El hijo mayor de Helmut Kohl, Walter, de 54 años, espera en la puerta de la casa donde reposan los restos mortales de su padre. Helmut Kohl falleció hace dos viernes. Tenía 87 años. A Walter le acompañan sus dos hijos, Johannes y Leyla, de 20 y 15 años respectivamente. Son dos de los nietos del canciller responsable de muchos de los avances más importantes del proyecto de unificación europea y, sobre todo, de la reunificación germana tras el colapso de la comunista República Democrática de Alemania (RDA) en 1989.
Walter y sus hijos acudieron a las cinco de la tarde del miércoles a la casa del número 11 de la Marbacher Straße de Ludwigshafen (suroeste alemán). Allí ha vivido Helmut Kohl los últimos años de su vida con su segunda mujer: Maike Richter. Nadie de esa casa abrió la puerta al hijo de Kohl. Ni él ni sus nietos tenían cita. Ante los numerosos medios de comunicación que hacían guardia frente a la puerta del otrora jefe de Gobierno alemán, Walter se mostraba indignado.
El entorno de su madrastra justificó la escena diciendo que al hijo mayor del canciller se le había dado una cita, sí, pero para ser atendido por teléfono. Desde que el excanciller cristianodemócrata rehiciera su vida sentimental con Maike Richter, ni Walter ni sus nietos pudieron ver a Helmut Kohl tanto como hubiesen deseado. Walter llevaba años sin ver a su padre. Se enteró de su muerte por la radio. Su hermano Peter, de 52 años y padre de una niña, no ve a su progenitor desde 2011.
La relación de estos dos hombres con Maike Richter difícilmente podría ser peor. “Los hijos están muy peleados con ella”, dice a EL ESPAÑOL la escritora afincada en Berlín Dona Kujacinski. Ella es la autora de la biografía oficial de Hannelore Kohl, la madre de Walter y Peter.
TRÁGICO SUICIDIO DE SU PRIMERA MUJER
Hannelore se suicidó en 2001. Se quitó la vida con una sobredosis de medicamentos. Ocurrió tras desarrollar una rara dolencia. Padeció una alergia a la luz que le obligaba a estar siempre a oscuras. Se dice que el origen de esa enfermedad era psicosomático. Se trataba, dicen, de una reacción de su cuerpo a unos traumas infantiles pasados por los que nunca recibió terapia psicológica.
Siendo niña, huyendo de la “liberación” del Ejército rojo en Dresde, terminó siendo violada por soldados soviéticos. La arrojaron por una ventana de un edificio, causándole heridas en la espalda que arrastró toda su vida. Sin embargo, durante los más de tres lustros que Helmut Kohl ocupó la Cancillería Federal, su primera esposa fue una “apreciada consejera” del líder alemán, según Kujacinski.
El libro de Dona Kujacinski se titula Hannelore Kohl: Ihr Leben (Ed. Droemer, 2002); Hannelore Kohl, su vida. Está co-escrito con Peter Kohl. En el prólogo de la última edición del volumen, Peter da cuenta de esa degradada relación con la segunda esposa de su padre. En la última visita que hizo Peter a su padre, en mayo de 2011, el exmandatario pudo ver a su otra nieta. Después de ese encuentro, que el menor de los Kohl describe como “breve”, Richter lo llamó por teléfono cuando se encontraba de paseo por el cementerio donde está enterrada su madre.
“Ya no me puedo acordar del contenido de la conversación, más allá de que ella [Richter, nldr.] me estaba gritando histérica”, escribe Peter en el prólogo sobre el libro de su madre. En su texto describe, entre otras cosas, cómo Kohl estuvo ausente de la ceremonia de los diez años de la muerte de la madre de sus hijos. “Desgraciadamente nuestro padre no podía o no tenía permiso para participar en la ceremonia ni pudo o no tuvo permiso para visitar la tumba, tampoco con mi hermano o conmigo”, escribe Peter Kohl.
“Nuestra tentativa de ir a visitarlo no tuvo éxito, pese a que estaba en su casa. Unos días más tarde vi fotos de Maike Richter y de mi padre. Estaban viendo la final del Mundial femenino de fútbol en Fráncfort en el palco de honor”, abunda el hijo pequeño de Helmut Kohl. Sus palabras dan cuenta del reproche que hacen los dos hijos de Kohl a la segunda esposa de su padre. Según dan a entender Peter y Walter, Maike Kohl-Richter les habría estado privando de la compañía de su progenitor.
UNA FAMILIA DISFUNCIONAL
La edad hizo mella en Helmut Kohl. Se le vio muy disminuido en la última década. Tenía problemas en sus desgastadas rodillas. En sus últimas apariciones públicas siempre iba en silla de ruedas. En 2008 se cayó por las escaleras de su casa, golpeándose fuertemente la cabeza. Sufrió heridas de gravedad y pasó varias semanas hospitalizado en una clínica de Heidelberg (suroeste germano).
Allí precisamente se casó con Maike, 35 años menor que él. A la íntima ceremonia no fueron invitados los hijos. Sólo estuvo presente un grupo muy reducido de amigos, abogados y médicos. Peter cuenta en el prólogo del libro de Kujacinski que se enteró de la boda de su padre leyendo el diario amarillista alemán Bild. “En las imágenes reconozco a un hombre mayor, mi padre, cuyos ojos me muestran tristeza, como si me pidiera ayuda”, escribe Peter Kohl.
Muchos factores influyen en que los hijos de Kohl y su madrastra tengan una relación tan mala. “Lo que pasó es muy corriente aunque difícil de comprender. Helmut Kohl cambió de mujer y tras eso todo cambió”, reconoce Kujacinski. Y Tanto. “La muerte de Hannelore Kohl fue un duro golpe para el excanciller. Se conocieron cuando ella tenía 15 años y él 18, basta con recordar su cara tras su fallecimiento, fue lo peor que le pasó en vida”; abunda la autora de la biografía oficial de la primera mujer de Kohl. Para los Kohl, antes de la entrada en escena de Maike Richter, aquella muerte marcó un antes y un después. Hannelore era quien los mantenía unidos.
No hay dudas de que Helmut Kohl fue un gran político. Estuvo 16 años al frente del Gobierno alemán. Fue el canciller de la reunificación alemana y uno de los líderes responsables de la creación del espacio Schengen y del euro, entre otros notables avances en el proyecto comunitario. En 1988 Kohl recibió por su implicación en la política europea, junto al presidente francés François Mitterrand, el Premio Carlomagno. La distinción más prestigiosa del ámbito europeo.
El político alemán vivió en política éxitos históricos, pero en su vida familiar hubo fracasos. Así lo cree Patricia Clough, otra escritora conocedora de los Kohl. “Las relaciones de familia en los Kohl fueron muy disfuncionales desde el principio. Helmut Kohl estaba dedicado enteramente a la política y, aunque quería sin duda a sus hijos y a su primera mujer; siempre los miró, ante todo, como accesorios de su imagen política”, dice a EL ESPAÑOL Clough.
Esta veterana periodista británica, excorresponsal en Berlín del semanario The Sunday Times y del periódico The Independent, ha hecho carrera escribiendo libros en alemán. Uno de ellos es una biografía sobre la primera esposa de Kohl, titulada Hannelore Kohl: Zwei Leben (Ed. DVA, 2002) - “Hannelore Kohl: dos vidas”. Ese volumen es una biografía no autorizada. Sin embargo, con los años se ha acabado ganando incluso la bendición de los hijos de Kohl.
“DEJÓ QUE DOMINARAN SU VIDA”
“Helmut Kohl siempre dejó que brillara esa imagen suya de padre cariñoso con sus hijos, al que le gustaba dar paseos con los suyos, de ese hombre al que le gustaba ir de vacaciones a Austria con sus hijos y su linda esposa”, abunda Clough. “Él daba esa imagen de que tenía una familia perfecta, pero en realidad no tenía tiempo para su familia”, añade.
Walther Kohl, de hecho, escribió hace unos años unas memorias, tituladas Leben oder gelebt werden (Ed. Integral Verlag, 2011) - “Vivir o ser vivido”, en las que da cuenta de esa relación. En ellas reproduce una reveladora conversación con su padre. “A mi pregunta directa: ’¿Tú quieres una separación [entre sus hijos y él, ndlr.]?’ Él me respondió: ‘¡Sí!’”.
“Es trágico, pero Kohl acabó dejando que Maike Richter dominara su vida”, según Clough. “Estaba enfermo, en manos de esa mujer y su partido, por ejemplo, la Unión Cristiano Demócrata [CDU, también el partido de la actual canciller Angela Merkel, ndlr.], le hizo el vacío por aquellos escándalos de financiación de finales de los años noventa que le obligaron a dejar la primera línea. No le quedaba gran cosa más”, abunda esta biógrafa de la familia Kohl. Angela Merkel, a quien Helmut Kohl se refería como “mi niña”, le sustituyó al frente del partido tras haber invitado a la formación democristiana a “olvidar” al que fuera canciller durante 16 años. Su integridad política se vio manchada por los escándalos que cita Clough.
No obstante, en la CDU se logró ocultar con relativo éxito el enfrentamiento entre Kohl y Merkel. El conflicto familiar de los Kohl, sin embargo, no se ha podido obviar. Clough sugiere incluso que la relación amorosa entre Maike Richter y Helmut Kohl podría haber empezado antes del suicidio de la primera mujer del canciller. Richter, de hecho, antes de ser la pareja de Kohl, trabajó en los años noventa en la Cancillería Federal. Estaba al servicio del líder conservador germano. Richter es economista, periodista y militante de la CDU.
Ambos se conocieron personalmente en 1994. “No sé si Hannelore Kohl sabía que su marido tenía una aventura con Maike Richter. Pero circula la teoría de que esa relación pudo contribuir a su suicidio”, comenta Clough. Kujacinski, la biógrafa oficial de Hannelore Kohl, niega que eso sea cierto. “Hannelore no lo sospechaba”, asegura Kujacinski. Para ella, Richter ha acabado cometiendo la “injusticia” de no dejar a los hijos “ni ver a su padre muerto”. “Esa mujer cree que puede hacer lo que quiera”, señala esta autora.
ENTERRADO LEJOS DE LA TUMBA FAMILIAR
Helmut Kohl, en cualquier caso, reconstruyó su vida bajo la influencia de Maike Richter tras la muerte de su primera mujer. Richter siempre ha contado con la bendición de relevantes figuras cercanas al ex canciller. Por ejemplo, Erich Ramstetter, párroco y conocido gran amigo del político democristiano, ha definido a la segunda esposa de Kohl como una mujer “inteligente y encantadora”.
El historiador Hans-Peter Schwarz, autor de la que posiblemente sea la biografía política más completa del excanciller - Helmut Kohl: Eine Politische Biographie (Ed. Pantheon, 2014) o “Helmut Kohl: una biografía política” -, recoge no pocos halagos destinados a su segunda mujer procedentes del entorno del ex canciller. “Muy comprometida, muy cultivada, cariñosa, sencilla, fuerte o una influencia positiva” para Kohl, son algunos de ellos.
Saliéndose de lo estrictamente político, Schwarz describe en su biografía al Kohl de los años con Maike como alguien “más dulce, más relajado y más feliz”. Así le consta al historiador, al menos, hasta el accidente doméstico de 2008 que lo dejó en silla de ruedas. Tal vez entonces ya había demasiada distancia entre él y sus hijos. Por todo lo pasado, éstos llegaron “a tenerle a su padre mucho rencor”, según Clough.
La distancia entre ellos terminará siendo para siempre. Está previsto que el ex canciller sea enterrado en la ciudad de Espira después de recibir el próximo sábado todos los honores de las instituciones de la Unión Europea en un acto sin precedentes en Estrasburgo (Francia). En Espira, Kohl permanecerá separado ad infinitum de su Ludwigshafen natal. En la ciudad que le vio nacer se encuentra la tumba familiar de los Kohl. Allí están enterrados sus padres y su primera mujer, Hannelore. Sus hijos son ajenos a la voluntad de Kohl de yacer en Espira. Como venía siendo habitual, nadie les pidió opinión.
La decisión la tomó Kohl “con su mujer a finales del verano de 2015, cuando su estado de salud volvió a ser crítico”, han explicado desde el entorno del matrimonio. Los hijos quisieran ver a su padre enterrado con la que fue su pareja durante más tiempo. “Él siempre dijo que los logros de su vida no habrían sido posibles sin su mujer Hannelore. Por eso creo que es importante que él termine descansando junto a ella”, ha dicho Walter Kohl. La muerte de Helmut Kohl abre otro frente en el conflicto de los hijos del canciller con Maike Richter.