Mikel Alonso había pasado las fiestas del Pilar en Zaragoza junto a su hermano, a quien estaba muy unido. Al día siguiente tenía que trabajar, así que tras pasar por su casa, en Burgos, cogió el coche en dirección a Vitoria, donde trabajaba en el concesionario Mercedes.
"Él y yo habíamos ido a manifestarnos juntos para que los políticos hiciesen algo para arreglar lo de la N-1. Sabíamos que era una carretera muy peligrosa, a mí me daba mucho miedo que él pasase por allí cada día. Normalmente iba al trabajo con un compañero, a él no le gustaba demasiado conducir. Pero ese día cogió el coche", dice Julia Morante, madre de Mikel, a EL ESPAÑOL. El 13 de octubre de 2016, Mikel, que tenía 24 años y era un amante acérrimo del baloncesto, chocó frontalmente con un camión en la N-1, a la altura de Rubena. Tras tres meses ingresado por lesiones muy graves, falleció en enero de este año.
Su madre, Julia, lucha con más ahínco si cabe para que el Gobierno tome medidas efectivas para combatir la peligrosidad de este tramo de carretera ya bautizado por los burgaleses como el "corredor de la muerte". Ella es una de las integrantes de la plataforma 'Yo también me juego la vida todos los días en la N-1', como también lo es Toño López Rodríguez. Su suegro, José Manuel Carballo, tenía 53 años cuando el pasado 26 de julio un camión prácticamente engulló su coche. Falleció en el acto. "Él solía coger la autopista, pero aquel día, que iba de Burgos a Miranda, no sé por qué cogió la N-1", explica Toño. El accidente tuvo lugar en el kilómetro 278 de la carretera, a tan solo unos pocos de donde ayer ocurrió otro siniestro: un choque frontal de un turismo (un Peugeot 607) contra un camión en el que han fallecido cinco personas.
Se trataba de una familia francesa, en el coche iban seis personas en vez de las cinco permitidas: un matrimonio, la abuela y tres críos. Todos han muerto excepto el padre, que es el que conducía el vehículo. "Estas cosas antes las veíamos y decías: 'Joder, es que esa carretera es un peligro'. Pero hasta que no te toca de cerca como en mi caso...", reconoce Toño.
El peor kilómetro, a la altura de Pancorbo
A la altura de Pancorbo (en el kilómetro 304), ayer a las 7:40 de la mañana, tenía lugar la tragedia, el segundo accidente mortal del año. Según la Dirección General de Tráfico, el conductor francés habría invadido el carril contrario por un instante, sin que al conductor del camión le diese tiempo a frenar.
La N-1 es una carretera radial que une Madrid con Irún y atraviesa Aranda de Duero, Burgos, Miranda de Ebro, Vitoria y Alsasua. Pero el tramo considerado más peligroso es el que va de Quintanapalla a Ameyugo (54 kilómetros). El paso por Pancorbo es uno de los más temidos: es donde murió la familia francesa, pero también donde en 2007 murieron tres niños y un adulto en otro accidente, así como en 2010, cuando murieron cuatro turistas portugueses al chocar contra un camión.
Este tramo está considerado uno de los diez puntos negros de las carreteras españolas, según el Informe europeo de evaluación de carreteras (conocido como EuroRAP). En los últimos 20 años ha habido 90 muertos, según explica Gerardo González, periodista local burgalés especializado en cubrir siniestros en esta zona. En 2015, según el informe europeo, la carretera volvió a ser una de las más peligrosas de España, solo un año después de que se hiciesen mejoras en la carretera. Los niveles volvieron a los de 2006 y 2007, años en los que fallecieron hasta 17 personas.
Aquí, la mayoría de accidentes se producen por el choque frontal de un turismo contra un camión. Al día, hasta 10.000 vehículos pasan por aquí, y la mitad son camiones. "Hay una densidad de tráfico muy, muy alta. Los accidentes bajarían muchísimo si la gente condujese por la AP-1, que es la autopista paralela. ¿Qué pasa? Que hay que pagar peaje, así que todos acaban cogiendo la N-1, que es gratis. Además, la gente de los pueblos del tramo de Quintanapalla a Ameyugo tienen que cogerla sí o sí, porque desde ahí no hay acceso a la autopista", explica Julio Ceballos, de 50 años, un corredor de seguros burgalés que conduce por esta carretera cada día. "Los que la cogemos tan a menudo no podemos estar pagando peaje; esa autopista ya ha sido amortizada, exigimos que la liberen para que la gente conduzca por ahí", añade Julio, que también forma parte de la plataforma 'Yo también me juego la vida todos los días en la N-1'.
Toño López, que perdió a su suegro hace apenas un mes y medio, denuncia que justo en el tramo en el que ocurrió el accidente mortal "no hay el arcén de metro y medio que debería haber". "Estamos con un abogado estudiando si demandamos a Fomento", añade. A Fomento, precisamente, señala también la plataforma que reivindica que se libere la AP-1. "Somos los olvidados de España, estamos en un limbo", asegura Laura Sanz. Y también el periodista Gerardo González: "La carretera está en unas pésimas condiciones. Lo grave aquí es que por ahí pasa cada día el autobús escolar que recoge a los niños de los diferentes pueblos. Y también pasan por ahí los autobuses de línea. Cualquier día puede ocurrir una desgracia, otra más".
Julio Ceballos, de la plataforma, asegura que si se libera la autopista -"que ya está amortizada desde hace décadas", habrá menos tráfico y, por tanto, el riesgo de accidentes disminuye. "Además, que hagan las mejoras necesarias para que conducir por ahí sea seguro", añade. "Los diferentes gobiernos, tanto el de Zapatero como el de Rajoy, han dejado esto abandonado, es un proyecto político que desde Fomento lleva años y años en un limbo. Aquí nadie hace nada. El año que viene termina el periodo de concesión y todavía está por ver que la AP-1 deje de ser de pago", explica Gerardo González.
"Estos accidentes demuestran que ni las obras de mejora que se han ejecutado, ni la bonificación del peaje de la AP-1 a los vehículos pesados han solucionado el principal problema de esta carretera, que es el elevadísimo tránsito de vehículos, especialmente de camiones", señalan desde la plataforma de afectados.
Mientras, la madre de Mikel, el yerno de José Manuel y tantos otros se manifiestan en la carretera cada vez que hay un accidente con víctimas mortales. Yerguen cruces negras en sus brazos en señal de dolor y de batalla, como señala Julia: "Asimilar que tu hijo muere en un accidente no es fácil, pero la sensación de injusticia al pensar que se podría haber evitado si los políticos mirasen por el interés ciudadano... no se la deseo a nadie".