Alberto, el ultra del Frente Bokeron del Málaga que acabó con la vida de Pablo el pacificador
El joven, ahora en prisión, pertenece también al Movimiento Málaga 1487, colectivo de ultraderecha que recuerda la expulsión de los musulmanes de la ciudad malagueña. Pablo murió al ser golpeado en la cabeza.
28 abril, 2017 16:32Noticias relacionadas
La madrugada del 21 de abril podría haber finalizado en un nuevo amanecer para Pablo, el joven pacificador que falleció en Málaga tratando de detener una pelea, de no ser porque en la noche en la que celebraba con sus amigos su 22 cumpleaños se cruzaron en su camino dos jóvenes, uno de los cuales, Alberto, pertenece al Frente Bokeron, el grupo ultra de seguidores de Málaga Club de Fútbol, ligado además al movimiento de ultraderecha Málaga 1487.
“Se había radicalizado mucho. Era por las malas compañías que frecuentaba”, señala un joven que conocía a Alberto desde su adolescencia, y que ha visto cómo se deslizaba por una pendiente de altercados y agresiones debido a sus vínculos con estos colectivos. El Frente Bokerón, de hecho, ha protagonizado sonadas peleas contra otros grupos radicales de hinchas de equipos como el Sevilla, como el Biris Norte, que se han saldado con varios heridos. El movimiento Málaga 1487, por su parte, es un colectivo de ultraderecha que defiende ideas contrarias a la inmigración, y cuyo nombre conmemora el año en el que los Reyes Católicos expulsaron a los musulmanes de la hoy capital de la Costa del Sol.
Alberto, de 25 años, es uno de los dos jóvenes que se encuentran en prisión por la muerte a golpes de Pablo P.R., de 22 años, cuando éste trató de detener una pelea en el exterior de un local de copas del centro de la capital malagueña, donde se encontraba celebrando su cumpleaños. La Policía le detuvo en el Jardín de los Monos de la capital tras averiguar que se había ocultado en un piso de aquella zona con su novia, de 17 años, a la que indujo a huir con él después de lo ocurrido. La joven ha sido ya devuelta a sus padres.
El supuesto agresor vivía en Málaga junto a su abuela, ya que sus padres se encuentran separados. Hijo de un exmarine estadounidense, se encontraba prácticamente solo en la capital de la Costa del Sol, ya que su hermano mayor trabaja en Estados Unidos como piloto comercial. Gracias a él, sin embargo, había logrado un empleo como profesor de inglés en una academia de la capital. Pero todo lo echó por tierra debido a las malas compañías.
Aquella noche, en la confluencia de las calles Lazcano y Comedias de la capital malagueña, protagonizaba el enésimo altercado de su ya nutrido historial. Aunque carece de antecedentes penales, Alberto se ha enfrentado ya otros grupos de jóvenes en numerosas peleas, según refieren los que lo conocen. Hacía además algunos años que se había aficionado al boxeo, al igual que el otro detenido, Álex C.C., de 27 años, quien había trabajado por temporadas en algunos bares de la ciudad.
Todo sucedió muy deprisa. Según testigos presenciales, en la sala de fiestas donde Pablo y sus amigos se divertían, algunos miembros del grupo liderado por Alberto comenzaron a arrojar cubitos de hielo a otras personas, y acabaron por romper una botella. Dos porteros del local echaron a la calle a varias personas, entre ellas a Alberto y al otro joven detenido como presunto autor de la agresión, Álex C.C., de 27 años. A continuación, salieron Pablo y uno de sus amigos. Eran cerca de las cuatro de la madrugada. El grupo de Alberto se encaró con el amigo de Pablo. Su error fue tratar de intervenir. Interponerse para evitar que agredieran a otras personas.
La agresión que terminó con la vida de Pablo quedó recogida por las cámaras del propio local, y esto facilitó la identificación de los autores por parte de la Policía. Las imágenes recogen los golpes y patadas que propinaron a la víctima hasta perder el conocimiento y ser trasladado al Hospital Clínico de Málaga en estado de muerte cerebral.
Los fuertes golpes en la cabeza le provocaron lesiones muy graves. El joven permaneció varias horas en coma. Finalmente, el viernes por la tarde los médicos certificaban su muerte cerebral y se activaba el protocolo para la donación de sus órganos.
La historia de Pablo es la de un joven solidario que trataba de ayudar a los demás, y que con solo cinco años donó su médula para salvar a su hermano José de la leucemia. Le regaló 10 años más de vida. Su padre, José, es un conocido abogado laboralista de la ciudad, asesor de varios comités de empresa. La familia trata ahora de superar ambas pérdidas, aunque sea imposible no preguntarse si la muerte de Pablo no podría haberse evitado.