Somalia y sus aguas son una suerte de cóctel imposible. La violencia es un monstruo que engulle la región, azotada por los zarpazos yihadistas de Al Shabaab, fiel a Al Qaeda. No hay mayor ejemplo de Estado fallido. Y ahora la piratería, una lacra que parecía enterrada en el pasado, ha vuelto a resurgir. Es un infierno sobre el que navegan 290 soldados españoles. El contralmirante Rafael Fernández-Pintado Muñoz-Rojas entiende el difícil panorama que se les dibuja por delante. Si los terroristas extienden su área de actuación sobre el mar –“parece ser que están intentando disponer del apoyo de redes piratas”- el escenario amenazará con estallar en mil pedazos.
Por el momento, los esfuerzos en el mar se centran en evitar la piratería sobre los navíos mercantes o pesqueros. Basta recordar el secuestro del barco español Alakrana, el 3 de octubre de 2009, que mantuvo al país en vilo. Sus 36 tripulantes permanecieron cautivos durante 47 días, hasta que el Gobierno español, entonces encabezado por José Luis Rodríguez Zapatero, pagó un rescate que rondó los 4 millones de dólares (unos 2,7 millones de euros).
Aquel fue uno de los últimos episodios en el que los piratas lograron sus propósitos. La Operación Atalanta, desplegada por la Unión Europea en diciembre de 2008, ha contribuido al cese de esta actividad. Tan solo un puñado de intentonas fallidas han salpicado el calendario en los últimos años.
Hasta ahora.
“El Galicia [buque en el que están desplegados los 290 efectivos] recibió una llamada de socorro por canal de guardia VHF, procedente del mercante Costina, con bandera de Sierra Leona, que informaba que estaba siendo atacado por un esquife pirata y que les estaban disparando”, detalla el contralmirante Fernández-Pintado. Su relato se remonta a hace apenas un mes, al 22 de abril. El asalto se estaba produciendo en aguas del Índico, a apenas 12 millas de donde ellos se encontraban. Era imprescindible actuar rápido.
Dieron instrucciones a la tripulación del Costina: “Aumenten la velocidad y pongan rumbo directo al Galicia, y hagan caídas bruscas de rumbo para evitar el abordaje”. El buque español, al mismo tiempo, se dirigió “a toda velocidad” hacia el lugar en el que se encontraba el mercante. A bordo, la actividad era febril: “Preparamos un equipo de guerra naval especial y alistamos al helicóptero”.
Todo estaba dispuesto para evitar el asalto. En un momento dado, en lontananza, vieron al Costina. Los piratas somalíes, habitualmente armados hasta los dientes para perpetrar sus golpes, se movían a bordo de un esquife. Su sorpresa debió de ser mayúscula cuando vieron al buque de asalto anfibio español dirigirse hacia su posición. Entonces se inició otro tipo de persecución.
Mientras el Galicia escoltaba al Costina hasta un lugar seguro, el helicóptero español persiguió al esquife en las aguas próximas al territorio somalí: “Intentamos detectar a los piratas en su evasión”, detalla el contralmirante. “Pero no fue posible”.
La vida a bordo del Galicia
La embarcación española actúa como una pequeña ciudad sobre el mar, en el que cada uno desempeña su función. Hay cocineros, médicos, una zona para practicar deporte y hasta un cine. La tripulación se mantiene informada a través de un programa de radio producido a bordo, emitido bajo el nombre de Radio Mamparo 123 de 8.00 a 8.30, todos los días. “Hasta editamos un periódico semanal, La Voz del Galicia”, explica el contralmirante Fernández-Pintado con cierto orgullo. Además, los efectivos desplegados en la misión pueden participar en talleres de fotografía o educación física, entre otros.
Toda esa actividad envuelve un único objetivo, la vigilancia permanente para evitar la piratería: “El régimen que se sigue es de seis horas de guardia para cada vigilancia y 12 horas libres, en las que se come, duerme, se realizan trabajos de mantenimiento y limpieza, etcétera. Las vigilancias comienzan a las 08.00 y siguen un ciclo de seis horas (08.00-14.00-20.00-02.00-08.00…) y así de forma continua en la mar”.
El contralmirante español explica a EL ESPAÑOL la necesidad de mantener la disciplina en uno de los escenarios más complicados en los que operan las Fuerzas Armadas:
- Desde 2012 apenas habían existido incidentes de piratería. El último, un incidente muy esporádico, fue en otoño de 2016 con el ataque al mercante CPO KOREA. Podría decirse que la piratería había quedado erradicada en lo que se refiere a su actuación en el escenario marítimo, pero desde marzo de 2017 han ocurrido varios incidentes en la mar, unos relacionados en parte con la piratería y en parte con actividades criminales, y otros claramente acciones piratas, hasta un total de 6 casos reconocidos oficialmente.
¿A qué motivos puede deberse este rebrote de la actividad?
- Los motivos no pueden encontrarse en razones concretas, sino en una mezcla de lo que es el verdadero problema de Somalia, que está en tierra y no en la mar. Es cierto que llevamos un periodo de sequía muy prolongado, con la hambruna que produce.
- La OTAN también ha abandonado el escenario. ¿Puede influir de algún modo en el rebrote?
- La decisión de la OTAN ha sido interpretada por la comunidad somalí y por las redes piratas como la retirada total de las unidades de las diferentes organizaciones que están luchando contra la piratería, lo que les ha hecho creer que disponían de un nuevo escenario permisivo para un posible regreso a la actividad pirata.
A juicio del contralmirante, estas nuevas incursiones se pueden interpretar como “pruebas iniciales o actividades precursoras de los clanes piratas” para comprobar cuál sería el nivel de respuesta de la comunidad internacional ante una nueva oleada de ataques.
El yihadismo de Al Shabaab
El océano Índico es un infinito imposible de abarcar. Y los efectivos españoles desplegados en las aguas que bañan Somalia lamentan “la falta de medios, especialmente de unidades navales” para cubrir este horizonte.
Pero el principal problema se encuentra en tierra, donde Somalia ejerce como un ejemplo perfecto de Estado fallido en el que los yihadistas de Al Shabaab golpean con fiereza. “Es ahí donde habría que focalizar el esfuerzo nacional e internacional”, advierte el contralmirante del Galicia. “Un país sin gobierno unificado, débil, con numerosas administraciones autónomas poco coordinadas, sin medios físicos para combatir a las redes piratas y de actividades ilegales, es muy difícil que pueda hacer frente a redes y grupos muy bien organizados que tienden sus relaciones a lo largo de todas la sociedad somalí”.
- ¿Es posible que esa inestabilidad en tierra, especialmente la de los yihadistas, se llegue a coordinar con la piratería del Índico?
- Es algo que los indicios ya están anticipando. Al Shabaab tiene su principal escenario de actividad en tierra, sin entrar aún de forma autónoma en el ámbito marítimo. Pero parece ser que está intentando disponer del apoyo de redes piratas para realizar acciones de tipo logístico a través del mar, como transporte de personal y material, a cambio de dinero.
España, al frente del contingente internacional
La misión que las Fuerzas Armadas españolas tienen desplegada en el Índico es una de las más exigentes a las que hoy se pueden enfrentar. Además de los retos que exige la lucha contra la piratería, el Galicia ha asumido el mando de la Operación Atalanta –compuesta por entre 4 y 7 buques de la Unión Europea- durante cinco meses, hasta el próximo mes de julio. Así, el destino del Índico, queda durante casi medio año en manos del contralmirante Fernández-Pinto y de sus hombres.
Además de la actividad del Galicia, otros 15 efectivos españoles están desplegados en tierra, en Mogadiscio, en la capital somalí, en una misión de adiestramiento de las tropas locales y de asesoramiento al Gobierno en materia de Defensa.
Todos los esfuerzos están destinados a controlar el infierno de Somalia y de sus mares. En que el yihadismo no tienda sus lazos hacia la piratería. Lo hacen -afirman en un vídeo que han difundido con motivo del Día de las Fuerzas Armadas- “con disciplina, con compañerismo, con decisión, con lealtad, con valor, con seguridad”.