Diez de la mañana y un minuto. La puerta del Pompidou en París está llena de niños. Abrigados, porque el cielo gris de París ya anuncia el otoño. Algunos periodistas han retrasado su visita a la feria Maison & Object para asistir a la performance del rey del camuflaje, el artista chino Liu Bolin. Su propuesta es sencilla, convertirse en célebre como un trampantojo humano.
No parece muy novedoso pero les aseguro que es muy eficaz. Y la prueba es que Bolin ya es uno de los grandes, como antes lo fue el inglés Julian Opi con sus dibujos electrónicos de línea fina, inspirados en Hergé, el padre de Tintin.
¿No les suena? Fíjense bien. Este otoño Liu Bolin es el protagonista de las campañas publicitarias de Moncler, los “puiminos” de lujo del milanés Remo Ruffini, que le han elegido para vender más, y también de la campaña de Vuitton, el Louis más famoso de la France del apuesto Macron.
La iniciativa la ha promovido el Studio GGSV Creation, como apertura de la expo de Bolin que estará abierta, celebrando el 40 aniversario del Pompidou, hasta el 8 de enero.
La Galerie des Enfants acoge las actividades para los más pequeños. Así son los museos del siglo XXI. Museos que dosifican el estímulo cultural de fin de semana toda la familia. Echo de menos actividades para jubilados. ¿Por qué no? Bolin les gustaría a los dos. Al fin y al cabo niños y viejos se dan la mano en el amanecer y el ocaso de la existencia.
Gallery Party es una historia en tres actos que tiene lugar en un jardín inflable. En cada episodio un artista interviene para modificar el espacio e introducir unas nuevas reglas de juego.
Lui Bolin lleva el pelo recién cortado. Muy corto por los laterales y prominente en la azotea. Nació en 1973 en Binzhou, al sureste de Pekín. Pertenece a la generación nacida durante la revolución cultural de Mao que se extendió un decenio entre 1966 y 1976. Como estudiante de arte, Bolin se especializó en escultura y allí se familiarizó con el dibujo. Su primera performance fotográfica, posando inmóvil, cubierto de pintura, data de 2005 y expresa su compromiso con algunos de los distritos de Pekín que están siendo destruidos y sus vecinos evacuados. Aquel fue el comienzo de Hiding in the city (Oculto en la ciudad), la serie que le haría famoso.
Como es lógico, cada performance de Bolin le lleva varias horas, lo que tarda el equipo de pintores local en reproducir el camuflaje diseñado por él. Una vez listo, todos quieren fotografiarlo. Como las estatuas humanas del Parque del Retiro pero en chino y con reconocimiento artístico. Bolin no pasa el gorro, en la performance me refiero. Para eso está su marchante, la galería Paris/Beijing que vende su catálogo y sus fotografías.
El resultado es espectacular e inquietante. ¿Se acuerda el lector en el momento en el que empezó a pasar desapercibido? Ese día en el que nadie volvió a mirarle por la calle. Es una sensación parecida, pero ésta da buen rollo.
Mi fotografía favorita es en la que Bolin se camufla ante el estante de botellas de plástico de un supermercado. Es como jugar a las 7 diferencias sin gafas o bolinga. Pero hay muchas: la que desaparece frente a cubos de pinturas es espectacular. Y la audiencia, sepa o no de arte, se conmueve. Algunas de estas fotografías se pueden ver en París, antes de Paris Photo (9 de noviembre) en la Maison de la Photographie, bajo el título de Ghost Stories (Historias de Fantásmas).
Dese un salto al otoño parisien, mande a los niños a Disneyland y usted venga a jugar con las fotos a ver si encuentra a Lui Bolin. Quizá sea momento de revisarse la vista que hace mucho que no le ve el oculista.