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Setenta vírgenes consagradas de toda España celebran en Valencia la renovación de su propósito. Con este título, el arzobispado de Valencia daba a conocer la acogida durante unos días en la capital del Turia de la cumbre nacional del llamado Ordo Virginum, la orden de vírgenes consagradas. La noticia ha ocupado páginas de la prensa local. Es un estilo de vida desconocido en gran parte. Mujeres vírgenes que deciden 'casarse con Dios' y abrazar -para siempre- la castidad. Estos días están en el foco. Lo saben y quieren dar a conocer su estilo de vida que definen como “atractivo, bello y hermoso”.
Mari Carmen Cervera es una de ellas. Abre las puertas de su casa a EL ESPAÑOL: un pequeño estudio en una de las calles más céntricas de la ciudad, a pocos pasos de la Catedral y del Arzobispado. Mari Carmen, una valenciana de 50 años, se esfuerza en la recepción. Abre todas las puertas de su casa. “Lo veis, es todo tan normal, muy normal, que se vea que somos normales”, repite sin cesar. La vivienda apenas tiene signos de que en ella vive una mujer 'casada con Dios'. Tiene un crucifijo en el dormitorio, una reproducción de La Pietà de Michelangelo en la mesa del salón-comedor, algunas revistas religiosas y, en la parte inferior de un mueble, en una zona alejada a primera vista, la foto enmarcada del día en que el obispo Carlos Osoro la consagró como virgen. Era el 25 de marzo de 2010.
“Digo que es todo muy normal porque estos días estamos viendo noticias sobre si somos monjas, o religiosas, o formamos parte de una congregación o si somos un movimiento. Y no, somos el Ordo Virginum, la orden de las vírgenes”, recalca Mari Carmen. Les molesta que se diga de ellas que son “un movimiento”. Ellas son mujeres laicas. Todas ellas, aunque sí tienen un vínculo evidente con la Iglesia y el catolicismo, tienen su vida aparte y su trabajo o profesión de la que viven. Mari Carmen es profesora. Cursó Magisterio, luego se licenció en Ciencias Religiosas y más tarde en Ciencias Eclesiásticas. “Ahora soy licenciada en Teología”, apunta.
En total, son unas cien en toda España. Hay diócesis con una o dos vírgenes consagradas y otras, como la de Valencia, con trece. Álvaro Almenar es el delegado diocesano para el Ordo Virginum en esta sede. “Son mujeres que han descubierto que existe este carisma en su búsqueda, porque quieren entregarse por completo al Señor, pero no se ven en un convento o en un monasterio. Ellas tienen su vida y solo nos juntamos una vez al mes para tener formación”, explica. La propia Mari Carmen admite que lo pensó en su día, pero lo descartó. “De jovencita sí pensé entrar en el colegio de las hermanas donde yo había estudiado, que era un colegio religioso, hice la experiencia, pero vi que no era mi vocación”, dice.
'Renacimiento' en los años 70
Las vírgenes consagradas son una figura que nació con el cristianismo, en el siglo I. “Eran las mujeres que en aquel momento optaban por quedarse vírgenes, solteras y acompañar a los apóstoles o servir en sus comunidades”, empieza a contar Mari Carmen. Esta forma de vida va desapareciendo con el surgimiento de la vida monacal, el nacimiento de congregaciones, etc. “Nosotras somos laicas y esto (la vida en los conventos) es un tipo de vida diferente”, apunta. Hasta que el Concilio Vaticano II recupera el Ordo Virginum y resurge el ritual.
“Dicen que es uno de los rituales más antiguos de la Iglesia. A nosotras nos consagra el obispo y hacemos el propósito de vivir la virginidad consagrada, y esto no nos hace ni más estrechas, por decirlo vulgarmente, ni más orgullosas. Es la vocación que tenemos”, cuenta.
Mari Carmen Cervera trata de explicar que la virginidad por la que optan no es únicamente una virginidad física, aunque este sí es un requisito imprescindible. “Hay chicas que pueden haber tenido antes relación de noviazgo, claro, lo que se requiere es la virginidad física. Nosotras no hacemos voto de obediencia ni pobreza. Yo no he renunciado a nada, no me gusta tener relaciones sexuales por lo que sea, pero no es mayor don que el de cualquier otro como, por ejemplo, el de mi madre, que fue fiel todo su matrimonio. Mi virginidad no tiene mayor valor, no porque seas virgen eres más buena, no”, afirma.
Para ella, y para quienes han optado por esta forma de vida, la virginidad va más allá: “Es una vocación que tenemos, no es decir solo que me limito a no haber tenido ni tener relaciones, la virginidad consagrada me lleva a querer a todos, a salir con amigos, a estar en mi parroquia, viajar (…). Si yo no me acuesto con nadie, pero soy una maleducada, por ejemplo, eso no sirve. Lo importante son los actos, no la virginidad (…). No solo lo sexual material es importante”.
Un estilo de vida "en auge"
El Ordo Virginum tiene una cita anual. Es el Encuentro Nacional que este año se ha celebrado en la ciudad de Valencia con el lema 'La atracción de la Virginidad Consagrada'. La cumbre finalizó el lunes después de que renovaran “su propósito” ante el cardenal Antonio Cañizares. Según explica Álvaro Almenar, esta cita tiene como fin la formación y celebración de conferencias que de otra forma sería complicado porque existen diócesis con pocas mujeres. Almenar asegura que es un estilo de vida que se está dando a conocer y que está “en auge”. En este encuentro, destaca, una médica que ha acudido a las charlas se ha interesado por ser consagrada y se va a iniciar el proceso para ver si es apta. Porque en el Ordo Virginum no se ingresa solo por voluntad propia. “Tienen que ver que es una vocación de verdad”, dice Mari Carmen.
Ella relata cómo supo de la existencia de las vírgenes consagradas y por qué decidió ser una de ellas. Cuenta que nació con una parálisis cerebral y que gracias al cuidado de sus padres está tan bien como está actualmente. Apenas se le nota el daño ligeramente en el habla. Es la mayor de cuatro hermanos. “Estudié y empecé a trabajar en el colegio (un centro religioso). Y yo siempre me decía de jovencita que quería entregar mi vida a Jesús. ¿Cómo puedo hacerlo en la vida normal? Yo decía, pues me quedo soltera y tan a gusto”. Es en ese punto cuando su sacerdote, un jesuita de Valencia, le habló de la Ordo Virginum. Así que inició el proceso entre los 39 y 40 años. “¿Eso me cambió la vida? No, porque yo seguía haciendo lo mismo, es todo muy natural”, dice. No le supuso ninguna renuncia en su vida, sino una elección, como quien elige estar soltera sin más o vivir en pareja sin casarse. “La consagración fue reafirmar lo que yo ya hacía”, recalca.
No todas pueden llegar a ser vírgenes consagradas. Se pide una edad ya madura, en la que la decisión se haya tomado en conciencia porque una virgen consagrada no se puede ‘desconsagrar’. Es para siempre.
Y la forma de vida escogida no le impide hablar con naturalidad sobre el sexo. “La sexualidad es lo más bonito del mundo y se tiene que cultivar a tope, a tope, dentro del amor, pero es una pena que se degrade (…). Yo vivo mi sexualidad, mi ser sexuada, pero de forma diferente. Vivo los afectos, paso por todas las etapas, pero lo vivo encauzado hacia lo que me he comprometido, que es consagrar mi virginidad para el servicio de los demás. Lo que me da pena es cuando la gente lo ve anti-normal”, sostiene.
¿Casada o soltera? "Virgen consagrada"
Mari Carmen asegura que ella suele presentarse ya como virgen consagrada cuando le preguntan si está casada o soltera. “Nunca me he sentido acomplejada ni nada, aunque a veces he sentido la atracción hacia un chico, sí, si no sería anti-normal. Tener esa sensación de querer sentirte abrazada y querida…”, reconoce. Pero insiste, ni es lo habitual en ella ni es lo que ha escogido. “El Señor nos ha llamado a ser vírgenes, no renunciamos a nada. Nuestra vida es ser esposas de Cristo y queremos vivir ese matrimonio de la forma más pura posible”, dice mientras enseña uno de los símbolos de su consagración, la alianza que todas ellas portan como señal de su ‘matrimonio’. En cuanto a la virginidad, le resta importancia: “Mi virginidad no tiene mayor valor, no porque seas virgen eres más buena, no. Vivimos la santidad en lo cotidiano”.
Son las seis de la tarde y a Mari Carmen le llaman al telefonillo. Ha quedado con unas amigas y se tiene que marchar. En unos días se va de vacaciones a la playa. “Como veis, somos gente muy normal, es todo muy natural”, vuelve a recalcar.