A Ferran López ni se le pasaba por la cabeza ser policía cuando, a sus 18 años, corría por la banda derecha de los campos de fútbol de Cataluña con la camiseta del C.F. Damm. “Todo un portento físico”, “líder en el vestuario”, recuerdan sus compañeros. Él quería ser maestro. Su vocación pasaba por dar clases a niños pequeños en una vida más o menos apacible. Quién le iba a decir a ese chaval que hoy, en octubre de 2017, sería la cara visible de los Mossos d'Esquadra tras el relevo de Josep Lluís Trapero y que asumiría el encargo de “alcanzar cuanto antes la normalidad” en una Cataluña fracturada, rota tras una frustrada declaración de independencia.
Perfil diligente, aplicado en sus cometidos policiales, López (50 años) acepta el reto de encauzar una situación al borde del colapso. Interior lo ha elegido para comandar a los Mossos; entre otros motivos, apuntan a EL ESPAÑOL fuentes del Ministerio, por su perfil “conciliador” y las buenas relaciones que siempre ha mantenido con otros cuerpos policiales, incluidos Guardia Civil, Policía Nacional e inteligencia. Por eso se le considera una pieza clave en la aplicación del 155 sobre Cataluña.
Pero para comprender quién es la cabeza visible de los Mossos es necesario remontarse a 1985, años de juventud de Ferran López. Es entonces cuando empieza a forjarse su figura como mosso d'Esquadra, en una trayectoria que guarda sobrados paralelismos con la de Trapero.
Ferran era un “tío incansable”, señalan sus amigos de infancia. El C.F. Damm disfrutaba de una de sus mejores promociones de futbolistas. Jugaban al ataque, con cuatro defensas, tres centrocampistas y tres delanteros. En el medio del campo destacaban, sobre todo, dos jugadores. El primero era Cristóbal Parralo, de corte defensivo, actual entrenador del Deportivo de la Coruña y exjugador de equipos como el FC Barcelona o la Selección española. El segundo era Ferran López, quien se desempeñaba como interior derecho, “no excesivamente técnico pero infatigable”: “Un toro”, señala nostálgico un compañero de equipo. “Era buen compañero, líder de los que hace equipo y muy buen jugador”, añade otro.
Los recuerdos de juventud del actual major de los mossos bailan entre las calles de Santa Coloma de Gramenet, pese a que naciera en Madrid en 1967. Tanto él como sus padres son charnegos. La economía familiar, para qué decir lo contrario, se sostenía en la fragilidad de un taxi, el que conducía por Barcelona su padre, Donato. Un amigo de infancia recuerda que a Ferran “nunca le faltó de nada”: “Tampoco ambición por alcanzar una vida tranquila, sin estrecheces”.
Por eso quería ser maestro.
Entre el deporte y los estudios
Ferran era aún muy joven, menor de edad, y ya compartía varios puntos en común con una figura que, para bien o para mal, le acompañaría durante las próximas décadas en su trayectoria profesional. Josep Lluis Trapero, dos años mayor que López, también se crió en Santa Coloma de Gramenet en el seno de una familia humilde, de procedencia charnega y con un padre que se ganaba la vida con el taxi. En un futuro pugnarían por la jefatura de los Mossos.
Pero volvamos a los años de juventud de Ferran López. Hablamos de una joven promesa del deporte: “Cuando nos íbamos de pretemporada por Castellón, volvíamos todos con agujetas y él pedía más, más esfuerzo físico”, señala un compañero del C.F. Damm, equipo de fútbol respaldado institucionalmente por la famosa empresa cervecera del mismo nombre. Al alcanzar la mayoría de edad pasaría a las filas de otro equipo con solera en Cataluña, el C.D. Masnou. Allí jugó entre 1990 y 1992.
Ferran compaginó su dedicación deportiva con los estudios. Con 18 años se matriculó en Ciencias de la Educación por la Universitat Autònoma de Barcelona. Era un buen estudiante, aplicado, y no encontró grandes dificultades en diplomarse en la materia. A medida que fue avanzando en sus estudios, entró en contacto con los recién creados Mossos d'Esquadra. El cuerpo policial necesitaba agentes y Ferran, físico imponente, orientó su trayectoria hacia esta salida. Por eso complementó sus estudios con un posgrado en Dirección y Gestión de la Seguridad Pública.
La pugna con Trapero
“Menudo animal”, recuerda entre risas un compañero de promoción. “Era puro nervio, con las pulsaciones bajísimas. Se lucía en las pruebas físicas más exigentes”. Su adaptación al cuerpo fue rapidísima y se convirtió en uno de los mejores en el manejo de armas y en técnicas de defensa personal.
Por eso no es de extrañar que Ferran, 23 años y uno los primeros en la tercera promoción de los Mossos, encontrase destino en el Grup Especial d'Intervenció (GEI), similares a los GEO de la Policía Nacional: “Es sin duda la sección más exigente, la que interviene en las operaciones más delicadas. Para entrar ahí no sólo hay que ser un portento físico, sino tener mucha templanza y la cabeza muy bien puesta”, apuntan desde un sindicato policial. Según Crónica Global, durante años fue el escolta del exconseller de Interior, Xavier Pomes.
Al igual que Josep Lluís Trapero, aunque por otra rama del cuerpo, López comenzó a escalar en el escalafón de los Mossos y a ocupar puestos de responsabilidad. Primero, como instructor de nuevos agentes. Después fue nombrado subjefe de la Región Policial de Ponent y, más tardé, lideró la recién creada comisaría de L’Hospitalet de Llobregat. También desempeñó puestos de responsabilidad en la Región Metropolitana Sur. En 2009, finalmente, ascendió a comisario.
Desde entonces, entre los Mossos comenzó a perfilarse una pugna de liderazgo entre Trapero y López que, según a quién se consulte, resultó más o menos amistosa. El primero tenía fama de gran investigador y se sumó un par de tantos con diversos golpes a las mafias rusa e italiana. Además, contaba con el aval de algunos pesos pesados del escenario catalán, como la fiscal jefe del TSJC, Teresa Compte, por no mencionar su amistad personal con Carles Puigdemont.
Por su parte, Ferran López era más metódico, “experto en gestión de plantillas”, según uno de sus allegados. Frente a los apoyos institucionales con los que contaba Trapero, López contaba con el respaldo de las comisarías y las bases de los Mossos. Su forma de trabajar se aproximaba más al diálogo con las otras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Sus opositores le reprocharon la gestión del 15-M en Barcelona, donde se registraron cargas policiales que desataron la indignación.
En esa pugna terminó por imponerse, en abril de 2017, Josep Lluís Trapero, quien ocupó el cargo de major de los Mossos. En un gesto conciliador, con la intención de no abrir la más mínima brecha en el cuerpo, nombró a López su mano derecha.
El encargo de Zoido
Los atentados de Cataluña en agosto de 2017 y la celebración del referéndum del 1 de octubre pusieron a Josep Lluís Trapero en el candelero. Eran escenarios de crisis pero, de acuerdo a fuentes próximas, se sintió más cómodo en el primero.
El nombre de Ferran López salió a relucir en la reunión coordinada por el guardia civil Diego López de los Cobos en vísperas del 1-O para evitar la celebración del referéndum; fue él, y no Trapero, quien acudió al encuentro.
Los últimos episodios en la trayectoria profesional de Ferrán López se dibujan sobre dos fotografías. Una, al abrazar a un Trapero investigado por la Audiencia Nacional por un presunto delito de sedición y posteriormente cesado tras la aplicación del 155; otra, en su reunión con el ministro del Interior Juan Ignacio Zoido tras asumir el cargo de major de los Mossos.
El Ministerio nombró a López en el cargo, y no a otro, para respetar el escalafón de mando en el cuerpo catalán y por la confianza que les supone el nuevo major, de acuerdo a los informes facilitados por Guardia Civil, Policía Nacional e inteligencia.
Según apuntó Interior, Zoido trasladó a Ferran López “su obligación” de alcanzar “cuanto antes” la normalidad en Cataluña, y le insistió “en que todas las actuaciones han de ir encaminadas a restablecer la legalidad con el escrupuloso cumplimiento de las normas recogidas en la Constitución y el Estatut”.
Ferran López, 50 años, casado y con dos hijos, asume la responsabilidad de recomponer la normalidad en Cataluña y en los Mossos d'Esquadra, un cuerpo dividido tras los últimos acontecimientos políticos, con Puigdemont a la huida en Bruselas y las elecciones del 21-D en el horizonte.