Amplia sonrisa, gesto afable y consignas al aire. Que la lucha contra los infieles sea un sinónimo de alegría y el uso de las armas evoque al orgullo. Los yihadistas saben que muchas de sus victorias se fraguan en los detalles de sus vídeos: captan combatientes, azuzan a los radicales, llaman a su guerra santa. Mártires y héroes. “Míralos, tú puedes ser uno de ellos”, podría ser el eslogan que rige el entramado de productoras audiovisuales afines. En España tienen claro quién es su paladín: Zakaria Said Mohamed, desertor del Ejército en Melilla y enardecido líder de las huestes terroristas en Mali. Murió en combate en febrero de 2016. Fuentes de la lucha antiterrorista advierten: “Estos son los personajes que inspiran atentados como el de esta semana en Londres”. Se refieren al ataque con un autobús y con cuchillos en Westminster que se cobró tres víctimas -una de ellas Aysha Frade, de origen español- y la vida del propio autor de los hechos.
Lo conocían como el español. O con su nombre de guerra: Abu al-Nur al-Andalusi. Tenía 35 años y Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) -organización a la que había jurado fidelidad- confiaba en sus demostradas dotes de liderazgo. Pese a su juventud, era el cabecilla de una de sus katibas (brigadas) en las inmediaciones de Tombuctú, en Mali. Hostigaba a las tropas de la ONU que tenían que pacificar la región, mataba a los cascos azules. Era su guerra (santa). Perdió la vida en uno de esos combates contra las tropas francesas.
Zakaria tenía fuerza en su mensaje. En septiembre de 2015, cinco meses antes de morir, dejó una especie de testamento en vídeo. Su mensaje estaba dirigido a sus “hermanos en España”: “Que se muevan”, inquiría. Sonrisa, gafas de sol Ray-ban y pasión por la lucha: “Que cojan sus armas y que se dejen de la compañía de sus mujeres e hijos. Allahu Akbar!”. Llamaba a la guerra. Su imagen pronto se extendió en el califato virtual de los yihadistas: era el líder que AQMI necesitaba para enardecer a sus combatientes en España. Y su muerte en combate lo elevó a los altares.
Un documental para el mártir
Este mes de febrero, coincidiendo con el primer aniversario de la muerte de Zakaria, AQMI ha difundido un documental de 20 minutos en el que evoca su trayectoria. Saben que con él espolearán a los radicales con los que puedan contar en Al-Andalus, territorio que ya se ha convertido en una obsesión para los terroristas; prueba de ello es que la productora que ha distribuido el vídeo lleva ese mismo nombre (Al-Andalus).
España cuenta con unos 200 soldados desplegados en Mali y Senegal, enclaves estratégicos para los yihadistas en el Magreb africano. Fuentes castrenses insisten en que una desestabilización aún mayor de la región afectaría directamente a los intereses españoles, lo que justifica el despliegue militar.
Zakaria podría estar al otro lado de la trinchera; en vez de combatir en nombre de Alá, hacerlo con una bandera española en el brazo. Nació en Marruecos, pero tenía las dos nacionalidades tras pasar casi toda su vida en Melilla. Con 26 años entró en las Fuerzas Armadas; concretamente, en el Regimiento de Ingenieros nº8 de la Ciudad Autónoma, donde se desempeñó durante 3 años. Fuentes de la lucha antiterrorista no saben precisar si lo hizo para adquirir conocimientos militares -se convirtió en experto en el manejo de explosivos- o si se radicalizó en su paso por el Ejército.
En cualquiera de los casos, hay una figura que se presenta fundamental en su trayectoria: Mustafa Al Lal, alias el doberman. El líder de la mezquita 'As Salam' de Melilla lideraba una célula de captación de yihadistas que envió a una veintena de combatientes a diferentes zonas de conflicto. Zakaria era uno de ellos. Su incorporación a las filas terroristas supuso una gran victoria. En los vídeos difundidos por AQMI se le puede ver adiestrando a otros combatientes en el manejo de armas, explosivos y demás material militar. No es fácil encontrar muyahidines con semejante capacidad y dotes de liderazgo.
Hablamos con Javier Lesaca, investigador de la Universidad George Washington y profesor asociado en la Universidad de Navarra, especialista en los procesos de radicalización terroristas: "Es un fenómeno complejo en el que intervienen muchos factores, incluyendo aspectos psicológicos y psiquiátricos. Sin embargo, la evidencia sugiere que el consumo de propaganda violenta y extremista es un factor determinante en este proceso". Y cita un ejemplo: "Desde que Daesh comenzó su campaña de comunicación y propaganda audiovisual en verano de 2014, el número de jóvenes de todo el mundo que se sumaron a las filas del grupo terrorista aumentó en un 70%".
¿De cuántas productoras disponen Daesh, AQ, AQMI... y cuál es su papel?
Daesh controla directamente 35 productoras audiovisuales distribuidas en Iraq, Siria, Egipto, Argelia, Afganistán, el caúcaso ruso, Arabia Saudí, Yemen, Nigeria, Libia, Filipinas y La India. Todas ellas están integradas en el grupo Al Hayat Media Center, que revisa los mensajes y la calidad de la edición. Al Qaeda y AQMI también tienen sus pequeñas productoras audiovisuales, pero no alcanzan el nivel de profesionalidad técnica y eficacia en los mensajes que ha logrado Daesh. Es muy importante no confundir los videos difundidos por cada organización terrorista: Daesh todavía no ha emitido ningún video amenazando directamente a España.
¿Estos vídeos pueden inspirar a los 'lobos solitarios'?
Sí. Los hechos demuestran que estos mensajes son eficaces. En noviembre de 2016, Daesh pidió a sus seguidores que no viajaran más a Siria e Iraq y que cometieran ataques con contra sus países de origen utilizando coches y cuchillos de cocina. En menos de cuatro meses se han producido ataques siguiendo ese mismo patrón en Ohio, Berlín, Jerusalén y Londres.
Su hermano, en libertad
Tan importantes son el contenido del mensaje como las vías por las que se difunde. El cibercalifato extiende sus raíces en las redes sociales, canales de Telegram y en la web profunda -de difícil acceso y en la que se puede encontrar contenido ilegal-. Mohamed Said Mohamed, hermano de Zakaria, sabe manejarse por estos escenarios. Vivía en Melilla en compañía de su mujer y de dos de sus hijos; en la misma vivienda también residía su cuñada Sara, la novia de Zakaria.
En septiembre de 2014, la Policía española -en colaboración con las autoridades marroquíes- explotó una operación antiterrorista a ambos lados de la frontera. Capturaron a Mohamed y a otros compinches con los que conformaba, según fuentes de Interior, una célula de captación y adoctrinamiento de yihadistas.
El hermano de Zakaria era el líder del grupo y la Policía efectuó sobre él una acción ultratemprana, como hace con casi todos los sospechosos sobre los que tienen indicios de radicalización: capturarlos antes de que puedan actuar y extender sus redes. Por contra, este modus operandi policial limita las posibilidades de hacerse con pruebas que inculpen a los detenidos. Mohamed Said tenía material propagandístico del Daesh, pero la Audiencia Nacional no encontró fundamentos suficientes para condenarlo y esta misma semana quedó en libertad. La sentencia del tribunal reza:
Sin perjuicio de la connotación yihadista que los citados vídeos puedan tener, la vinculación del acusado a las personas a las que se les intervinieron y por los motivos por los que fueron detenidos en Marruecos, no ha quedado acreditada en este otro procedimiento. Del análisis antes especificado de los elementos probatorios no se ha alcanzado la convicción exigida por el artículo 741 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, en orden a dictar un fallo incriminatorio contra Mohamed Said Mohamed.
Unos 500 yihadistas 'españoles'
No importa que los radicales tengan un profundo conocimiento del Islam. Al contrario. Según datos recogidos por el Real Instituto Elcano, sólo el 11% de los detenidos en España por su vinculación con el yihadismo tienen amplias destrezas sobre el Corán y la sharia. Además, en 7 de cada 10 casos la radicalización se produce en territorio nacional. Es por eso que vídeos como el de Zakaria, ya erigido en mártir, son fundamentales en sus objetivos.
"El terrorismo también es comunicación", observa Chema Gil, analista en International Security Observatory. Estudia para EL ESPAÑOL el vídeo difundido por AQMI con Zakaria como protagonista: "Tiene un mensaje mitificador". Y detalla: "Son vídeos dirigidos al entorno inmediato del protagonista, que servirán para implementar su proselitismo y enviar mensajes que redunden en los procesos de captación y radicalización. En este caso particular, tendrá especial impacto en Melilla".
De acuerdo a las estimaciones que maneja el especialista, ahora podría haber entre 450 y 500 yihadistas nacidos en España o con raíces en nuestro país que estarían combatiendo en zonas de conflicto. También hay unos 150 retornados -"tras luchar en escenarios como Siria, Irak o el África Subsahariana vuelven al territorio nacional"- controlados por Interior: "¿Podría haber más? Claro, pero esos son los que están fichados". Con todo, es imposible hacer un seguimiento de cada uno de ellos: eso requeriría recursos humanos y materiales ingentes.
Chema Gil evoca el atentado de esta semana de Londres, en el que Adrian Russell Ajao -también conocido como Khalid Masood y al que el Estado Islámico ha reconocido como uno de los suyos- mató a tres personas e hirió a otras 40 al embestir con un camión a la multitud congregada en el palacio de Westminster y apuñalar a un policía con un cuchillo de grandes dimensiones: "El mensaje es tremendamente eficaz. Estamos diciéndole a su mundo: mirad lo que ha conseguido un solo muyahidin, que el mundo tiemble".
El autor del atentado nació en Londres, no en un país como Siria o Irak.
Claro, es exactamente lo mismo que pasa con Zakaria. Sólo cuando la sociedad completa está vinculada a una conducta atenta es cuando seremos eficaces. Y la mejor forma de combatir a los radicales es cohesionarnos. Porque son los nuestros los que se van a combatir y vuelven enardecidos y con intención de atentar. Casi todos los ataques de los últimos 20 años en Europa son de individuos que han nacido aquí o se han criado con nosotros.
Mientras, la imagen de Zakaria -sonrisa, gafas de sol Ray-ban y pasión por la lucha- sigue circulando en las esferas más radicales, en una batalla que también -o principalmente- se lucha en la estrategia de comunicación: "Coged vuestras armas. Allahu Abar!".
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