En la sala de neonatos del hospital Mohamed V de Tánger (Marruecos) hay una cuna con una niña a la que todavía nadie ha puesto nombre. Tiene el pelo oscuro, la piel color canela. El bebé nació el pasado martes 31 de octubre. Al día siguiente, 1 de noviembre, murió su madre, Mariam Sow, de Guinea Conakry. Le habían hecho una cesárea 24 horas antes, pero tenía el cuerpo tan quemado de cintura hacia abajo que no logró mantenerse con vida. Es la última mártir del Estrecho.

Domingo previo, 29 de octubre de 2017. Una patera con 53 inmigrantes parte de una playa ubicada entre la ciudad de Tánger y su nuevo puerto, Tánger Med. Es de madrugada. La embarcación, una lancha semirrígida propulsada a motor, excede de largo la cantidad de personas que es capaz de llevar a bordo. Su objetivo: alcanzar las costas de Andalucía. Los tripulantes son africanos procedentes de Guinea Conakry, Costa de Marfil, Congo, Senegal y Camerún.

A bordo de la patera van 10 mujeres. El resto son varones. Los polizones van codo con codo, tienen frío y hambre pero, sobre todo, miedo. Una de las féminas, Mariam Sow, está en su última semana de embarazo. Tiene 21 años. Hace meses que dejó su país natal, a 4.100 kilómetros de Tánger, para tratar de dar el salto a Europa. Quiere dar a luz en España para garantizarse permanecer aquí junto a la niña que lleva dentro. Pero madre e hija ya nunca podrán estar juntas.

A las pocas millas de partir, todavía en aguas marroquíes, la patera comienza a zozobrar. Varios bidones de gasolina se vierten al mar, el motor empieza a arder y los subsaharianos caen a las embravecidas aguas del Estrecho. Mariam ha sido una de las peor paradas: durante la travesía estaba muy cerca del motor y ha sufrido quemaduras en piernas, caderas y la parte baja del torso.

Los inmigrantes han lanzado una llamada de socorro a la ONG Caminando Fronteras. Una patrullera marroquí sale en su auxilio. Cuando llega el mar ya se ha tragado los cuerpos de cinco subsaharianos. Los cadáveres de dos de ellos, también de Guinea Conakry, los expulsará pocas horas después contra la costa de Marruecos. Se llamaban Fatoumata Binta, de 25 años, y Sanoussy Barry, de 32. Los otros tres permanecen desaparecidos.

Los féretros de dos de los inmigrantes fallecidos que viajaban en la patera con Mariam Cedidas por ONG Caminando Fronteras

Los supervivientes que sufren heridas ingresan en el hospital Mohamed V. Mariam es una, está grave. Es domingo. Dos días más tarde, el 31 de octubre, los médicos marroquíes que la atienden deciden practicarle una cesárea de urgencia para salvar al bebé que lleva dentro. Los galenos apenas tienen esperanzas para ella. Mariam fallece un día después, a las 24 horas de traer al mundo a su pequeña.

Helena Maleno, portavoz de la ONG Caminando Fronteras, explica a EL ESPAÑOL que tras entregar el pasaporte de Mariam Sow a las autoridades marroquíes éstas les han facilitado un parte de defunción para que la familia pueda repatriar su cadáver.

"Estamos esperando a que algún familiar venga para encargarse de la repatriación de Mariam y se lleve a la niña, a la que aún no se le ha puesto nombre -cuenta Maleno-. Mientras, estamos intentando que una amiga guineana de Mariam se haga cargo del bebé con una autorización judicial”.

El cadáver de Sanousy Barry ha sido repatriado gracias al dinero aportado desde Guinea Conakry por familiares y amigos. A su vez, miembros de la comunidad guineana en Tánger están reuniendo dinero para poder repatriar a Fatoumata Binta. “Es un bonito gesto porque su familia no puede costearla”, afirma Maleno, de Caminando Fronteras.

EL DOBLE QUE EN TODO 2016

Según las cifras dadas a conocer la semana pasada por Salvamento Marítimo, entre enero y octubre de 2017 esta institución ha rescatado a 13.544 personas, más del doble que en todo 2016, cuando al cierre del año fueron 5.384.

Rescatados 59 inmigrantes, 20 de ellos menores, de dos pateras en el Estrecho Cruz Roja Cádiz

“Muchos de ellos, la mayoría, ya no son subsaharianos y sí magrebíes”, explica Helena Maleno. “Esto no sucede desde hace al menos una década”. En este cambio del fenómeno migratorio incide la situación política que viven Argelia y Marruecos, principalmente el Rif, la región del noreste marroquí más castigada por la monarquía que gobierna el país vecino.

“Normalmente los magrebíes van en pateras en mejores condiciones y más robustas que las de los subsaharianos, que no tienen casa en la zona de la que parten y viven en peores condiciones. Eso les hace lanzarse al mar en busca de una mejor vida, pero el riesgo es mayor”, añade Maleno.

Fuentes de Cruz Roja consultadas también aseguran que las rutas están cambiando. Ya no sólo intentan llegar a las costas andaluzas, sobre todo a la provincia de Cádiz dada su proximidad a Marruecos. Cada vez son más las embarcaciones que tratan de alcanzar Almería a través del mar de Alborán, incluso las regiones de Murcia y la Comunidad Valenciana, donde han llegado algunas pateras en las últimas semanas.

Mariam ni siquiera llegó a las costas españolas. Al menos sí logró traer al mundo su pequeña.