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José y Belén, de 17 años, perdieron la vida al desprenderse una de las paredes del ascensor y precipitarse al vacío. Ocurrió hace un mes y medio, el 9 de mayo, en el número 4 de la madrileña calle de Hermanos Bécquer. La joven pareja -llevaban un año y medio saliendo- celebraba el fin de exámenes. Cursaban 2º de bachillerato en el colegio Nuestra Señora del Recuerdo. Sus amigos dicen de ellos que eran ejemplares. O quizá habría que decir que aún hoy son ejemplares. Porque la madre de José, María Paramés, prefiere hablar de su hijo en presente: "Le recordamos, hablamos con él, lloramos, nos reímos…".
María Paramés ofrece su testimonio en el digital Actuall. De ese día recuerda un gran consuelo, el modo en el que se despidió de él por la mañana: "Le dí un gran abrazo, le dije que le quería mucho, y que confiaba plenamente en él, porque acababa de terminar los exámenes de 2º de Bachiller. Eso ha sido para mí un enorme consuelo, de los recuerdos a los que me aferro. Porque otras veces sales de casa corriendo, pero precisamente aquella mañana le dí a José ese gran abrazo".
José aspiraba a ser ingeniero industrial: "Tenía la ilusión de crear infraestructuras para ayudar a los demás, de hacer máquinas para los que más podían necesitarlo, en el Tercer Mundo", señala María Paramés en la misma entrevista.
"Dios lo recogió y se lo llevó al cielo"
El suceso la pilló trabajando en su oficina de Bankinter. Al llegar al piso de Hermanos Bécquer -donde vive la familia Amián Paramés- María se encontró con un escenario desolador: "Me atendió una psicológa del Samur y me preguntó que si me quería sedar pero dije que no, luego me confirmó que mi hijo había fallecido; enseguida llegaron mi marido y mi madre".
Según afirma, sus profundos sentimientos religiosos la sostienen en este trance: "Creo que cuando cayó del ascensor, Dios lo recogió y se lo llevó al Cielo". De Belén, la novia de su hijo que también falleció en el suceso, dice que "era una chica maravillosa, con una sonrisa inolvidable": "Puedo asegurar que en el año y medio que ha estado con ella José ha sido mejor persona".
De la entrevista trasluce el dolor que desgarra a la familia, aunque afrontan la situación con la serenidad a la que se aferran: "Una de las mayores satisfacciones es pensar que a José le he querido con toda mi alma".
"No regodearse en el dolor"
María Paramés insiste en "no regodearse" en el dolor: "Hay una parte de ti que tiene la tentación de abandonarse: yo quiero estar todo el día llorando. Pero existe otro dolor que te lleva hasta otro plano. Yo ahora es como si estuviera en ese otro plano".
Pepe, marido de María y padre de José, "nunca había llorado, hasta ahora": "Cada noche nos juntamos mi marido y mis hijos a rezar en el cuarto de José, le recordamos, hablamos con él, lloramos, nos reímos…".
Los hermanos de José, Diego, de 16 años, Ignacio, de 12, y María, de 9, afrontan la situación cada uno a su manera. "El mayor privilegio que tengo es educar a mis hijos… es una de las razones por las que me levanto todas las mañanas. Por eso pienso ¡qué pena con todo lo que hemos hecho por José!", afirma María Paramés.
La familia de José Amián ya le dedicó al joven un emotivo vídeo que difundieron a través de las redes sociales. En él pusieron unas palabras en boca del chico a modo de despedida: "Me llegó ya mi hora, me reclaman para que desde arriba os guarde. Aunque me voy, dentro de vuestro corazón allí me quedo".