Cuando escribo estas líneas, estoy aún montado en pleno caballo desbocado, por todo lo vivido durante aproximadamente 45 días, en el caso de doña Juana Rivas. Durante todo ese tiempo, incluso más, me ha correspondido estar en mi función de abogado de Francesco Arcuri. He intervenido en muchos medios, realizado muchas declaraciones, escrito artículos, pero siempre desde dos perspectivas: la primera, el ejercicio de la defensa en el juicio paralelo que los medios organizaron; la segunda, desde la perspectiva de abogado en ejercicio de un derecho fundamental del señor Arcuri, en sede judicial. El más duro ha sido el tribunal popular y los carteles de Juana está en mi casa.
En esta resaca aún en la que me encuentro y aunque sea a vuela pluma, voy a escribir por primera vez dejando al margen la toga, que siempre ha prevalecido en mí como símbolo de mi juramento constitucional y mi compromiso con el Estado de derecho, y poniéndome el color rojo de mi partido. Voy a hablar en estos momentos de política. Sí, pertenezco al mismo partido que el alcalde de Maracena, que la directora del Centro de la Mujer de Maracena, y que la presidenta de la Junta de Andalucía, y demás miembros del Gobierno andaluz.
En ambos lados de la batalla hemos estado socialistas: en uno yo, solo, abandonado por mi organización, ignorado
Voy a opinar, pues, políticamente, como ciudadano de a pie y como socialista con sensibilidad social. Porque en este caso se han dado dos corrientes intrahistóricas, al menos, que no han sido objeto de atención por parte de los medios, pero que tienen su trascendencia social. En ambos lados de la batalla hemos estado socialistas: en uno yo, solo, abandonado por mi organización, ignorado y sin una llamada de teléfono para preguntar la versión del señor Arcuri. Éramos los hombres del problema, y como tal ni se nos creía, lo teníamos todo en contra.
Nadie de mi partido, ni del mundo político o institucional preguntaba, ni siquiera el presidente de Gobierno, el señor Rajoy, ni la presidenta de la Junta, Susana Díaz, grave error e irresponsabilidad política. Aunque todos opinaban..., y lo hacían a partir de los conceptos políticos de mujer, madre o hijos, y no de los conceptos políticos de igualdad, respeto al honor y a la intimidad o Estado de derecho. Los conceptos hombre, padre o hijos han sido postergados en los análisis políticos por un feminismo ideológico que se cree tan fuerte que pensó en poder ganar un pulso al Estado de derecho, tan solo por el hecho biológico de ser mujer y por la alegación de la violencia de género.
Manejamos conceptos de reinserción que se quedan vacíos de contenido a la primera función utilitaria feminista
Se ha manejado una sentencia del año 2009, pero ¿es que nadie tiene derecho a olvidar su pasado y, sobre todo, no existe el derecho de todo el mundo a que su pasado no condicione su presente como una mancha extrapolable? Manejamos conceptos de reinserción en la sociedad que se quedan vacíos de contenido a la primera función utilitaria feminista. ¿Es que los hijos no tienen derecho a tener unos padres de carne y hueso con sus errores de pasado y de presente, Juana y Francesco, por ejemplo, para poder tener un futuro?
La política de este caso no es la política feminista que se ha intentado utilizar ni la utilización de la posibilidad de violencia de género, como criterio político, elevado a verdad jurídica absoluta, ultima ratio, para imponer al Estado de derecho. La política que debe hacerse desde los partidos, y en especial desde el Partido Socialista es una política de equilibrio entre géneros, no una política feminista absoluta meramente programática, que propugne no una igualdad real sino una nueva forma de discriminación legal, social, y de género.
Esta política populista ha estado sobrevolando todo este caso, potenciada por la Junta de Andalucía, que llegó a ofrecer ayuda jurídica; sin embargo, desde el socialismo es posible otra visión de las cosas, como la que quien esto firma ha tratado de poner en práctica. Esto de tener socialistas a ambos lados de esta batalla es un valor y un aporte para la política partidista y para los ciudadanos.
La política que debe hacerse desde los partidos, y en especial desde el PSOE es una política de equilibrio entre géneros
Voy a concluir con el segundo apunte intrahistórico y que lleva a la ruptura de la generalización del concepto las mujeres. Este no solo ha sido un caso entre socialistas, en uno y otro lado, sino que ha sido un caso de mujeres, porque Juana es mujer, Francisca es mujer, Susana es mujer -y pedirá el voto de los hombres a los que a la primera abandonó políticamente-; pero los Juzgados que han tenido la clave del Estado de derecho en sus manos están desempeñados también por mujeres, así como la representante del Ministerio Fiscal interviniente. Aquí tenemos un nuevo feminismo silenciado, para valoración política. Frente al feminismo de quien necesita ser mujer y esgrimirlo, tenemos el feminismo natural de quien siendo mujer no lo necesita, por ser prioritariamente persona, y cumple con su deber sin alardear ni de su condición ni de su género.
***Adolfo Alonso es el abogado de Francesco Arcuri. Es militante socialista, miembro del Partido Socialista de Euskadi y ha sido candidato al Congreso de los Diputados por este partido en dos ocasiones.