El té Matcha es la bebida de moda y esto no ha hecho más que empezar. Los famosos nos lo confirman cada día en Instagram, la gran catedral de las tendencias. Si aún no lo has probado debes hacerlo para tomar postura. No importa que seas de café. A mi me tiene ya entre sus militantes.
Ceno con Wally Lopez, nuestro disc-jockey más internacional, en el Sudestada del chef argentino Estanis Carenzo y Pablo Giudice. No se lo pierdan si no lo conocen. El curry de corvina puede hacerle olvidar que Mariano Rajoy no contestó esta semana ninguna de las seis preguntas que le hizo Pablo Iglesias. Abro paréntesis. Si vas por Barcelona conviene darse una vuelta por la propuesta gastronómica (elephantcrocodilemonkey) que Carenzo defiende en Casa Bonay, el sueño convertido en hotel de la emprendedora Inés Miró-Sans.
He quedado para cenar con Wally, entre bolo y bolo. No pudimos vernos este año en el Heart de Ibiza, de Albert Adriá y Guy Laliberté (fundador del Cirque du Soleil), donde los viernes defiende los platos entre tres y cinco de la mañana. Estará hasta la primera semana de octubre cuando las discotecas pitiusas echen el cierre.
Hemos quedado a cenar para hacerle entrega “formal” de dos paquetes de té Matcha que me ha encargado confesando su adicción. “Si vas a Japón cómprame por favor en Starbucks Matcha” -los iniciados suelen saltarse la palabra té cuando hablan de él-. “Starbucks los vende sólo en Japón”. Y yo, que soy un bien mandao, pues me vine con dos para él y dos para mí, que no iba a ser yo menos. “Lo tomo directamente con leche, batido, y un hielo”, me explica Wally, cuya marca de gafas es casi del mismo color que el famoso té que Japón importó de la China imperial.
Matcha significa en japonés “en polvo”, pero no todos los tés en polvo se llaman Matcha. Antes de ser recolectado, las plantaciones de té se cubren con unos plásticos para mejorar su sabor. Una vez recogidas las hojas, con tallo y todo, se vaporizan para mantener es color verde intenso tan sugerente y se dejan curar. Luego se centrifugan hasta convertirlas en el polvo con el que lo conocemos. El té Matcha es caro, su elaboración es lenta y absolutamente manual. Y conviene comprar el mejor que uno pueda permitirse porque la diferencia se nota rápido.
Ana Escobar, propietaria y alma mater de la agencia Acción de Comunicación desde 1994, milita también en los acólitos del Matcha. Defiende entre sus clientes la nueva propuesta de Schweppes, propiedad de la nipona Suntory en España. Los ejecutivos de Schweppes, con su CEO en España al frente, Ignacio Silva, están ya rodando una tónica de Matcha. De color verde cristalino, el producto tiene una distribución selectiva por el momento. No ha llegado todavía a todos los canales, pero la previsión es que lo haga en España y Portugal como mercados pilotos la próxima temporada. Le auguro un éxito seguro, primero entre los más enterados y luego poco a poco irá calando en un mercado que ha hecho del gin tonic una religión muy refrescante. ¿Te acuerdas cuando bebías Whisky con Coca-Cola? Sí, no te hagas el olvidadizo.
Si vives en Madrid el mejor sitio para probarla es Salmon Gurú (Echegaray 21, Madrid), la cocteleria del bonaerense Diego Cabrera, decorada por Madrid in Love (Naroa Quirós y J. L. Medina) en la que ha recalado tras años de gloria en LeCabrera. Pídele a Diego que se ponga el bombín y te prepare el gintonic con una tónica Matcha y un poco de Yuzu y, si tiene, Sudachi, dos cítricos japoneses que disparan el sabor de la mezcla entre la ginebra y la bebida a la que bautizó el joyero alemán Jacob Schweppe en el siglo XVIII.
Si campas por Barcelona en busca de humedad y buenos arroces, la ruta del té Matcha cuenta con referentes como el Chaj Chai (Carrer de Santa Domenec del Call 12), Otafuku (Carrer de la Princesa 41) o las pastelería Ochiai. En Madrid, la Panda Pattiserie (Desengaño 11) está entre los mejores sitios. Salud y buen té.