El 1 de agosto del crimen de los Urquijo: qué es de los personajes del enigma
Los hijos, Myriam y Juan de la Sierra, han intentado mantenerse alejados del foco mediático, mientras que uno de los posibles implicados en el doble asesinato ha vuelto a España tras años huido en Brasil.
1 agosto, 2017 02:25Noticias relacionadas
Ríos de tinta han corrido sobre el crimen que conmocionó a España durante el verano de 1980. 37 años de crónica negra intentando resolver todas las incógnitas que envuelven al asesinato de los marqueses de Urquijo, Manuel de la Sierra y Torres y su mujer, María Lourdes Urquijo y Morenés, matados a sangre fría mientras dormían en su chalé de Somomosaguas (Madrid). Sin embargo, casi dos décadas no han sido suficientes para despejar las dudas después de que dos de las tres personas involucradas en el crimen hayan muerto y otra, Javier Anastasio -coautor del asesinato-, siga en paradero desconocido.
Era 1 de agosto y media España terminaba de hacer las maletas para comenzar sus vacaciones. Esa mañana, una noticia acaparó todos los grandes titulares por todo el misterio que envolvía desde el primer momento el doble crimen: los marqueses de Urquijo habían sido asesinados a tiros. Uno en la nuca del marqués y dos en el cuerpo de la marquesa; en la boca y en la yugular. El personal que trabaja en la casa descubrió la escena del crimen y a partir de ahí la cadena de despropósitos y enigmas se sucedieron. “La casa de los marqueses fue aquella noche la verbena de La Paloma”, explica a EL ESPAÑOL un periodista que siguió muy de cerca el suceso. Y es que cuando llegó la Policía los cadáveres, incluso, habían sido lavados y se habían destruido documentos de la caja fuerte.
Esa misma noche apareció en el lujoso chalé el que se convertiría después en el culpable, Rafael Escobedo. Este era ex marido de Miriam de la Sierra, la hija mayor de los marqueses, quienes nunca había tenido buena relación con él. “¿Quién te ha mandado venir aquí”, le espetó su ex mujer cuando lo vió entrar en la escena del crimen. Pero no fue esta la única presencia sospechosa aquella noche: el administrador de los asesinados, Diego Martínez Herrera, apareció vestido de riguroso luto sin saber, aparentemente, que se había producido un doble crimen. Herrera llegó a afirmar durante el juicio que vestía de negro no por el luto, sino porque es un color propicio para el verano. Nada más lejos de la realidad.
Un secreto a la tumba
Volviendo a Escobedo, quien se llevó el secreto a la tumba después de haberse suicidado, supuestamente, en su celda tras ser condenado, este se separó de la mayor de los Urquijo tan sólo seis meses después del enlace matrimonial. La mujer se enamoró perdidamente del norteamericano Dick Rew. Un hecho que Escobedo nunca asimiló e hizo que creciese -más aún si cabía- el odio hacía el clan de los Urquijo. Así las primeras investigaciones se centraron en su persona. Más aún después de que el arma con la que se realizaron los tres disparos contra el matrimonio -una pistola Star de calibre 22- estaba registrada a nombre del consuegro de los Urquijo.
La detención de Escobedo llegó ocho meses después de aquella madrugada fatídica del 1 de agosto. Tras un juicio lleno de interrogantes sin resolver fue condenado como autor del asesinato a 53 años de cárcel. Sólo cumplió cinco. El tiempo que pasó en su celda de la prisión de El Dueso (Cantabria) hasta suicidarse. Un suicidio también plagado de incógnitas: si bien la primera hipótesis apuntaba a la muerte por asfixia, un informe posterior del Instituto Nacional de Toxicología aseguraba que en sus pulmones había 14 miligramos de cianuro. Así, nunca reveló si actuó sólo o acompañado.
No fue hasta 1983 -gracias a un nuevo sumario del suceso- cuando se implicaron a dos nuevas personas en el caso. El primero de ellos, Mauricio López-Roberts, marqués de Torrehermoso e íntimo amigo de Escobedo. Un confidente que en los años anteriores al doble crimen se había convertido en inseparable de Escobedo. “Era el típico amigo al que le contaba todas sus penas y los difíciles momentos por los que atravesaba su matrimonio”, asegura el periodista consultado por este diario. El marqués fue detenido como encubridor pero quedó en libertad provisional tras pagar medio millón de las antiguas pesetas. Murió hace tres años, a sus 72 y su entierro se llevó a cabo “en la más estricta intimidad”.
Nuevo sumario, nuevos sospechosos
Ese segundo sumario se abrió después de unas declaraciones del marqués fallecido. En ellas aseguró haber prestado 25.000 pesetas a Javier Anastasio el día que fue detenido Escobedo. Esas palabras también llevaron a la detención de Anastasio como coautor del crimen. Ingresó en la prisión de Carabanchel hasta que en 1987 fue puesto en libertad provisional y posteriormente, huyó del país.
Nunca fue juzgado y en 2010, cuando prescribió el crimen, la justicia retiró todos los cargos que pesaban sobre él. Un par de años después de su fuga, el director de El Caso, Juan Rada, dió con él en la playa brasileña de Copacabana. Allí estaba en compañía de su novia Patricia, quien también se había trasladado desde Madrid para vivir con él en la ciudad brasileña. Según ha podido saber EL ESPAÑOL, Anastasio ha vuelto a España. Vive en Madrid y ha colaborado con una productora que prepara una tv movie para Atresmedia sobre este capítulo de la crónica negra de nuestro país.
No son los tres únicas personas señaladas. El mayordomo de los Urquijo, Vicente Díez, después de celebrarse el juicio recomendó investigar al entorno más cercano del matrimonio: los dos hijos de estos. Para Díez, el cerebro que planeó el doble crimen era el hijo, Juan de la Sierra. Aquel 1 de agosto tenía 22 años. “Mandó a Rafi a que se cargara a su padre”, llegó a asegurar. Nunca se ha probado esta hipótesis. Casado con Rocío Caruncho, su matrimonio atraviesa uno de sus peores momentos y se encuentra al borde de la separación. Empresario, siempre ha intentado mantener un perfil muy bajo y alejado del foco mediático.
Buscando el anonimato
Es él quien heredó la mansión donde se produjo el crimen de sus padres después de que la hermana, de mayor edad, confesase que nunca más volvió a pisar la segunda planta de la vivienda donde sus padres fueron asesinados a balazos. “No he podido volver a subir esas escaleras. En cuanto lo intento, nada más poner el pie en el primer peldaño, el olor a sangre vuelve a apoderarse de mí. Siempre me voy de esa casa sin pasar de la planta de abajo”, confesaba Myriam de la Sierra en su libro ‘¿Por qué me pasó a mí?’.
Myriam tenía tan sólo 24 años cuando sus padres fueron asesinados en Somosaguas. Tres décadas después se ha casado por tercera vez. Su actual marido, el paquistaní Bash Bokhari es el número uno de una compañía puntera estadounidense especializada en marketing. En su libro publicado hace cuatro años, la mayor de los Urquijo se desahogaba de todas las tensiones acumuladas durante años: "No puedo describir con palabras el dolor que me produce que alguien pudiera sospechar de mí o de mi hermano".