Cuando el pasado domingo de Pascua Robert Godwin salió de su casa en Cleveland a recoger algunas latas para reciclar, la afición favorita de este jubilado de 74 años, no se imaginaba que un joven perturbado llamado Steve Stevens acabaría con su vida a tiros, escogiéndolo al azar y retransmitiéndolo vía Facebook para todo el mundo.
Seguramente nunca pensó tampoco que su caso acabaría poniendo contra las cuerdas a la red social más grande y poderosa del planeta -con más de 2.000 millones de usuarios-, que estos días se enfrenta en EEUU a un debate público sobre la necesidad de restringir las herramientas de emisión en vivo.
Facebook ha supuesto toda una revolución para que los usuarios compartan sus momentos íntimos, pero se ha convertido también en una plataforma a través de la que se han colado violaciones, agresiones, suicidios y torturas, sin que la compañía sea capaz de poner freno a estos episodios. Más bien al contrario, hemos asistido a la llegada de la muerte en directo, disponible para ser compartida a golpe de ratón.
El vídeo que ha horrorizado al mundo, con el espantoso final de Godwin, un padre de diez hijos y abuelo de 14 nietos y varios bisnietos, estuvo disponible casi tres horas en internet hasta que fue retirado. La persecución policial del asesino en Cleveland hasta que se suicidó este miércoles, junto a la espectacularidad de las imágenes del suceso han acaparado durante los primeros días el foco de la opinión pública, dejó en un segundo plano la historia de la víctima, convertida casi en un elemento de espectáculo.
Con el paso de los días, parece que en la sociedad estadounidense ha comenzado a reaccionar y plantearse cambios, al menos sobre el papel. Medios como el New York Times o el Washington Post han publicado artículos y tribunas debatiendo sobre la conveniencia de poner límites a Facebook y el resto de redes sociales. Tras la lluvia de críticas por no haber retirado antes la grabación del asesinato, y no ser capaz de evitar este tipo de sucesos, el vicepresidente de Facebook, Justin Osofsky, reconoció en un post que la compañía tenía que “hacerlo mejor", aunque no concretó ninguna medida, más allá de apuntar al uso de inteligencia artificial para controlar lo que los usuarios cuelgan.
El martes, el presidente y fundador de la red social, Mark Zuckerberg, protagonizaba una conferencia anual en California para hablar de las nuevas herramientas en las que trabaja su empresa. “Nuestros corazones están con la familia y amigos de la víctima en Cleveland. Haremos todo lo que podamos para evitar tragedias como ésta". Poco más, pese a las preguntas de los asistentes.
El director de productos de Facebook Live, Daniel Danker, defendía que la forma en que se lucha contra la difusión de estos contenidos es a través de los propios usuarios. “Confiamos en la comunidad para señalar momentos en vivo que son inseguros o que de otro modo están fuera de los estándares de nuestra comunidad". Conclusión, el público es el encargado de vigilar.
FAKE NEWS
Facebook no se caracteriza por una rápida reacción cada vez que la opinión pública la pone en la diana. Ya ocurrió cuando tras las elecciones presidenciales estadounidenses surgieron críticas a la difusión de noticias falsas a través de esta plataforma que pudieron haber influenciado al electorado. La compañía primero negó la mayor, para luego poco a poco ir anunciando acciones concretas para evitar la propagación de fake news. Ante lo ocurrido en Cleveland, parece que el modelo se repite.
Hay que reconocer la dificultad que entraña controlar lo que publican los cerca de 2.000 millones de usuarios activos de esta red, que genera más de diez millones de dólares en ganancias al año, un beneficio que necesita de contenidos que enganchen al usuario el máximo tiempo posible, incluso aunque estos muestren violencia. No es la primera vez que la supresión de un vídeo inapropiado lleva horas.
David Clinch, editor global de noticias del Storyful, una plataforma que difunde y verifica contenidos en la red, advertía en un artículo en el Washington Post que o Facebook “se toma este asunto muy en serio y con urgencia, o seguramente se enfrentará a más peticiones para que Facebook Live sea suspendido hasta que haya controles capaces de evitar estos casos”.
Lo cierto es que aunque cada vez son más las voces que piden una mayor supervisión e incluso han surgido encuestas preguntando si se debe prohibir esta aplicación, la legislación no responsabiliza a los proveedores de servicios de Internet ni a los usuarios de los contenidos creados por terceros.
Ninguna ley protegió tampoco la intimidad de Godwin frente a la cámara de Steve Stephens, de 37 años, quien alrededor de las dos de la tarde del domingo de Pascua se encontró en las calles de Cleveland a su víctima, a la que preguntó si podía hacerle un favor, decir a cámara el nombre de su novia, Joy Lane, que era supuestamente “la razón por la que esto te va a pasar”. “¿Cuantos años tienes?", le inquirió.
El anciano, desconcertado, comenzó a alejarse mientras murmuraba que no conocía a nadie por ese nombre. Esas fueron sus últimas palabras, antes de ser asesinado. Las imágenes fueron vistas por millones de personas en todo el mundo, mientras uno de sus 14 nietos, Ryan Godwin, a través de Twitter, imploraba a los usuarios que dejaran de compartir el momento del asesinato de su abuelo. "Por favor, por favor, dejen de retuitear ese vídeo e informen a cualquiera que lo haya publicado. Es mi abuelo, muestren algún respeto".
UNA COMEDIANTE, ACUSADA
Para hacerse una idea de la revolución que se generó en las redes sociales tras la difusión del vídeo, y de la respuesta descontrolada de los internautas, valga apuntar una anécdota. Al difundirse el nombre de Joy Lane, la expareja del asesino, este nombre corrió como la pólvora por Facebook y Twitter, aunque en un primer momento se asoció a una comediante norteamericana de la misma identidad, que tuvo que salir en sus cuentas a negar relación alguna con lo ocurrido.
"Soy Joy Lane la comediante. Por favor que paren las amenazas. No conozco a nadie en Cleveland y mi ‘pussy’ (vagina) es buena, pero no tanto como para matar a nadie”, tuiteó.
Mientras las redes sociales vivían su particular caza del asesino, y la policía se movilizaba para detener a Steve Stevens, la familia del anciano empezaba a conocer el suceso, impactados por las noticias que llegaban sobre el modo en que habían acabado con este trabajador jubilado de la fundición, que unas horas antes había estado charlando con su hijo Robert Godwin Jr.
Según comentó él mismo a la prensa, el día anterior a su muerte lo pasó pescando, una de sus grandes aficiones desde que en 2011 se retirara. Su otro pasatiempo era recolectar latas de aluminio para el reciclaje. En eso andaba el domingo cuando fue abordado por Stephens. Horas antes había pasado por la casa de Robert para recoger una equipación de baloncesto para otro de sus niños. "Nos abrazó a mi esposa y mí y dijo 'te veré la próxima vez'", contó al Cleveland.com. Más tarde recibió la llamada. Él, como la mayoría de la familia, aún no ha sido capaz de visionar el vídeo.
El anciano de 74 años estaba casado con una mujer de 34, Angela Smith, con la que tenía dos hijos de 8 y 11 años. Aquel fatídico domingo se encontraba preparando el almuerzo cuando Godwin salió a pasear por el barrio de Glenville. “Me dijo que me quería cuando se marchó. Siempre me decía eso. Me pidió que lo llamara cuando la comida estuviera lista. Y le dije que lo haría”, relató su pareja al Daily Mail.
Ante las primeras especulaciones sobre por qué la víctima estaba recogiendo latas de la calle cuando fue tiroteado, su viuda explicó también que lo hacía por ocio, no porque necesitara el dinero. “Tenía lo que necesitaba en el banco”.
Fruto de esta relación de 18 años, Godwin deja huérfanos a dos pequeños destrozados por la muerte de su padre. “Les dije que él está allí con Dios. Dios lo necesitaba. Realmente no podía explicarles lo ocurrido”, cuenta Angela.
LA EX DEL ASESINO: "ERA BUEN TIPO"
Otra de las protagonistas de esta historia es la auténtica Joy Lane, la exnovia por la que supuestamente el asesino salió a la caza del hombre. Aunque ya no estaban juntos, habían mantenido una relación de varios años, que según sostiene ella, terminó de forma amistosa. Es más, asegura que le instó a buscar ayuda para arreglar sus problemas con el juego.
Al principio, tras el impacto de las primeras noticias, Lane expresó sus condolencias a la familia de Godwin, aunque también tuvo palabras amables para Stephens. "Hemos estado en una relación durante varios años. Siento que todo esto haya sucedido. Mi corazón y mis oraciones están con los miembros de la familia de la víctima. Steve es en realidad un buen tipo... es generoso con todo el mundo que conoce. Él fue amable y cariñoso conmigo y mis hijos. Es un momento muy difícil para mí y mi familia", manifestó a través de un mensaje de texto enviado a la CBS.
Esas buenas palabras llegaban a pesar de que en otro vídeo, Stephens la responsabilizaba de sus actos y llegó a bautizar aquel domingo como la masacre de Pascua Joy Lane. A raíz de esto, algunos usuarios de las redes sociales han estado responsabilizando a esta joven por la muerte de Godwin, aunque ella dice desconocer por qué su ex mencionó su nombre.
Lane se ha reunido con dos de las hijas de Godwin, Debbie y Tonya. Las tres se abrazaron, lloraron y rezaron juntas. No hubo reproches ni acusaciones.
El funeral de Godwin se celebra este sábado, mientras algunos ya dan por seguro que si no se toman medidas, pronto volverá a producirse otro caso similar. En este debate no está sólo Facebook. The New York Times apuntaba esta semana que “otros gigantes de la tecnología, incluyendo a Twitter, Amazon y Google, se han apresurado a proporcionar herramientas para que la gente comparta ampliamente sus momentos íntimos con más frecuencia”, alertando del riesgo que esto entraña.
SUICIDIOS Y VIOLACIONES
Los casos no siempre son negativos. El verano pasado, un policía tiroteaba a Philando Castilla, un hombre de Minnesota que había sido parado en un control de tráfico. Su novia lo retransmitió en vivo a través de Facebook.
En otras ocasiones, los casos son espeluznantes. Hace justo un mes, una pandilla en Chicago secuestraba a una menor de 15 años y la violaba en grupo brutalmente mientras lo emitía en directo por Facebook, mientras 40 personas contemplaban la escena desde sus ordenadores o teléfonos móviles, sin que ninguno llamara a la policía. El vídeo también estuvo horas circulando hasta que los agentes llamaron a la empresa de Zuckerberg pidiendo que se suprimiera. Para colmo, tras conocerse los hechos, la víctima se convirtió en objeto de mofa en las redes sociales.
El pasado febrero, otro caso en Ohio conmocionaba al país. Una joven de 20 años, India Kirkseyno, era acusada de violar a un niño de cuatro años mientras lo transmitía a través de Periscope, una herramienta de streaming vinculada a Twitter que permite convertir el dispositivo móvil en una cámara desde la que enviar vídeo online en abierto. La chica había realizado presuntamente una felación al niño y sólo uno de los espectadores, en Texas, avisó a las autoridades.
Muy sonada fue también la violación de otra menor de 17 años, también en el mismo estado, retransmitida vía Periscope por una amiga de la víctima que se encontraba junto en el lugar de los hechos mientras el agresor abusaba de ella.
“No es ilegal ver este tipo de vídeos o no informar de su existencia a la policía”, explica Jeffrey Urdangen, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Northwestern de Chicago, quien apuntaba que ni siquiera darle a me gusta podía ser considerado un delito, con la legislación actual.
Los suicidios en vivo también abundan en la red, incluso entre las celebridades. El 25 de enero, Naika Venant, de 14 años, transmitía su muerte en Florida por Facebook, ahorcándose con una bufanda en su baño.
También en enero, en Georgia, la protagonista era Katelyn Nicole Davis, de 12 años, colgándose de un árbol y dejando esa imagen en emisión durante más de 20 minutos. Eliminar aquel vídeo costó tiempo, ya que se hizo viral.
Entre los famosos, el actor Jay Bowdy, de 33 años, usó Facebook Live para anunciar y emitir su suicidio en Hollywood.
También se han emitido palizas, como la que cuatro jóvenes afroamericanos le propinaron en Chicago a un chico blanco al que acusaban de ser seguidor de Donald Trump.
Facebook Live echó a andar en junio de 2016. No tiene aún ni un año de vida. El pasado martes Zuckerberg pasó de puntillas por todos estos espinosos episodios y se centró en una nueva aplicación: la realidad aumentada, que básicamente permitirá a través del móvil visionar elementos ficticios superpuestos sobre un fondo real. Un mundo de posibilidades en el que la red social volcará sus esfuerzos en los próximos meses. Mientras, en EEUU empiezan a surgir voces demandando la recuperación de una herramienta nada novedosa: más control.