María Jesús y Agustín permanecían en la puerta de su comercio cerrado con el semblante ensombrecido. Les acompañaban familiares y amigos, y recibían la visita de dos agentes de la Policía Local, que les prometían que intensificarían la vigilancia. “Tristes, estamos muy tristes”, es lo único que acertaba a decir María Jesús. Su tienda, un establecimiento de comida para llevar en el centro de Granollers, fue empapelada con pancartas pro-independencia la noche de antes, además de pintadas amenazantes. ¿El motivo? Que los propietarios son los padres de Albert Rivera, presidente de Ciudadanos. “Estamos tristes pero no tenemos miedo: mañana volveremos a abrir la puerta”, sentenciaban.
Lo autores lo hicieron con nocturnidad, aprovechando la concentración de la multitud que se había reunido para protestar por las últimas medidas del gobierno español para parar el referéndum. Como sucedió en muchos municipios catalanes, la gente salió a la calle a manifestarse. El establecimiento de los Rivera está en el centro histórico, en la calle de les Travesseres, muy cerca del Ayuntamiento y de La Porxada, el monumento más emblemático de Granollers. Es la zona donde ayer se concentraron los independentistas.
Ataque premeditado
En plena vorágine de protesta, varios individuos se desviaron de la manifestación y decidieron dirigirse a la tienda de comida preparada y atacarla, por tratarse de la familia de Rivera. No cabe duda que no fue un ataque arbitrario, puesto que el resto de comercios de la calle Travessera permanecían intactos, mientras que la tienda de los Rivera aparecía empapelada de carteles favorables a la independencia de Cataluña.
María Jesús Díaz y Agustín Rivera abrieron esta tienda en el centro de Granollers hace cuatro años. Gozan del respeto y las simpatías de los vecinos y comerciantes de la zona. “Es una mujer encantadora”, cuenta María, la dependienta de la panadería que hay al lado. “Siempre que viene habla con nosotros, es muy amable”. Coincide en esta versión la Carmen, la mujer que trabaja en la tienda de comida para llevar que hay pocos metros más allá. Es decir, la competencia. Pero en estos casos no hay rivalidades comerciales: “He ido a darle un abrazo esta mañana en cuanto me he enterado. No hay derecho”.
Solidaridad vecinal
A pesar de que María Jesús y Agustín no han tenido nunca un conflicto con los vecinos, el hecho de que el comercio pertenezca a los padres de uno de los emblemas de la resistencia contra el referéndum de la Generalitat como es Albert Rivera, ha acabado pesando más que el respeto vecinal. “Son gente de aquí, sabemos quienes son. Atacan cuando van todos juntos, porque esta mañana hemos visto a uno de ellos que ha pasado por delante de la puerta y ni ha levantado la cabeza”, cuenta una de las personas del entorno de los Rivera, que ha estado apoyando a la familia en todo momento.
Los padres e Rivera se dirigieron esta mañana, como cada día, a abrir las puertas de su comercio. En torno a las diez de la mañana se encontraron con la desagradable sorpresa: además de tener la puerta empapelada de carteles, numerosos medios de comunicación hacían guardia en la puerta para tomar imágenes. Los propietarios y sus allegados pedían por favor que no se publicasen fotos del cartel del comercio: “Es ponernos en el foco. El que no supiera que esta era la tienda de los padres de Albert Rivera ya lo sabrá”, cuenta un miembro de Ciudadanos Granollers, que teme “que esto se vuelva a producir. Se entra en una dinámica en la que vienen, atacan tu comercio, tú lo quitas y al día siguiente vuelve a estar igual”.
No hay imágenes grabadas
¿Quién ha sido? Desde el entorno de los Rivera tienen fundamentadas sus sospechas, pero no hay pruebas que incriinen a nadie. No hay testigos, y los que había no quieren declarar porque la gente que había en ese momento por las calles de Granollers eran básicamente manifestantes independentistas. Tampoco hay imágenes de vídeo registradas. La tienda se encuentra en un extremo de la calle en el que no hay ninguna cámara de videovigilancia. La Policía comunicó por la tarde a los propietarios del negocio que intentarían indagar una vez formulada la denuncia: hay una entidad bancaria próxima y tal vez las cámaras de seguridad de la sucursal llegaron a grabar el ataque.
Entre los vecinos había discrepancias sobre el tratamiento del suceso. Mientras algunos veían exagerado considerarlo un ataque (“Sólo les han colgado papeles en la persiana y eso no le hace daño a nadie; nadie ha destrozado nada”), otros sí se mostraban beligerantes con lo sucedido: “Si por ser de tal o cual partido te van a señalar, es un comportamiento más propio de los nazis que de unos demócratas”, sentenciaba otro vecino.
Ataque en la cuna de Ciudadanos
También es significativo que el ataque haya acontecido en Granollers. Este municipio industrial de poco más de 60.000 habitantes es la capital del Vallès Oriental, una de las zonas de Cataluña con mayor presencia de emigrantes llegados del resto de España. Es también la cuna de Ciudadanos, por ser el municipio de Albert Rivera. El Ayuntamiento, por su parte, no está gobernado por fuerzas independentistas. Manda el PSC en solitario. No es Granollers, históricamente, un reducto independentista. Pero la situación ahora mismo en Cataluña es impredecible.
Ni los padres de Rivera ni los miembros del grupo local de Ciudadanos quisieron hacer más declaraciones. La comunicación en lo relativo a este suceso la está llevando el propio Albert Rivera, que denunció públicamente el ataque: “Uno está en política para intentar arreglar las cosas, no para fastidiárselas a tu familia. Que mis padres tengan que sufrir las consecuencias de unos energúmenos que intimidan o coaccionan a su hijo por estar en política, no lo vamos a permitir y lo vamos a denunciar”, adelantó el político catalán a Pepa Bueno en la SER. "Los golpistas ya no solo se conforman con acosar a diputados, Guardias Civiles, concejales o funcionarios, sino también a sus hijos y familiares. No nos van a callar, los demócratas y el Estado de Derecho somos más fuertes”, declaró Rivera.
María Jesús y Agustín no abrieron la persiana por la tarde. Limpiaron el estropicio, hablaron con la policía y se retiraron. Pero no hay miedo. Mañana volverán a abrir las puertas. Es, según dicen, la mejor forma de combatir este tipo de ataques de naturaleza política. “Y si vuelven a atacar, las volveremos a quitar y seguiremos trabajando”, concluyen.