—¿Que Bustamante el de la piscina ha matado a su mujer? ¿ Y a sus hijos? ¿Y luego se ha suicidado? No puede ser verdad. No me lo puedo creer...

Lo confiesa Manuel, el camarero de un céntrico bar de la localidad. Pero en realidad todos los vecinos de Campo de Criptana (Ciudad Real) están en shock. Es el típico pueblo manchego de calles estrechas, casas blancas y molinos de los de antes, donde casi nunca pasa nada malo. El principal ajetreo lo montan los turistas japoneses que llegan casi a diario a la parte alta del municipio para visitar aquellos molinos que parecían gigantes, contra los que luchó Don Quijote en el capítulo VIII.

La apacible rutina diaria de este pueblo de 15.000 habitantes se vio truncada este miércoles a las 9 de la mañana. Un vecino paseaba por la calle Convento, que es una estrecha vía adoquinada que hace de arteria principal. En mitad de la calle se encontró el cuerpo agonizante de un hombre, descalzo, en camisa y calzoncillos, junto a una mancha de sangre. Aún respiraba cuando fue hallado. El moribundo era Manuel Bustamante, el conserje de la piscina municipal. Su muerte fue certificada pocos minutos después.

El cadáver estaba tirado junto al portal de su casa. Todo apuntaba a que se había caído del balcón del segundo piso. Informados en el Ayuntamiento del hallazgo, telefonearon al colegio Domingo Miras en el que estudiaban Daniel y Paula, sus hijos de 8 y 5 años respectivamente. Desde la escuela confirmaron que los niños no habían ido a clase esa mañana. Ahí saltaron todas las alarmas.

UN FUERTE OLOR A GAS

Agentes de Guardia Civil y Policía Municipal forzaron de inmediato la puerta de la vivienda. Allí encontraron tres cadáveres y un fuerte olor a gas. Los cuerpos inertes de Ana, la mujer del conserje, y sus dos hijos, yacían en el salón de la vivienda. Habían sido asfixiados: los niños probablemente con una almohada. La muerte de los pequeños pudo producirse en su dormitorio, y después habrían sido trasladados por el padre hasta el salón. Antes, habría matado a la madre. De la cocina procedía el riesgo inminente de explosión para todos los vecinos: la llave de paso del gas estaba abierta y el edificio podía saltar por los aires si no se actuaba con celeridad.

A falta de confirmación oficial, todo hace pensar que el suceso fue el punto culminante de la mañana de la ira de Manuel Bustamante, un hombre con dos caras y dos vidas. Para la mayor parte de los vecinos, era un discreto funcionario municipal, conocido y respetado en todo el pueblo, sin antecedentes penales ni episodios violentos. Pertenecía a una familia muy querida en Campo de Criptana: Manuel era hijo de un popular y respetado profesor del pueblo que, en el momento de los hechos, estaba celebrando sus bodas de oro en Roma con su esposa.

LA VIDA SECRETA DEL CONSERJE

Esa era la imagen pública del conserje. Su vida secreta, en cambio, encierra enigmas sin aclarar. Manuel sufría ciertos trastornos. En el pueblo lo conocían por padecer numerosos tics. Aunque se mostraba afable con sus compañeros del Ayuntamiento, con los usuarios de la piscina se comportaba distinto. Según algunos testimonios, en su trabajo podía ser una persona irascible y visceral. También sufría graves problemas financieros que trataba de ocultar incluso a su propia familia. Su situación económica era muy grave y estaba ahogado por las deudas.

Este hecho resulta paradójico, ya que Manuel, de 48 años, había sido agraciado hace unos años con unos 150.000 euros de un boleto de lotería premiado. Dónde fue a parar ese dinero, nadie lo sabe. Tampoco por qué sus problemas monetarios no se limitaron a dilapidar el premio de la lotería, sino que fueron más allá, se acabaron comiendo su sueldo de funcionario y le obligaron a recurrir a bancos de dinero exprés, que cobran altísimos intereses. Concretamente Cofidis ya le había enviado notificaciones para exigirle el pago de algunas deudas que había contraído con ellos. Esta situación financiera límite podría haberlo llevado a quitarse del medio, liquidando antes a su familia.

Nadie sabe en qué gastó ese dinero, además de destinarlo a la compra de una vivienda. "No era un hombre con vicios conocidos" cuenta el propietario de otro bar que frecuentaba. "A veces venía, se tomaba el café… poco más. Hacía recados, no hablaba mucho, tenía muchos tics y lo conocíamos como 'Bustamante el de la piscina'. Pero no era un tío violento", concluye.

Fachada del edificio en el que han ocurrido los hechos.

ANA, LA ESPOSA SILENCIOSA

A 'Bustamante el de la piscina' lo conocía todo el pueblo. No así a Ana María Rosado, su esposa de 42 años. Los vecinos de Campo de Criptana coinciden en señalar que a ella no se le veía por la calle. "Yo no conozco a nadie por aquí que sea amiga suya", tal y como reconoce una mujer en evidente estado de shock. Ella también vio el cuerpo agonizando de Manuel a las 9 de la mañana.

Ana nació en un pueblo próximo, en Pedro Muñoz, a 13 kilómetros de Campo de Criptana.. Se casó con Manuel hace 10 años y se vino con él a Campo de Criptana. Aquí nacieron sus dos hijos en común con Manuel. El tercero para ella, que ya tenía una hija de una anterior relación. A los dos les quitó la vida ayer.

Manuel llevaba 20 años trabajando como funcionario municipal y nadie sospechaba que tuviese problemas de ningún tipo. La directora de la Unidad de Violencia de Género de Ciudad Real lo confirma: "no consta ninguna denuncia, orden de alojamiento, ni episodio violento previo, pero es que tampoco lo había en los otros 5 casos de violencia machista que se han registrado en Castilla La Mancha en lo que llevamos de año".

UN HOMBRE, DOS CARAS

Manuel Bustamante guardaba bien las apariencias. Con sus compañeros del Ayuntamiento, su trato era afable cordial, así como con las visitas. "Como era el conserje de las instalaciones deportivas, tenía que recibir a muchos equipos que venían y el trato con todos ellos era correcto; jamás habíamos tenido una queja", confirma otro funcionario municipal.

El timbre del edificio donde han ocurrido los hechos.

Sus compañeros quizás no lo sospechaban, pero a algunos de los usuarios de la piscina municipal no les ha sorprendido la tragedia. "Todos sabíamos que estaba mal de la cabeza", cuenta Ismael, un vecino de 20 años que había tenido algunos problemas puntuales con el conserje. Su hermana Yolanda, de 17, recuerda: "era una persona muy irascible; si pisabas un poco el césped de la piscina con zapatillas de calle, te montaba un jaleo. Siempre estaba echando broncas".

LA MAÑANA DE LA IRA

La noche del martes, horas antes de la tragedia, Manuel Bustamante cerró la piscina a las once de la noche, como hacía cada día. Llegó a su casa y lo que pasó dentro no se sabrá jamás con exactitud. Las primeras hipótesis apuntan a que en primer lugar estranguló a su esposa Ana, una mujer más corpulenta que él. Después de matarla, habría hecho lo propio con sus dos hijos, ahogándolos con una almohada. Tras ejecutar a toda su familia, abrió la llave del gas y saltó desde su balcón, estrellándose contra los adoquines. Se desconoce la hora en la que asesinó a su mujer y sus hijos, pero desde la investigación calculan que cometió los tres asesinatos en las primeras horas de la mañana, poco antes de que el vecino encontrase su cuerpo moribundo tirado. "Si hubiese sido de madrugada, lo mismo ahora estábamos hablando de una tragedia de grandes proporciones, porque si la llave del gas hubiese permanecido mucho más tiempo abierta, la casa hubiera explotado y con ella el resto de viviendas", confirmaron fuentes municipales.

Este martes por la tarde, el Ayuntamiento convocó un pleno con carácter de urgencia para condenar el triple crimen. "Este y todos los casos de violencia de género, si se confirma que se trata de uno de ellos", contaba con prudencia el alcalde Antonio Lucas-Torres: "Hay una investigación abierta y les están practicando las autopsias a los cadáveres. Aventurar una hipótesis sería especular, por lo que es mejor esperar resultados. Pero lo que no espera es el dolor de la familia, así que en cuanto acabemos este acto, yo me quito la chaqueta y la corbata y me voy a estar al lado de la familia, que es la que está sufriendo".

El Ayuntamiento ha convocado un pleno con carácter de urgencia para condenar el triple crimen.

Tras el pleno, se llevó a cabo un minuto de silencio en la Plaza Mayor. Periodistas, policías, vecinos y curiosos se arremolinaban en los aledaños del Consistorio. En silencio, sin dar crédito a lo que había sucedido. En Campo de Criptana, patria chica de figuras como Sara Montiel o Luis Cobos, fue su vecino menos ilustre el que colocó ayer de nuevo al pueblo en la primera línea informativa. En esta tierra de gigantes, ayer mataron a dos pequeños y a su madre. Y si no llega a ser por la rápida intervención policial, media barriada podría haber saltado por los aires. Sólo el conserje, trastornado y arruinado, conoce los motivos. Y se los ha llevado a la tumba.

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