El terremoto que sacude el tejido empresarial español con la fuga de compañías catalanas ha alcanzado las meriendas patrias. El chocolate, el alimento más deseado por los más pequeños -y golosos-, tiembla en los lineales de los supermercados. Entre estantes, las marcas más humildes, las que han aflorado bajo el Goliat de Cola Cao, denuncian la "jugada" del cambio de sede social. "No es más que un mecanismo de blanqueo ante un posible deterioro de imagen".
Francisco González, gerente de Chocolates Eureka, con sede en Pinto (Madrid), relata a EL ESPAÑOL las dificultades con las que los productos "no catalanes" se encuentran al penetrar en ese mercado. "Es muy difícil que la industria en Cataluña trate igual a los proveedores catalanes que a los que no". Y no se trata de beneficiar a los comerciantes locales: "se ha ido formando lentamente un requisito casi religioso, por no decir militante, con las ideas independentistas para comercial allí".
Porque el líder en el mercado del cacao es Cola Cao. La empresa detrás de la marca, Idilia Foods, anunció la pasada semana el traslado de su sede social desde la capital catalana, Barcelona, a Valencia. El objetivo, según indicaron, era "mantener la seguridad jurídica". Idilia Foods también produce Nocilla, Paladin y Okey.
La posición de Cola Cao es vox populi
En el sector no sorprendió esta decisión: no en vano, sus socios se alinearon "en favor de un proceso de independencia". Y esta posición es vox populi, indica Eureka, aunque desde la firma siempre se han negado posicionamientos políticos. "Pero son separatistas".
Es una opción "completamente legítima y respetable", argumenta su competidor. Pero no honesta. Porque al final se trata de una estrategia para protegerse ante hipotéticos boicots. "El dinero es el dinero y más de cara a la campaña de Navidad. Esa es su única preocupación actualmente: el cambio de sede es un movimiento alineado para parar golpes", cuenta Francisco González a este periódico.
La realidad, según comentan en el sector alimentario, es que las barreras para penetrar en el mercado catalán son cada vez mayores. "El boicot que pueden sufrir los productos catalanes es ridículo en comparación al boicot histórico que el mercado catalán ha hecho a los productos no catalanes", reclama Eureka. Ellos son conscientes de la poca cuota de mercado que ocupan: facturaron cinco millones de euros en el último año. Una cifra ínfima frente a los 368 millones de Idilia Foods en 2014.
"Sólo pretenden evitar un descalabro del negocio"
Chocolates Eureka cree que lo sincero es posicionarse públicamente. "Dentro de la Responsabilidad Social Corporativa de la empresa debe incluirse, no podemos permanecer ajenos a lo que sucede en el país, que al final no deja de ser tu mercado". Por eso, no consideran que sea una excusa para no ponerse de perfil en política. "Igual que hacemos con el medio ambiente". Para González, el cambio social es, "por tardío, bastante cobarde e interesado y un puro trámite formal, sólo pretende evitar un descalabro de sus negocios". Máxime ahora, que llega la Navidad.
Cola Cao no es la última empresa que huye de la inestabilidad política catalana. Este lunes, uno de los gigantes empresariales en Cataluña, Codorníu, se ha unido al éxodo de compañías. El consejo de administración de Unideco, empresa 'holding' del grupo Codorníu Raventós, ha acordado el traslado de su domicilio social desde el actual ubicado en Barcelona a La Rioja.
La imagen de Codorníu se ha visto afectada durante la plena efervescencia del proceso separtista por la relación evidente entre Antón Raventós Codorníu, con un 1% de las acciones, y la empresa postal Unipost, de la que es presidente. En esta última sociedad, hoy bajo administración concursal, se fabricaron e imprimieron en la clandestinidad los documentos electorales para la consulta independentista. Codorníu se ha intentado desenmarcar de la relación entre ambas empresas para evitar la caída de sus ventas.