En el Ateneo de Madrid, el ágora que ha visto pasar mucha de la historia intelectual y política de nuestro país, se dio cita anoche un grupo de personas buenas que dados los tiempos que corren casi parecen extraterrestres y a los que en más de una ocasión por su loable comportamiento más de uno ha llegado a llamar “idiota”. Se trata de Ana Garrido Ramos (denunciante de la Gürtel), Luis Gonzalo Segura (exteniente de las Fuerzas Armadas y denunciante de las malas prácticas en el Ejército), Roberto Macías (extrabajador que denunció las facturas falsas de UGT- Andalucía) y Azahara Peralta (extrabajadora que no dudó en sacar a la luz las corruptelas de Acuamed).
La Plataforma por la Honestidad, una organización sin ánimo de lucro capitaneada por el asturiano Pedro Arancón y que trabaja incansable por una ley que proteja a los denunciantes de corrupción, decidió darles un homenaje en forma de cena donde lo de menos era la comida y lo de más era alimentarles el alma con la compañía y la solidaridad que no han tenido en su aventura como 'cazacorruptos'. “Frente a las noches y los días en los que os habéis sentido abandonados, frente a la soledad, la tristeza, la desesperación y la pena que habéis pasado y estáis pasando por hacer un acto de responsabilidad social como denunciar y destapar la corrupción en los organismos públicos, hoy estamos aquí para deciros que no estáis solos y que os agradecemos vuestro sacrificio”, comenzó el acto Arancón.
Y es que dicha Plataforma, cual reencarnación de la lámpara de aceite que llevaba el filósofo Diógenes de Sínope en su mano por las calles de Atenas y a plena luz del día “en busca de un hombre bueno”, se topó de frente con cuatro seres honestos que por una vez se sintieron importantes gracias al centenar de personas que congregó la asociación entre personalidades del mundo de la política, la justicia, los medios de comunicación, asociaciones de derechos humanos y ciudadanos de a pie.
EL HILO INVISIBLE Y CONDUCTOR DE LA CORRUPCIÓN
Elisa de la Nuez, secretaria de la Fundación 'Hay Derecho' (organización cuyo proyecto estrella es la protección de los derechos de los denunciantes de corrupción) comenzó la ronda de intervenciones subrayando cómo “los buenos pagan un alto precio por hacerse eco de la corrupción mientras que tienen en frente al aparato de los partidos y el Estado que en nada les ayuda”. Por eso arengó a la ciudadanía a “entender el sacrificio que hacen estas personas al defender el bien público y por tanto a la sociedad” y a seguir dando pasos “como el de poner en la agenda política este problema”, dijo la abogada.
Por su parte el magistrado Baltasar Garzón, en representación de FIBGAR (la Fundación privada de carácter social, sin ánimo de lucro, que tiene por objetivo la defensa de los Derechos Humanos y la Jurisdicción y que el mismo fundó), resaltó la valía de todos ellos como alertadores. “A mí me gusta llamaros alertadores de la corrupción porque actuáis antes de la denuncia. Estamos aquí para evitar que tengáis que asumir las consecuencias de ser denunciantes y que hace recaer sobre vosotros el peso de un sistema que no funciona, que es ineficiente. El peso de un poder judicial y político que no protege a quienes se la juegan”, recalcó.
Además, el juez señaló que en España el problema no es sólo que haya corrupción. “Es una evidencia que se ha negado una y otra vez diciendo que son casos aislados cuando en realidad hay un hilo invisible que cada vez lo es menos”. Asímismo, hizo hincapié en la regeneración urgente que hay que llevar a cabo “para amparar a quienes como Ana, Juan, Roberto o Azahara sufren las consecuencias y son quienes se la juegan. Hay que dejar de estigmatizarles y cambiarles la vida insoportable que llevan por una justa y a la altura del sacrificio que han hecho”, añadió.
Garzón no se cortó a la hora de señalar a la ineficacia de un sistema que falla y que hace que todo el peso y la responsabilidad recaigan en el alertador. “Ellos viven algo insoportable porque en España tenemos una ley de protección de testigos de 1994 que es vergonzosa. Tenemos que ser capaces de poner en marcha una ley que les proteja. No se puede hacer responsable al alertador del fracaso de la denuncia que ha interpuesto. Muchas veces se fracasa no porque el alertador no haya dado en el clavo, sino porque se le exige todo. Quien tiene que hacer el trabajo es el ministerio fiscal y no el denunciante”, comentó.
Por último, Garzón también recalcó la necesidad de hacer un cerco a la corrupción; ya que la misma no se va a vencer a corto plazo. “Se tiene que poner la piedra para acabar con ella y no en los tribunales, esa es la consecuencia natural de la denuncia, sino en el ahora, en la protección de quienes destapan la corrupción”, finalizó Garzón.
AL CALOR DE LA SOLIDARIDAD
Tras las palabras y miradas de cariño y empatía de todos los participantes, los cuatro agasajados, casi conteniendo las lágrimas y la emoción comenzaron a agradecer la compañía de los asistentes. Azahara Peralta, denunciante del caso Acuamed, dio las gracias porque después de casi dos años de calvario “lo único que me ayuda a no rajarme es gente como vosotros, de la sociedad civil, que aunque no me conocen, me ayudáis con vuestras palabras de aliento a avanzar. Esta cena tiene un especial significado ya que me ayuda a continuar defendiéndome y a no pensar que lo que hicimos no sirvió para nada excepto para destrozarnos la vida”, comento.
La siguió Ana Garrido, quien además pudo vender a los asistentes la bisutería que ella misma diseña y con la que se gana la vida, y para quien su mayor problema por todo lo vivido es la soledad. “Hoy me siento como si fuera mi cumpleaños. Hace tanto que no estaba con tanta gente que me da fuerza y ánimos que es como si estuviera de celebración” expreso. Además la exfuncionaria se mostró eufórica por el momento histórico de las enmiendas de la ley de protección de los denunciantes que están a punto de presentarse en el Congreso de los Diputados.
Por su parte para Roberto Macías, ex denunciante del caso de UGT Andalucía, la celebración era como una ráfaga de luz frente a la oscuridad. “Esta noche es histórica y es la metáfora de la luz. Hasta ahora hemos estado apartados y condenados a la oscuridad. Es importante que se nos vea, sois nuestra fuerza, sois gente honesta que cree en una sociedad transparente y comprometida con los valores y que lucha frente a un Estado putrefacto y en decadencia. Estar aquí es reafirmar que mi actuación es una forma de evitar que más personas sufran el calvario de enfrentarse a la repugnante corrupción y tengan que sufrir como yo y mi familia”, comentó.
El último en hablar fue el exmilitar Luis Gonzalo Segura, quien pese a lo difícil que le resultó estar allí, agradeció muy emocionado la compañía. “No es nada fácil estar aquí porque es vivir otra vez la sensación de estar subido a una montaña rusa. Ya llevo ocho años de batallas contra el sistema. Es un desgaste enorme. Hoy estamos aquí respaldados y mañana regresamos a la soledad y la tristeza”, dijo.
Una tristeza que le ha hecho ver recientemente una realidad que hasta ahora no había visto. “Es muy fácil ver cómo nos maltratan cuando todo es verdad. Y es que aparte de perder el trabajo o la casa, perdemos el futuro. Nadie nos quiere contratar ni dar una segunda oportunidad. Nos ven como problemáticos. Pero por encima de nuestros calvarios hay otro calvario peor. No solo pierdes tu vida sino que echas a la basura el futuro de tus hijos. Les hipotecas su destino. A mí no me importa no tener qué comer o estar delgado; pero hacerles daño a ellos, es desesperante y muy doloroso. Por ellos y por mí es mi lucha. También lo hago porque si yo fracaso se habrá silenciado a una generación de militares que podrían dar un paso al frente de la honestidad y denunciar la corrupción que hay allí”, finalizó el exteniente.
Sin duda alguna, estos cuatro nombres propios, fueron cual Diógenes el mejor reflejo del modelo de la sabiduría. Ojalá la vida sea justa y les devuelva cuanto antes, a ellos y a sus hijos, la dignidad y la vida que no han tenido hasta ahora.
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