El mal perder de los chicos del Tropezón: acusan a la portera Carla de ser varón
El entrenador de un equipo masculino de fútbol acusó a la portera del club rival de ser un niño, después de que esta parase los penaltis. Tras perder frente a un equipo femenino, el preparador denunció ante el comité del torneo que Carla era Hugo. Pero no, Carla es una niña y se identifica como tal.
22 junio, 2017 03:17Noticias relacionadas
A sus doce años, Carla Moolenaar mide 1'63, pesa 50 kilos y calza un 41 de pie. "Es pura fibra", declara su madre, Asunción Torre, a EL ESPAÑOL. Carla lleva el pelo corto como las briznas de hierbas del césped en el que entrena. Juega al fútbol desde hace años; ahora, en un equipo mixto —en los alevines está permitido hasta los doce— pero la próxima temporada pasará a un equipo femenino del Sporting de Gijón.
Antes Carla llevaba flequillo y media melena, pero hace un tiempo que decidió cortárselo. A veces le dicen que parece un chico; ella se revuelve y contesta: "Me llamo Carla y soy una niña". Lo que nunca pensó es que un adulto cuestionaría el género con el que ella se identifica para descalificarla en el ámbito deportivo.
Ocurrió el pasado fin de semana en Ribadeo (Galicia), en un torneo internacional de fútbol alevín. "Carla forma parte de la selección femenina asturiana, se generó un ambiente muy bueno entre ellas y cuando vimos que existía este torneo [el de Ribadeo] quisieron ir como equipo propio, Asturias Femenino. Cada jugadora pertenece a un club diferente, pero se juntaron para participar aquí. La organización dijo que nunca había tenido un equipo femenino y que les apetecía mucho", cuenta Asunción, su madre. El sábado 17 de junio ganaron frente a sus equipos rivales y pasaron a cuartos. Al día siguiente, el domingo, se enfrentaban al Club Deportivo Tropezón (Cantabria), un equipo masculino.
"Cuando empezaron a jugar contra el Tropezón, mi marido [Arnold Moolenaar] estaba haciendo fotografías. Cuando pasó junto al banquillo de este equipo oyó al entrenador decir: 'Entradles duro, que se acojonan'. Palabras textuales".
A pesar de ello, no consiguieron marcar gol. Tampoco el Asturias Femenino, en el que Carla jugaba como portera. Fueron a penaltis: "Carla les paró dos penaltis a los del Tropezón, y nuestras niñas marcaron dos goles. Ganamos. Vaya, les mandamos a casa. Se ve que al entrenador le dio rabia perder y se fijó en mi hija, que les había parado los penaltis y que era la única que no llevaba coleta", explica Asunción. "Al rato se me acerca una de las mamás y me cuenta que el entrenador del Tropezón había denunciado al comité del torneo que habíamos ido a Ribadeo con un equipo femenino y que, sin embargo, la portera era en realidad un niño. Un niño que se llamaba Hugo. Mi hija, como todas las demás jugadoras, llevaba su nombre detrás, en la camiseta. Ponía Carla bien grande", añade la madre.
El comité le dijo al entrenador que su queja no tenía fundamento por dos razones: "Primero porque aunque fuese un niño no sería nada ilegal, ya que al ser un torneo alevín los equipos pueden ser mixtos. Y segundo porque no era un niño y lo sabía: el comité le había hecho la ficha y el seguro médico a Carla". Dice Asunción que cuando se lo explicó a su hija, esta le contestó: "Anda, ahora entiendo por qué unos niños del Tropezón empezaron a gritar '¡Hugo, Hugo!'. Yo al sentir tanto ruido, miré. Uno me señaló y dijo: '¿Veis? Se llama Hugo'. Yo decía: '¿Qué las pasa?, ¿a quién llaman?'".
Asunción Torre ha decidido "ejercer presión social para sacarle los colores" al entrenador del Tropezón, cuyo nombre desconoce. Este periódico ha llamado en tres ocasiones a dicho equipo pero no ha habido respuesta. También ha contactado con la esposa del entrenador, Yésica Mata, después de que esta escribiera a Asunción a través de Facebook reconociendo lo que había ocurrido y pidiendo perdón. En una conversación pro teléfono con Yésica, esta ha preferido no decir el nombre de su marido y ha declarado que "no hablará con prensa". "Lo que no es cierto es que mi marido dijese eso de 'entradles duro, que se acojonan'". Sin embargo, Asunción asegura que fue así: "Lo escuchó mi marido. No hay duda. Además, ¿por qué tiene que salir ella a defenderle? Que pida perdón él. Ya sé que puede parecer una tontería pero para mí lo que hizo, denunciar a mi hija diciendo que era un niño, es una barbaridad. Porque afortunadamente a mi hija estas cosas no le afectan demasiado, pero a lo mejor a otra niña sí. Pienso: ¿cuántas niñas y niños se quedarán por el camino por no aguantar estas cosas?".
Asunción reconoce que es habitual que le pregunten a Carla si es un niño, y no solo en el fútbol. "Es una lucha constante pero la gente no llega tan lejos. Este entrenador ni siquiera acaba de entender la diferencia entre tu género, tu orientación sexual y tu apariencia estética. Son cosas completamente diferentes. Lo grave aquí es lo que hay entre líneas: él se ofende por perder y piensa, 'ah, nos han parado los penaltis porque es un portero, no una portera'. Al hablarlo con Carla, ella me dijo: 'Qué pringao, qué mente más pequeña'. Y después se meaba de la risa".
Psicología en el deporte
David Peris Delcampo, vicepresidente de la Federación Española de Psicología del Deporte, apunta que "si una opción personal o una característica propia se ve cuestionada e incluso penalizada, esto puede afectar muy negativamente al desarrollo del menor". "Es fundamental que los entrenadores conozcan aspectos fundamentales para trabajar con menores, está en sus manos que aprendan valores positivos o todo lo contrario", añade Peris Delcampo.
Carlos Rey, miembro del Centro de Psicología Deportiva en Madrid UPAD, comparte una opinión similar: "El nivel de cualificación entre los entrenadores es muchas veces lamentable, a menudo ni siquiera tienen certificado de monitor. Si metemos a gente que se cree Mourinho a entrenar niños, ¿qué podemos esperar? Los entrenadores tienen un potencial brutal para educar. No se puede permitir que haya gente así que dirige equipos entre los que puede estar tu hijo o el mío. No se puede permitir si no están preparados para desempeñar una labor educativa tan importante, no vale solo con saber de fútbol".
"Quizá lo más fácil sería callarme —dice la madre de Carla— pero quiero estar a la altura de mis dos hijas y luchar por ellas. Cuando los niños son chiquitines y juegan al fútbol , si son chicos y lo hacen mal es porque son pequeños; si la que juega mal es una niña es porque es niña. Ellas siempre tienen que demostrar el doble. De momento a Carla le encanta el fútbol y creo que se le da bastante bien. Si algún día lo deja, que sea porque quiere, no por su sexo, su género o cualquier otra cosa".