hijo. “Es evidente que Caroline no se siente como su madre. La verdad es que hemos tenido mucha suerte, porque a veces la relación entre la mujer que hace de vientre de alquiler y los padres del niño puede volverse muy complicada. Pero nosotros tenemos muy buena relación”.
Ahora, Caroline está embarazada de 36 semanas con el hijo de otra pareja. “Les conocí cuando estaba embarazada de Alice, también en los chats del foro, y nos hicimos muy amigos. En aquel entonces ellos estaban hablando con otra gestante, que al final se echó atrás, por lo que llevan muchos años esperando a tener un bebé”.
Caroline afirma que ni la primera ni la segunda vez que ha ejercido de vientre de alquiler se ha sentido nerviosa. Para Liz en cambio los meses de embarazo de Caroline sí que fueron un tiempo de mucho estrés, ya que no estaba segura de que la gestante no fuese a echarse atrás. Ambas mujeres coinciden en que la ley debería reconocer a la mujer que firma el acuerdo de subrogación como madre desde un principio.
“No es justo ni para ellas ni para mí”, explica Caroline. “Mi nombre está en el certificado de nacimiento. Si hay complicaciones médicas o hay que aprobar algún tratamiento, yo soy la que tiene que firmar esos documentos durante muchos meses”.
Liz se muestra a favor de que en España se contemple la opción de regularizar la gestación subrogada. Eso sí, siempre de forma altruista. “Para mí es importante que la persona quiera ser gestante porque quiere ayudar a otra mujer a ser madre. Eso se pierde si hay incentivo económico”, dice la madre de Alice.