En el Parlamento había comenzado el turno de preguntas de los diputados en la sesión de control semanal que se celebra en la Cámara de los Comunes a las 12 del mediodía. La vida política sucedía al margen de la vida en la ciudad, donde millones de personas seguían su rutina. Entre ellas, Aysha Frade, de 43 años, que caminaba por el puente de Westminster como cada día a esa hora.
Aysha salía del centro educativo DLD College London a las 14:30, situado en el citado puente. Allí ejercía como jefa de departamento y daba clases de español a los alumnos. Se dirigía a recoger a sus hijas, Anya y Luena, de 8 y 11 años respectivamente. Nunca llegó a su destino. A la misma hora en la que Aysha hacía su recorrido como cada día, un todoterreno gris Hyundai recorría el puente a toda velocidad en dirección al Parlamento.
El conductor, un terrorista vinculado al ISIS, atropelló a todo aquel que encontró a su paso. Una de las víctimas era Aysha, que murió en el acto. El golpe fue tan fuerte que salió despedida y, entre el caos, su cuerpo sin vida quedó bajo las ruedas de un autobús urbano. Una imagen cuya historia ha conmocionado a la ciudadanía y que queda como símbolo de la virulencia del ataque terrorista y de las consecuencias del mismo: así acababan sesgadas varias vidas en apenas unos minutos.
Pasado el puente de Westminster, el terrorista (Khalid Masood, según lo han identificado las autoridades), continuó por la calle Bridge para acabar embistiendo el vehículo contra las verjas que rodean el Parlamento con la intención de entrar en él. Allí fue abatido finalmente por la Policía.
La madre de Aysha vio la imagen de una mujer bajo las ruedas de un autobús sin saber que era su hija. Las pertenencias de la víctima salieron despedidas también debido al impacto. Entre ellas estaba su documentación, que quedó a varios metros de donde fue atropellada. La Policía descubrió que se trataba de Aysha Frade e informó a sus familiares más cercanos (madre y marido), sin detallarles todavía que había fallecido. Poco después se confirmaba la noticia. Una de las tres víctimas mortales era ella.
También fallecieron dos personas más. Una de ellas era Kurt Cochran, un turista estadounidense que paseaba por el puente junto a su mujer, Melissa. Ambos estaban celebrando su aniversario en la capital inglesa, y fueron arollados por el 4x4. Él murió y ella está hospitalizada. También perdió la vida Keith Palmer, un policía de 48 años que trató de detener al terrorista cuando este intentó entrar en el Parlamento. Iba desarmado y el atacante le asestó varias cuchilladas.
Amante de Galicia y del fútbol
Aysha Frade nació en Londres, donde se crió, pero tenía sus orígenes en la localidad gallega de Betanzos. De allí procedía su madre, María del Carmen Caldelas, que emigró hace más de 50 años a Londres. Allí conoció a un chipriota del que se enamoró y con el que tuvo tres hijas: Silvia, Michelle y Aysha.
Desde muy pequeñas, las tres hermanas junto a sus padres veraneaban en Betanzos. Silvia y Michelle Ahmet Caldelas (apellidos que Aysha cambió tras casarse) acabaron por asentarse en Sada, un pueblo muy cercano a Betanzos. Allí se casaron y formaron familia. También abrieron un negocio en Betanzos: una academia de inglés y francés llamada Notting Hill. El padre falleció hace años y la madre aún vivía en Londres, aunque su estado de salud está cada vez peor.
Aysha también se quedó en Londres, su ciudad natal, pero sentía un gran amor por Galicia, según cuentan sus allegados. Tenía doble nacionalidad (inglesa y española) y acudía religiosamente cada verano con sus dos hijas y su marido, John Frade, un inglés de origen portugués al que conoció en la capital inglesa. Hablaba español perfectamente gracias a las enseñanzas de su madre, lo que le permitió desarrollar su carrera como profesora de dicho idioma. También era aficionada al fútbol: apoyaba a la Selección Española y era fan del Dépor.
El alcalde de Betanzos, Ramón García Vázquez, explicaba a EL ESPAÑOL que el pueblo estaba en shock por lo ocurrido: "Todos los atentados son graves, es una barbarie, pero nunca imaginas que en una ciudad tan grande y con tanta gente como Londres le va a tocar a alguien a quien le ponías cara. Es terrible".