El conflicto separatista se está cobrando su última víctima: la enología. Las grandes empresas de cava catalán ven de cerca las sombras de su mayor pesadilla: el boicot a sus principales productos durante las fiestas navideñas. La guerra comercial en la región tiene ahora dos protagonistas, Codorníu y Freixenet, y un factor común, el cava. El escenario no es otro que la campaña de Navidad, que le supone más del 40% de las ventas anuales de cava a cada empresa.
El delirio ya se ha hecho realidad. Los bulos corren por internet y la extorsión quiere ser el adalid de un conflicto más que político. Las bodegas de espumoso catalán temen que se acerquen sus horas más bajas, a pesar de sus últimos movimientos empresariales: Codorníu se ha ido de Cataluña y Freixenet se lo piensa.
En el otro lado soplan vientos mejores. Los cavas no catalanes se frotan las manos: están viendo cómo aumenta su lista de clientes en los últimos tiempos. Evaristo de la Vega, por ejemplo, lleva un mes de octubre ajetreado. Es el gerente de Vía de la Plata, una bodega de cava extremeña, en Almendralejo (Badajoz). Se trata de un establecimiento histórico que ostenta el privilegio de ser el primero que consiguió la Denominación de Origen del Cava fuera del Penedés. En esta zona comprendida entre el sur de la provincia de Barcelona con una porción del norte de la provincia de Tarragona se elabora el mejor espumoso del mundo. Por ello, lograrlo fuera de esa comarca tiene un doble mérito por parte del gerente extremeño.
El tirón del cava extremeño
En la tierra de la bellota, la uva les está haciendo de oro: en los primeros 9 meses del año, han aumentado sus ventas un 90%. La inestabilidad catalana y la cercanía de la campaña navideña son el aderezo perfecto para el crecimiento.
“La producción del cava y nuestras previsiones anuales se hacen con muchos meses de antelación: nosotros no nos podíamos imaginar este tirón”, cuenta Evaristo a EL ESPAÑOL. Su principal cliente en este auge no es el consumidor último, como se podría pensar. Pese a ello, por las bodegas Vía de la Plata, las de Evaristo, sí hay un mayor ajetreo de personas. La cultura del cava comienza a calar fuera de Cataluña: todavía de manera simbólica, eso sí. “Podemos decir que se vende ahora cava prácticamente durante todo el año”.
Pero quienes se favorecen de este aumento espectacular de las ventas son los hosteleros y hoteleros. “Comienzan a interesarse empresas que antes no nos conocían, que han escuchado hablar del cava de Almendralejo y preguntan por nosotros”, indica este gerente. En distribución, en cambio, el aumento es menor. “Los grandes distribuidores cerraron la campaña navideña hace meses”.
Esta ciudad extremeña, de poco más de 30.000 habitantes, comenzó con el sueño de las burbujas navideñas a finales del pasado siglo. Treinta años después, ya se venden sobre cinco millones de botellas de cava producido en estas tierras anualmente. Las vides copan el horizonte de los alrededores del municipio, situado en mitad de la Vía de la Plata romana. Almendralejo es conocida en el entorno de la enología por ser una de las Ciudades Internacionales del Vino por el arraigo de la cultura del vino y del viñedo en su comarca.
Otro de los pocos productores extremeños que puede producir cava dentro del marco regulador, Marcelino Díaz, es menos optimista homólogo. “Hay mucho ruido pero pocas nueces”, relata, irónico, a este periódico. La expectación aumenta, pero, en su bodega sólo reacciona, de momento, el canal de comercialización. Él, que puso su nombre a algunos de los primeros espumosos que compitieron con los catalanes, lo achaca a que la exportación aumenta. “Es en lo que nos sustentamos, en términos generales”, aclara. Porque su bodega, homónima, es “familiar y pequeña”.
La gran oportunidad de Requena
Aunque el gran epicentro del cava no catalán no es Extremadura, sino Requena (Valencia). Son ellos los que tienen mayor oportunidad para utilizar como trampolín el fantasma del boicot que acecha a los productores catalanes. Un puñado de bodegas que se reúne bajo la etiqueta “Elaboradores de cava de Requena”. Su presidente, Emilio Expósito, aclara a este periódico que de las 245.155.988 botellas de cava que elaboran bajo la denominación de origen oficial, unos 9 millones son de origen valenciano. Esto supone poco más del 3’5%.
Dada la coyuntura actual, en Requena tienen la esperanza de dar un golpe sobre la mesa en el sector. Eso sí, siempre con cierta prudencia. Esperan, de hecho, “un crecimiento de las ventas en torno al 10%”, aunque de momento todavía no se haya notado. “La venta mayoritaria se produce a finales de noviembre”, explica Expósito. Por ahora, han recibido poco más que llamadas que podrían ser el vaticinio de una nueva época dorada. Los productores de cava valenciano son optimistas, pero tratan de no crearse grandes expectativas, aun cuando todos los factores indican lo contrario.
Sus principales compradores también son los hosteleros, no las grandes superficies de distribución. “Ha habido llamadas también, pero es muy pronto para ver si se concretarán”. El 40% de sus ventas proceden de la exportación y en torno al 15% de los almacenes de alimentación.
El mayor movimiento que el ciudadano de a pie puede notar con respecto al espumoso se concreta en los supermercados. Ahí es cuando está en su mano elegir qué productos comprar, de manera soberana, unilateral. Pero los proveedores de las campañas de Navidad ya no son susceptibles de cambios, al menos de manera notoria. Fuentes de uno de los principales supermercados de España confirman a este diario que la toma de decisiones se cierra entre los meses de abril y junio. “Los lineales ya muestran los primeros avances de la campaña, el posible movimiento es ínfimo”, declaran.
El primer boicot fue en 2004
La respuesta ciudadana castigando el independentismo a través del boicot a los productos catalanes se remonta al año 2004. Hace trece años, el entonces líder de ERC y número dos de la Generalitat de Cataluña, Josep Lluís Carod-Rovira, llamó a boicotear la candidatura de Madrid para los Juegos Olímpicos porque no permitían una selección catalana de hockey. Sin embargo, la proclama se le volvió en su contra. La respuesta fue el torpedeo de los consumidores a los productos catalanes, especialmente al cava. Eran, como ahora, los momentos previos a la Navidad.
Esto supuso un terremoto para los empresarios vinícolas, que vieron estupefactos cómo sus ventas caían. Según cifras del Consejo Regulador del Cava, la producción disminuyó más de un 6% en el mercado interior: sólo las exportaciones salvaron aquella campaña navideña.
El presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall (PSC), trató de evitarlo. Días después se reunió con el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón para declarar que "Cataluña apoya al cien por cien a Madrid 2012 en sus aspiraciones de ser ciudad olímpica", con rotundidad. Pero el fantasma ha rondado al caldo burbujeante catalán desde ese momento. Quizás tampoco ayudara que Carod-Rovira tratara de excusarse diciendo que sus palabras fueron fruto de un "mal momento" por decir en público lo que "muchos catalanes pensaban en privado".
El boicot se intensificó por las tensiones políticas del nuevo Estatut. Así, de las casi 100.000 botellas de cava que absorbió el mercado nacional en 2000 (99.732) se pasaron a las 95.641 botellas en 2010 y a 86.183 botellas en 2016. Más de 13.000 botellas menos vendidas en España que pudo nivelar el mercado exterior.
En estos nuevos momentos de la ‘cuestión catalana’, el cava es el principal objetivo de quienes promueven nuevos boicots a los productos de Cataluña: listas de empresas corren como la pólvora por redes sociales y mensajes de telefonía. Grupos que habían caído en el olvido viven un nuevo apogeo. Incluso se inventan aplicaciones móviles para determinar qué productos comprar en este apartheid del consumo.
El bulo del código de barras
Está ampliamente extendida la creencia de que se puede determinar el origen de un producto a través del código de barras, pero es rotundamente falso, un bulo, según indican a EL ESPAÑOL desde la Asociación Española de Codificación Comercial, AECOC, que es la entidad que otorga estos códigos en España. El estándar que rige los códigos de barras es global y el prefijo cambia por países, pero no hay un vínculo exacto los productos identificados.
“Los que comienzan con el 84 -el que concede AECOC- no necesariamente se corresponden con artículos de empresas españolas ni fabricadas en España. Ese ‘prefijo’ numérico lo único que identifica es a la organización nacional a través de la cual la empresa obtiene su código”, cuentan desde esta organización. Ni el 84 significa producto español, ni 15 quiere indicar que sea de origen catalán.
La misma idea comparten desde FACUA, la asociación de consumidores. “Al final, con ese tipo de creencias se acaba boicoteando al trabajador de base, que puede ser independentista o no, y no a quien toma las decisiones”, afirma un portavoz a este periódico. “Es una campaña contra Cataluña entera: porque está demostrado que hay millones de catalanes independentistas, pero también millones que no”. Otras compañías, como Campofrío -de origen burgalés-, han seguido esta estrategia para sobrevivir al terremoto catalán.
Un mal trago para el cava
Codorníu no no quiere ni oír hablar del independentismo. Por eso trasladaron su sede social de Barcelona a La Rioja. La empresa se esforzó en comunicar a los medios que "ni ha participado, ni participa, ni participará en nada relativo al proceso soberanista en Cataluña o al referéndum independentista".
Porque la imagen de Codorníu se vio afectada durante la plena efervescencia del proceso separtista por la relación evidente entre Antón Raventós Codorníu, con un 1% de las acciones, y la empresa postal Unipost, de la que es presidente. En esta última sociedad, hoy bajo administración concursal, se fabricaron e imprimieron en la clandestinidad los documentos electorales para la consulta independentista. El objetivo no era otro que evitar la caída de sus ventas. No fue la única: otras, como Cola Cao, siguieron la estela.
Ya lo temía el presidente de Freixenet y de la Cámara de Comercio de España, José Luis Bonet, en una entrevista en el mes de julio en EL ESPAÑOL. Su mítica marca de cava, líder indiscutible del sector, produce más de 120 millones de botellas. Esta campaña navideña y el temido boicot puede suponerle un mal trago. Porque Bonet preside la última de las grandes empresas catalanes que continúa en la Comunidad y no ha trasladado -de momento- su sede social. Todo ello pese a no ser independentista.
ーHay que entender que en Cataluña ha habido muchas personas -no son la mayoría, a mi juicio- que están en la línea de los dirigentes secesionistas. Yo respeto al empresario y ya está: si entiende que debe callarse, porque no quiere o porque tiene cierta prevención y puede perjudicarle en su mercado, pues lo respeto.
Freixenet y Codorníu afrontan con cautela las próximas semanas. Bonet, por su parte, propondrá al consejo de administración llevar la sede social fuera de las fronteras catalanas, aunque de momento, se quedan. Pero el éxodo parece ser el camino lógico, siguiendo la estela de su principal competidor. Está por ver si al final del proceso los empresarios brindarán con burbujas.