"Ya sabéis que aquí no hablo". Esta es la frase más repetida por la reina en sus visitas 'oficiales' a Cataluña. Siempre recurre a ella cuando algún grupo de osados periodistas consigue saltarse el telón de acero impuesto por el director de comunicación de la Casa, Jordi Gutiérrez, e intentan que la esposa del rey dé algún tipo de opinión. Ella, inexorablemente, es hermética respecto a cualquier tema relacionado con la soberanía catalana.
El pasado sábado la reina no acompañó a su marido a la manifestación en Barcelona en repulsa por el ataque terrorista que sufrió la ciudad el 17 de agosto. Nunca estuvo en los planes de la Casa del Rey que acudieran los dos. En los hospitales, visitando a los heridos, la ofrenda de flores y la misa, sí. Sujetando una pancarta, no. "La reina ha hecho lo que tenía que hacer. El rey preside la manifestación como jefe del Estado y ahí es donde ella no tienen ningún papel institucional", explican desde Zarzuela. Por el contrario, hay quien opina que hubiera sido un buen gesto de apoyo a la Ciudad Condal y sobre todo a su marido, que aguantó impertérrito los abucheos y pancartas de todo tipo. Había que estar y él estuvo.
La noche anterior a la manifestación, en Madrid, los reyes salieron a dar una vuelta por la capital. Un poquito de ocio para quitar las tensiones vividas los días anteriores en Barcelona. Para la reina es una de las cosas más complicadas de su labor. "¿Cómo consuelas a alguien que ha perdido a un ser querido en semejante circunstancia?", comentaba tras el funeral, también en Barcelona, por las víctimas del terrible suceso de Germanwings en 2015. "Intentas llevarte un poquito del dolor que sienten esas personas para aliviarles, pero al final… es tan terrible. Te queda una sensación de vacío", añadía.
Felipe y Letizia acudían, el pasado viernes, a los cines Renoir, sus favoritos en la capital española, para ver Verónica, la nueva película de terror de Paco Plaza para después cenar unas tapas en el restaurante La tasca de Ventura.
Al día siguiente, el rey viajaba en avión a Barcelona mientras su mujer lo hacía en dirección a un destino desconocido, pero desde luego, no se quedó en Zarzuela.
Pero no fue una decisión personal de Letizia la de no acudir a la manifestación, fue decisión de todo el equipo de Zarzuela. Y es que la reina tiene una relación muy estrecha con Cataluña. En Barcelona tiene un buen grupo de amigos a los que visita con frecuencia sin que nadie se entere. Personas importantes como empresarios, periodistas, directores de cine y hasta alguna política forman parte de esa corte que la reina tiene en tierras catalanas.
Para conocer de dónde viene el cariño que la reina siente hacia Cataluña hay que remontarse al pasado. Fue en la Ciudad Condal donde el rey y su entonces novia, una periodista divorciada, encontraban refugio durante su corto noviazgo en 2003 (no duró más de seis meses antes de anunciarse el compromiso). Y aunque ahora las cosas han cambiado mucho, fueron los exduques de Palma, Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina, los que en aquellos días de incógnito tapaban al príncipe de Asturias y a la presentadora del Telediario. Ambos se solían refugiar en el palacete de Pedralbes, que luego dio tanto que hablar a raíz del caso Nóos.
Su hermana Telma
Pero si ahí comienza su historia de amor con Barcelona, hay que tener en cuenta que la persona más cercana que tiene la reina en la Ciudad Condal es su propia hermana. Telma sigue viviendo con su hija Amanda en el barrio de Sarriá, cerca del colegio de la pequeña. Separada ya de forma oficial de Jaime del Burgo desde hace más de un año, su trabajo como responsable de las relaciones del Ayuntamiento de Barcelona con Asia hacen que tenga su domicilio en la capital catalana. Letizia viaja a verlas, sola o con sus hijas, con frecuencia. También le gusta escaparse para disfrutar de un 'plan de hermanas' y acudir juntas a algún evento como al concierto de Bon Jovi o el de U2, al que fueron en Palau Sant Jordi. Las hermanas Ortiz suelen cenar en un restaurante japonés situado en la calle Urgell, Shibui, que también era uno de los locales favoritos de los exduques de Palma cuando vivían en España.
Cuando Telma seguía casada con Jaime del Burgo, amigo personal de la reina desde antes de que se convirtiera en su cuñado, Letizia se reunía con ambos. Ahora la pequeña de las Ortiz tiene una nueva pareja, aunque se desconoce si ya se la ha presentado a su familia.
Tanto en su época de princesa como ahora siendo reina, Letizia ha visitado en muchas ocasiones Cataluña por trabajo. Barcelona es, después de Madrid, la ciudad donde más actos y eventos presiden los reyes. Y este es un dato importante teniendo en cuenta la situación política actual y que en muchas ocasiones han sido abucheados o pitados. Pero eso no importa, el rey es consciente de la importancia de la presencia de la Corona allí, por lo que aceptan casi todas las invitaciones para estar en premios, inauguraciones y aniversarios, como la entrega de los Premios Planeta de Literatura. La reina disfruta mucho en este acto, hablando con los escritores y periodistas de la ciudad. Antes de la cena, en un reservado, Letizia siempre se queda unos minutos charlando a solas con finalistas y jurado, para luego salir ya al 'mundanal ruido'.
Los reyes tienen especial cariño por Girona. La Fundación Princesa de Girona -cuya presidenta de honor es Leonor aunque no haya ido nunca- es una de las organizaciones que más cuidan y miman Felipe y Letizia. Desde la creación de sus premios, pasan a finales de junio unos días en la ciudad catalana, donde tienen la oportunidad de conocer a los jóvenes más talentosos y con más futuro de Europa.
Entre los patronos de esta Fundación la reina tiene otro de sus grandes amigos catalanes, el empresario textil Isak Andic, con una fortuna valorada en más de 4.500 millones de euros. El dueño de Mango, que vivió el privilegio de recibir la visita de la todavía princesa de Asturias en su fábrica de Barcelona en 2011, es una de las amistades que más valora Letizia. La complicidad que mantienen queda clara y pública cada vez que coinciden en un acto, ya que se pueden pasar toda una recepción hablando los dos sin que nadie ose a interrumpirles. Cuando visita Barcelona porque tiene un acto en solitario, no es raro que se quede a comer en el restaurante del Hotel Hilton, el Mosaic, con este empresario de origen turco, considerado el quinto hombre más rico de España y el primero de Cataluña.
Otro de los mejores amigos de la reina en territorio catalán es también un empresario del sector textil. Se trata de Marc Puig Guasch, presidente del grupo Puig, creadores de moda y belleza con marcas tan importantes como Carolina Herrera o Nina Ricci. Está considerado como uno de los 30 empresarios más poderosos de España, según Vanity Fair. Los Puig también son los fabricantes de los perfumes más famosos del mercado.
Alguien se preguntaba hace unos meses, por qué estas dos marcas de moda habían entrado con tanta fuerza en el armario de Letizia y las razones son tres: la primera y más importante es que a la reina le gustan, son de su estilo; la segunda es que ambas son made in Spain (aunque no en origen, sí en diseño y fabricación) y tres, la amistad que une a la reina con la familia Puig.
Marc Puig, casado y con dos hijos, tiene 53 años. Su relación con los reyes viene de las Fundaciones Princesa de Girona y Princesa de Asturias, de las que el empresario es patrono. El pasado mes de julio la reina, en su último acto antes de las vacaciones, hizo entrega a Puig del galardón a la Mejor Empresa del Sector de la Moda en los Premios Nacionales de Moda, y lo hizo luciendo un vestido blanco de Carolina Herrera. Nada se improvisa en el mundo de Letizia.
Además, los reyes, siendo todavía Príncipes de Asturias inauguraron en 2014 la nueva sede de Puig en L'Hospitalet de Llobregat, Barcelona, un edificio de 24 plantas creado por el arquitecto Rafael Moneo.
Pero las amistades de la Reina en Cataluña van más allá del sector de la moda. En el circuito de la cultura, Letizia mantiene una estrecha relación con el director de cine Rodrigo Cortés (Luces Rojas, Grand Piano...), , que vive en Barcelona. Su relación nació en 2015 cuando el cineasta gallego fue elegido para moderar un coloquio de cine con Francis Ford Coppola. La cita tuvo lugar en Gijón (Asturias), y era un acto enmarcado dentro de los Premios Princesa de Asturias de aquel año en el que el creador de El Padrino era premiado en la categoría de las artes.
La reina, dejando de lado su asistencia al tradicional concierto que inaugura los premios en Oviedo, se desplazó a la ciudad vecina para asistir al encuentro de cine y allí conoció a Rodrigo Cortés. El feeling entre ambos surgió al minuto, entrando dentro del círculo de Letizia durante todos los actos que tuvieron lugar en Asturias aquellos tres días.
Pero la amistad entre ambos es duradera y el pasado mes de noviembre, Rodrigo se encontraba rodando su nueva película Down a dark hall en los estudios del Parque Audiovisual de Catalunya, en Terrasa. La reina viajó hasta allí para acudir al set a ver el rodaje para luego comer en la localidad con el director de cine y la protagonista del film, que no era otra que la estrella de cine norteamericana Uma Thurman.
Una de las amistades de la Reina más sorprendentes en Cataluña es la que está forjando con la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat. Nacida en San Sadurní de Noya, tiene un año menos que Letizia y actualmente reside en Madrid. La esposa de don Felipe y la ministra coinciden en muchos actos, ya que donde más se centra la agenda de la soberana es en sanidad, y entre ellas ha surgido la chispa de la amistad. Ambas comparten su pasión por el yoga y la vida healthy y tras haber viajado juntas a la Ciudad Condal para algún tema de trabajo, se han quedado unas horas más allí para compartir mesa y confidencias en algunos de los restaurantes de moda que hay en la ciudad.
La cultura también es un punto de unión entre la reina y Cataluña. En más de una ocasión, Letizia ha viajado a Barcelona para acudir, de manera privada, al teatro o a alguna de las exposiciones que ofrece esta ciudad. Hace unos años fue pillada saliendo del Liceo tras ver el espectáculo del bailarín Ángel Corella, al que admira mucho y sigue de cerca.
Aunque alguna vez se ha dicho que Letizia chapurrea el catalán, sólo se le ha visto hablar en este idioma en los comienzos de los discursos que pronuncia en Cataluña, en los que, como detalle, se usa la lengua de la autonomía. Hace lo mismo en País Vasco, Galicia o Valencia.
Hable o no la lengua, Cataluña es un lugar en el que la reina se siente cómoda y Barcelona una ciudad con muchos atractivos y lazos sentimentales para Letizia, con unos cortesanos que no le rinden pleitesía, sino afecto.